Sistema carcelario | ¿Genera la prisión buenos ciudadanos?

El sistema carcelario y el cuidado de los internos

El sistema carcelario parece ser ineficaz en la consecución de sus objetivos. Se impone buscar una reforma humanitaria que permita transformar a los delincuentes en ciudadanos ejemplares.

El sistema carcelario o penitenciario de una nación es una de las partes más importantes de su estructura penal. La misma abarca las cárceles para criminales de baja peligrosidad y también para los reos de pena de muerte, en aquellos países donde este aplique. Adicionalmente, se encuentran allí incluidos los mecanismos relacionados con:

  • Trabajo comunitario.
  • Libertad vigilada o bajo fianza. Así como, el sistema llamado “casa por cárcel”.
  • Reclusión de menores de edad, antiguamente denominados correccionales.
  • Colonias penales o penitenciarias. Ej.: Australia (Gran Bretaña), Guyana Francesa (Francia), etc. No existen actualmente.
  • Hospitales psiquiátricos penitenciarios, etc.   

La función de las cárceles, en principio, es doble. Por un lado, castigar con la pérdida de la libertad a quienes, de una u otra forma, han violado la ley. De este modo, se espera disuadir a los reclusos de volver a cometer algún crimen; es decir, que no ocurra la reincidencia. Por otra parte, el propósito es enseñarles un oficio, a leer y escribir, etc., cuando carecen de tales habilidades. De forma que, puedan reinsertarse en la sociedad y llevar una vida con propósito.    

En la práctica, al menos en América Latina y quizás en el mundo, se puede afirmar que el sistema penitenciario de ningún país cumple con estos objetivos. En parte, porque se carece de los recursos necesarios para lograrlo: espacio, dinero, personal debidamente entrenado, etc. Además, los mismos carceleros suelen ser personas con tendencias disfuncionales, que más bien crean o refuerzan con sus actos las acciones criminales.    

¿Cómo funciona el sistema carcelario actualmente?

Dado que, en la prisión, todos los reclusos están juntos, pasa lo mismo que cuando se coloca una manzana buena en una cesta de frutas podridas. ¿Qué sucede? La manzana se daña. Así, el que fue enviado a la cárcel a purgar una condena por robo, cuando salga es probable que sepa hacerlo con mucho más arte. Y, además, habrá aprendido otras mañas ilegales y métodos para burlar al sistema judicial. Sencillamente, nadie se sana, sino que cada vez los prisioneros se enferman más.    

La forzada convivencia en un lugar pequeño y carecer de actividades planificadas que no dejen lugar al ocio tiene serias consecuencias. Entre ellas: formación de bandas y peleas entre ellas, abusos sexuales, enajenación mental, pérdida de la esperanza y más. De tal manera que, el individuo que cumple su condena y sale en libertad no es el mismo que entró. En la gran mayoría de los casos, por no decir todos, será una persona peor. Sus principios morales, si alguna vez los tuvo es probable que hayan desaparecido.

Y para completar el sombrío panorama, es poco probable que un expresidiario consiga trabajo legal. Nadie quiere darles empleo porque se considera que son personas riesgosas y poco confiables. Así que, aunque sus intenciones hayan sido buenas y deseen reformarse, es poco probable que lo consigan. Y para sobrevivir, y mantener a sus familias cuando las tuvieren, prácticamente se verán forzados a delinquir de nuevo. Se establece, de esa manera, un círculo vicioso del cual es muy difícil escapar.

¿Hay alguna forma de resolver esta tétrica situación? 

Dado que las cárceles no han logrado, a lo largo de la historia, cumplir con su misión se propone eliminarlas. La idea es reemplazarlas con otros mecanismos que sean más efectivos y menos inhumanos. Nace así el abolicionismo penal, un movimiento criminológico de mediados del siglo pasado diseñado por naciones desarrolladas como Noruega, Holanda y Alemania. No se confunda esta expresión con la reforma penitenciaria que apuntar a mejorar las condiciones de los reclusos.

Ente las propuestas planteadas por el movimiento abolicionista de las prisiones se encuentran:

  • Sistema penal. Diversas reformas como reemplazo del confinamiento carcelario por la libertad condicional bajo supervisión. Así como, restitución del daño hecho a las víctimas, cuando esto fuere posible y/o trabajo para la comunidad. También se habla de disminución de los períodos de encarcelamiento o de la discrepancia étnica entre los encarcelados.
  • Cárceles. Mejora de la situación general dentro de las prisiones. 
  • Prevención. Evitar la comisión del delito en lugar de castigarlo.
  • Educación. Informar a los ciudadanos que nunca han sido recluidos de las condiciones y problemas de las cárceles.
  • Condena injusta. Prevenir que estas situaciones se sigan presentando.

Son muchos los argumentos expuestos para abolir el encarcelamiento. Por ejemplo, una representación legal inadecuada, que es el caso de todos aquellos que no pueden pagar por un buen abogado que los defienda. El hecho de que la prisión es perjudicial para el reo y la comunidad, desde los puntos de vista social y económico. O que los sistemas carcelarios violan los derechos humanos, y ni hablar de las cadenas perpetuas. Este es un método que confiere carácter legal a un acto violento, cruel y deshumanizador. 

Por último, el movimiento abolicionista de la prisión considera que el sistema carcelario es ineficaz en su esfuerzo por desestimular el delito. Al igual que tampoco logra que las personas sean menos agresivas. ¿Es mejor el nuevo sistema propuesto? No lo sabemos porque no lo hemos probado. Démosle una oportunidad y veamos que sucede. Por lo pronto, en Holanda convirtieron una antigua cárcel en un hotel de lujo. Si desea ser voluntario en una acción social que involucre a la población penal, converse con un psicólogo. 

Bibliografía
  1. Committee on Causes and Consequences of High Rates of Incarceration; Committee on Law and Justice; Division of Behavioral and Social Sciences and Education; National Research Council; Board on the Health of Select Populations; Institute of Medicine. Health and Incarceration: A Workshop Summary. Washington (DC): National Academies Press (US); 2013 Aug 8. 1, Impact of Incarceration on Health. Available from: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK201966/
  2. Massoglia, M. y Pridemore, WA (2015). Encarcelamiento y salud. Revisión anual de sociología , 41 , 291–310. https://doi.org/10.1146/annurev-soc-073014-112326

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