La megalomanía es un tipo de comportamiento o autoconciencia de una persona, expresada en el grado extremo de sobreestimación de su fama, popularidad, importancia, influencia política, genio, riqueza, poder, hasta la omnipotencia. Los síntomas de la megalomanía, por lo general, con los siguientes: delirios de grandeza y megalomanía, traducidos del griego μεγαλο significa exagerado o muy grande, y μανα – locura, pasión.
El diccionario lo define de la siguiente manera: ‘Delirio de grandeza, que consiste en una consideración excesiva de uno mismo, que lo empuja a realizarse o atribuirse a uno mismo por encima de las posibilidades o propiedades de uno.
Características de un megalómano
El término «Megalomanía» indica un estado psicopatológico caracterizado por un exceso maníaco permanente y una apreciación exorbitante de uno mismo y las capacidades de uno. Esta patología induce a la persona que la padece (megalómano) a manifestar continuamente su supuesta superioridad y buscar en otros la confirmación de sus propias cualidades.
En esencia, el sujeto siente la necesidad de construir una especie de escudo, un mecanismo de defensa con respecto a sus propias debilidades. No por casualidad, el trastorno tiene con frecuencia su origen en una infancia marcada por juicios muy negativos, cuando no se debe a la burla y el desprecio de los demás.
A continuación se mencionan 4 características muy marcadas de un megalómano.
Es narciso
Por supuesto, el megalómano cree que es hermoso y se puede comparar con cualquiera y dejarlos en ridículo (según él); a menudo se mira en el espejo de forma petulante y se pavonea.
Los megalómanos narcisistas por naturaleza se consideran personas especiales y únicas. Esperan recibir aprobaciones y elogios por sus cualidades superiores, sintiéndose desconcertados cuando no obtienen el reconocimiento que creen que merecen y, a menudo, tienen la tendencia a reflexionar sobre esta falta del otro, pero nunca sobre las suyas.
Es mentiroso
Por supuesto, el megalómano inventa cualquier situación para vanagloriarse ante los ojos de los demás. Por lo general, es una persona con poca personalidad y, por lo tanto, tiene una profunda sed de aprobación. Al megalómano no le importan cómo serán los resultados de sus acciones, sino solo el éxito que se deriva de él mismo y que sea aprobado por los demás.
No le interesa hacer el bien, sino solo ser aclamado por los demás. También posee una gran capacidad para decir mentiras, incluso cuando no es necesario o cuando el riesgo de ser atrapado es muy alto.
El megalómano inventa experiencias de vida que claramente no ha tenido con el único sentido de causar una impresión en los demás. Puede inventarse desde cenas importantes en reuniones con personajes famosos, viajes y contacto con personajes destacados, que en realidad solo existen dentro de su imaginación.
Habla de él en tercera persona
El Síndrome de Hubris es un desastre recién enmarcado por Lord David Owen en la revista ‘cerebro’. El médico y político inglés describe el trastorno con gran detalle al asociarlo con comportamientos arrogantes y presuntamente inspirados, que se acompañan de una preocupación maníaca por la propia imagen.
El término Hubris deriva del griego y su significado indica presunción y arrogancia. Para poder hablar sobre esta patología, deben estar presentes al menos tres de los 14 síntomas bien identificados, entre los que se incluyen:
- La predisposición a realizar acciones que se ponen de manifiesto;
- una preocupación exagerada por la imagen de sí mismo;
- una exaltación de las propias acciones;
- la tendencia a hablar de uno mismo en tercera persona y una excesiva confianza en los juicios, entre otro síntomas específicos más.
Se siente superior
El megalómano, obviamente, cree que viaja en una vía rápida en comparación con el resto de los mortales. Está convencido de que posee conocimiento y calidad fuera de lo común, de haber llegado a la vida y de haber alcanzado alturas más altas que las de los demás.
El problema es que la mayoría de las veces es un globo inflado sin cualidades particulares, pero eso es lo suficientemente afortunado como para poder reclinarse en situaciones de comodidad o en un éxito momentáneo, que debido a sus trastornos de personalidad tendrá dificultades para continuar.
Megalomanía y mitomanía: clasificación y terapia
En el nivel de diagnóstico, el DSM IV (la 4ª edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales) clasifica las dos patologías entre los trastornos de personalidad narcisistas y los histriónicos.
El histriónico, de hecho, hace todo lo posible por llamar la atención y despertar la admiración de los demás, mientras que el narcisista tiene una autoestima ilimitada, se percibe a sí mismo como un individuo extraordinario. Por lo tanto, los mitómanos y los megalómanos tienen rasgos histriónicos y narcisistas.
Ambos trastornos pueden ser tratados con psicoterapia. El tratamiento tendrá como objetivo investigar los orígenes de la patología que, como se informó anteriormente, a menudo surge de una relación conflictiva con la autoimagen que se manifiesta desde la infancia.
El uso de intervenciones psicoterapéuticas de tipo cognitivo-conductual o un enfoque de terapia psicodinámica es frecuente.
La psicoterapia se acompaña luego de un tratamiento farmacológico basado en antidepresivos o estabilizadores del ánimo, según las necesidades específicas del paciente. Si el sujeto es víctima de ideas delirantes, en su lugar se prescribirán antipsicóticos.
me encantan los articulos que publican, muchas gracias
Es demasiado petulante decir que la mayoría solo son globos inflados sin habilidad. Aunque yo no me identifique con esos comportamientos, conozco superdotados clínicos (CI:+140) que sí que los tienen.
El articulo expone claramente que «la mayoría» solo son individuos que aparentan habilidades que no las tienen. Tus conocidos intelectuales serán la minoría de los casos. Saludos