Anna Freud | Teoría psicodinámica y el psicoanálisis

Biografía de Anna Freud

Anna Freud fue una psicóloga austriaca, hija del famoso Sigmund Freud. La psicoanalista continuó el trabajo de su padre, pero aplicado al área de la psicología infantil

Anna Freud (diciembre de 1895 – octubre de 1982) fue una psicoanalista vienesa de origen judío que desarrolló su trabajo de investigación alrededor del tema de la psicología infantil. Su vida la dedicó al profesorado de educación elemental. De este modo, ejerció la docencia hasta caer enferma de tuberculosis en 1920. Y vivió la última etapa de su vida dando conferencias en los Estados Unidos.

Con una de sus hermanas llegó a tener una relación un tanto ambigua. Esto debido a que Sophie era la predilecta de su madre, y la más hermosa de las hijas. Por lo que, Anna trató de subsanar esta carencia con su progreso intelectual. En cuanto a su padre, la condición era extremadamente afín. Se trataba de un médico neurólogo austriaco de origen judío. Sigmund es considerado, además, el padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. ​

En sus últimos años, Anna Freud se convirtió en asidua visitantes de la Facultad de Derecho de Yale. Allí realizó cursos sobre la delincuencia y sus efectos en las relaciones familiares. En esta área trabajó con Albert Solnit y Joseph Goldstein. Y con ellos publicó sus colaboraciones en “Más allá del interés superior del niño” en el año de 1973. Falleció a sus 87 años, durante el sueño, en su domicilio de la ciudad de Londres.

Biografía de Anna Freud

Anna fue la última hija de seis hermanos, del matrimonio de Sigmund Freud y Martha Bernays. Con su madre no tuvo una buena relación, dado que había sido criada por Josefine Cihlarz, una institutriz católica. Con ella estableció un trato especial, y la calificó como “la relación más antigua y más genuina de su niñez”. Esto fue lo que, posteriormente, la inspiró a trabajar el concepto de “madre psicológica” y a desarrollar el contenido del artículo “Perder y ser perdido”.

Su padre jugaba con ella colocándole apodos como “Annerl”, al relacionar su venida al mundo con un momento de fortuna financiera, dado que su labor clínica aumentó. También la llamaba “demonio negro”, por su carácter desenvuelto, alegre y soñador. Aunque ella actuaba así solo dentro del seno familiar y de las amistades cercanas. En público, por el contrario, era considerada como de naturaleza seria y tímida. 

De niña estudió hebreo, inglés, alemán, francés e italiano y a los catorce años se interesó por los debates en la Sociedad Psicoanalítica. Le gustaba tejer, aunque su estilo de la moda era el típico de su entorno, con ropa discreta, larga y ancha, para ocultar la figura. A la edad de 17 años, al concluir sus estudios de secundaria se retiró a Merano, ciudad ubicada en el norte de Italia. Allí se recuperó de una gran pérdida de peso y se aisló por causa de la boda de Sophie. Su padre le recomendó no asistir, ya que era un tema que la perturbaba.

Es aquí donde Anna comienza a experimentar ensoñaciones diurnas e historias fantasiosas. Esto es más tarde planteado en el trabajo “Relación entre fantasías de flagelación y sueño diurno”. Tema con el que se da a conocer en la Sociedad Psicoanalítica de Viena en 1922. Su relación con los hombres nunca fue de gran interés en su vida; y entre los más conocidos se encontraban Ernest Jones y Hans Lampl. La causa es que no contaba con la aprobación de su padre, a quien prefirió dedicar sus cuidados una vez que este se hizo mayor. 

Legado dejado por Anna Freud a la humanidad

De manera práctica, podemos hablar de dos grandes áreas en las que esta famosa psicoanalista se desenvolvió:

Creación de casas de acogida para los niños

En el año 1938, Anna Freud y su familia huyeron de Austria y emigraron a Inglaterra debido a la invasión nazi. En este país, fundó La Guerra Hampstead Nursery, una institución que proporcionaba cuidados de crianza y unión a las víctimas más jóvenes de la guerra. Ana publicó entonces sus observaciones sobre cómo el estrés afectaba a los niños.

También habló de la importancia de la creación de casas de acogida para aquellos que habían perdido a sus padres. Y estableció una relación entre las ausencias de sus vidas y las patologías típicas infantiles. El instituto comenzó a ofrecer cursos sobre los problemas de la niñez, a partir de 1947. Asimismo, Anna participó en la construcción de una clínica que ofrecía servicios a niños con necesidades psicológicas.

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Su contribución a la psicología infantil 

Anna Freud se dedicó aún más que su padre a investigar la psicología infantil, el período de la pubertad y su influencia en la formación del carácter. Es así como lo supera y llega a realizar una mayor interpretación de la dinámica del desarrollo de los seres humanos durante la etapa de la adolescencia. También, investigó los efectos de este período de vida en la psicología del comportamiento.

Sus trabajos científicos se concentraron en los períodos: infancia (6-11 años), pubertad (11-13 años) y adolescencia (13-18 años). Asimismo, analizó la interdependencia de tales etapas con el aparato psíquico. Y, estudió tres entidades fundamentales: el principio del yo, conocido como realidad; la identidad y el superego (instinto o conciencia). Esto es lo que se conoce como teoría psicodinámica.

Por último, Anna Freud concluyó que durante la adolescencia se desarrollan las funciones sexuales. Y este hecho tiene una influencia directa en la personalidad y la conducta psicológica del ser humano. Las hormonas causan desequilibrios y generan conflictos internos en los adolescentes. A su vez, el proceso de desarrollo del superego se da en la etapa de latencia. Es entonces cuando el niño asimila los valores y la moralidad de las personas importantes para él. Así se identifica con estas a partir de valores, crianzas y experiencias de vida.