La resiliencia y la felicidad mejoran la calidad de vida

La resiliencia y la felicidad mejoran nuestra calidad de vida

Resiliencia y felicidad es el consejo para vivir mejor y enfrentar las situaciones difíciles. Entérate cómo lograrlo con un esfuerzo consciente

La resiliencia y felicidad son conceptos complementarios. La primera es la habilidad que posee la gente para superar o recuperarse tras una experiencia trágica o traumática.

La segunda es el estado óptimo al que todos aspiramos, pero que solo podremos lograr si dejamos atrás las circunstancias emocionalmente dolorosas que hayamos vivido y aceptamos con entusiasmo los aspectos buenos y malos de la existencia.

Encarar las situaciones con un enfoque positivo es optimismo y este es, sin duda, un factor característico de un individuo resiliente. Además, estas personas no solo se sobreponen a la adversidad, salen fortalecidos de ella y con una capacidad mayor para continuar felices con su vida. Podemos compararlas a la mitológica Ave Fénix, que periódicamente se consume en fuego y después resurge, más hermosa aun, de las cenizas.

Resiliencia y felicidad – Un gran equipo

Otra comparación que nos ayuda a entender esta cualidad es la flexibilidad del junco, que cuando es azotado por el viento se dobla, pero no se parte. De idéntica forma, los individuos resilientes poseen en sí mismos la fortaleza necesaria para retornar a su posición vertical, ni se derrumban ni permanecen anclados al dolor. A modo general, se caracterizan por tener:

  • Sistemas de apoyo. Cónyuge, familiares o amigos cercanos, proporcionan un firme sostén, físico y mental, al cual recurrir a la hora de la prueba. Es decir, con ellos existe una relación positiva en la que hay un intercambio de recursos emocionales, tales como: como comprensión, diálogo, amor, etc.
  • Talento en la resolución de problemas. Se trata de gente práctica que se anticipa a las dificultades, las identifica con rapidez y cuenta con los recursos para enfrentarlas de manera eficaz.
  • Autoconfianza y comunicación positiva. La persona tiene una imagen favorable de sí misma, está consciente de sus atributos y cualidades. Además, le es sencillo establecer relaciones con otros, pedir ayuda cuando la necesita y expresar sus sentimientos con libertad.
  • Sensación de control y flexibilidad. Ellos piensan que pueden regular los acontecimientos de su vida y no al contrario. De igual manera vigilan sus sentimientos e impulsos, aunque se adaptan a los cambios que surgen, sacando una lección de cada experiencia.

¿Podemos aumentar esta habilidad?

Intuitivamente vemos que ser resilientes es una característica muy deseable. Como sociedad se podría decir que hemos desarrollado esa capacidad a lo largo de los años, volviéndonos indiferentes a la pobreza extrema, el trauma y el sufrimiento ajeno. No obstante, la situación es diferente si nos toca de modo personal.

Si hemos crecido en un ambiente protegido es probable que carezcamos de los elementos necesarios para afrontar la adversidad e incluso, a veces, los problemas diarios. Aunque la idiosincrasia del latino nos hace expresar lemas del tipo “que sea lo que Dios quiera”, “al mal tiempo buena cara” y otros del mismo estilo, que indican una cierta resiliencia.

Con la adquisición de dicha cualidad estaremos mejor preparados al afrontar los contratiempos que se nos presentan a diario. Algunas estrategias para desarrollarla serían:

  • Establecer un mecanismo de apoyo. Esto implica crear interacciones auténticas con nuestros seres queridos y la comunidad en la cual nos desenvolvemos. Y debemos estar dispuestos a pedir socorro si las condiciones lo ameritan.
  • Aceptación. No tiene sentido luchar contra los cambios, son ineludibles. Es preferible enfocarlos con optimismo porque representan, en muchos casos, oportunidades de crecimiento en nuestras vidas.
  • Responder oportunamente. Posponer el momento para enfrentar un infortunio solo ocasiona estrés; puesto que, por lo general, las soluciones no aparecen solas, sino que hay que buscarlas. Así, que conviene generar inmediatamente la manera creativa de abordarlo.
  • Crear un entorno positivo. Rodearnos de gente optimista, leer historias de éxito, ver películas basadas en hechos reales que transmiten un mensaje de superación, etc. favorece que sustituyamos el negativismo por la grandeza y le da un nuevo sentido y valor a la vida.

En resumen, necesitamos resiliencia y felicidad para ser más fuertes y llevar una mejor existencia. Quizás ya poseemos algunos de estos aspectos; sin embargo, con un poco de esfuerzo y ayuda externa podremos alcanzar los niveles que nos proporcionen un mayor bienestar psicológico.