Parricidio – ¿Arquetipo psicológico o signo de familia disfuncional?

Sufrir un parricidio

Un parricidio, al igual que cualquier otro asesinato, es un crimen horrendo. Veamos por qué razones una persona puede llegar a sentirse obligada a cometerlo.

Parricidio es el nombre jurídico dado al acto de quitarle la vida a uno de los progenitores, ya sea el padre o la madre. El hecho de que exista un vínculo consanguíneo, hace que en muchos países el castigo para este crimen sea siempre muy severo.

Existen muchos casos de este tipo de asesinato, a través de la historia. Quizás los más famosos correspondan a príncipes que luchan por el poder contra el rey, su ascendiente directo. En la literatura, Los hermanos Karamazov de Fiódor Dostoyevski es una obra magistral que trata dicho tema.

Sufrir un parricidio

Un relato muy popular, respecto al parricidio, pertenece a la mitología griega. En este, Edipo fue predestinado para asesinar a su padre y tomar a su madre por mujer. Para evitarlo, desde niño fue enviado lejos; pero, nada impidió el cumplimiento del oráculo.

La palabra es mencionada en la Biblia, primera epístola de Pablo a Timoteo, dentro de una lista de transgresiones horrendas. En general, siempre se ha considerado un crimen fuertemente rechazado y execrable. 

En un principio, el acto de matar asociado a este término incluía a cualquier familiar, incluso político. Después se limitó a parientes consanguíneos en línea directa.

Es decir, también abarcaba a los padres que mataban a sus hijos. La historia de Abraham e Isaac, y el sacrificio sustituto narrada en Génesis, es muy conocida por todos. Según el relato bíblico la fe del patriarca fue probada. Y la historia quedó como un testimonio de que Dios condena el parricidio. Hoy en día, esto se hubiera denominado un filicidio.      

¿Qué factores se conjugan para que se dé un parricidio?

Lamentablemente, no existe un mecanismo para predecir que una persona vaya a asesinar a uno de sus progenitores. Por suerte, se trata de un crimen poco común. Sin embargo, ciertos factores pueden constituir una alerta de que ese riesgo está latente. Veamos cuales son:

  • Familia disfuncional. Se trata de un grupo que sufre de conflictos continuos, donde uno o más de sus miembros exhibe un mal comportamiento. También se pueden ver casos de violencia, drogadicción, dependencia alcohólica, etc. Su existencia no se limita a una clase social, estatus económico o nivel educativo. En general, se podría decir que estos son hogares donde sus miembros están sometidos a un estrés inaceptable.
  • Abuso sexual. La mayoría de las veces cometidos por los padrastros. Pero incluso se han visto muchos casos de padres que violan repetidamente a sus hijas; y a veces, hasta a sus hijos. En esos hogares, la madre suele estar ausente o finge ignorar lo que sucede. Y es este último hecho el que al final logra desquiciar al parricida.
  • Arma de fuego. En la casa hay una pistola, revólver o escopeta que todos saben el lugar donde se encuentra. Muchas veces el padre utiliza toda la agresividad descrita contra la madre. Entonces, el asesinato se da cuando un hijo amoroso decide defenderla a ella o a sus hermanas.  

La mayoría de los parricidas, cuyas acciones han sido analizadas con lupa, eran: jóvenes sin preparación universitaria, solteros y sin antecedentes penales. Por lo general actúan solos y no tratan de escapar del lugar del crimen.

Asimismo, se ha visto que muchos de ellos sufren de alguna forma de esquizofrenia o personalidad antisocial. O sea, que muchas veces un trastorno mental unido a un hogar destrozado, lleva a una persona a quitarle la vida a uno o ambos padres.

Características generales de los parricidas

El parricidio y los daños colaterales que ocasiona
Woman in depression

Kathleen Heide, criminóloga dedicada al análisis de este tipo de asesinatos en la Universidad de Florida, ha escrito dos libros sobre el tema. Sus títulos son: Entendiendo el parricidio (Understanding parricide) y ¿Por qué los niños matan a sus padres? (Why kids kill parents). En ellos se habla de tres tipos de parricidas:

  • Niños severamente abusados. Se trata de aquellos que por años han sido víctimas de maltratos sexuales. Las denuncias realizadas ante autoridades escolares y policías no han dado resultado. Por lo general, han intentado escapar de sus hogares sin éxito. Profundamente deprimidos, al final, optan por matar al progenitor victimario para protegerse a sí mismos, a sus hermanos o al otro progenitor.
  • Niños peligrosamente antisociales. Estos son individuos que con su acción buscan algo específico: libertad, cobrar una herencia, deshacerse de alguien que les irrita, etc. Son violadores de los derechos de los otros cuando les conviene, retadores y muestran total irresponsabilidad antes sus acciones. Suelen ser diagnosticados con desórdenes de conducta y representan un riesgo no solo para sus padres, sino para la sociedad. Ej.: hermanos Menéndez.
  • Niños con trastornos mentales severos. Suelen ser psicóticos, que consumen sustancias psicotrópicas. Y el riesgo de que se vuelvan peligrosos aumenta cuando detienen el uso de los medicamentos. Pueden actuar bajo un delirio, una alucinación, o una orden proveniente de sus mentes que les ordene matar.       

Por último, el hogar es para la mayoría de las personas el lugar más seguro. Sin embargo, cuando la salud mental de la persona está disminuida, no hay estabilidad o la familia es disfuncional puede aparecer el parricidio.

Muchas veces se dan señales precursoras de que este evento sucederá, pero, nadie suele notarlas o creerlas. Los maestros, en especial, y los psicólogos escolares deben prestar mucha atención a estos signos. Si en el entorno inmediato no hay un psicoterapeuta entonces se recomienda buscar uno.