Juicio oral – Cuando el jurado es timado por sentimientos empáticos

Juicio oral y la empatía del jurado

En un juicio oral se requiere imparcialidad si se desea hacer justica. Pero, ¿qué pasa si alguno de los actores se aprovecha de la empatía para engañar?

Un juicio oral es aquella etapa del proceso penal en el que se exhiben las pruebas recabadas durante la investigación. En tales sesiones, delante del juez y del jurado, se encuentran las partes defensoras y acusadoras. Y allí testigos y abogados hacen sus alegatos respectivos. El acusado también se encuentra presente en esta fase, digamos, de naturaleza pública. Se asume que el procedimiento es siempre totalmente imparcial, pero, sabemos de casos de culpables absueltos e inocentes condenados.

¿Cómo puede ser esto posible? Para responder en parte este gran interrogante, debemos hablar un poco acerca de la empatía. Esta se ha definido como la habilidad que tiene una persona de ponerse en el lugar o en los zapatos de otro. Es decir, el ser humano que es empático, percibe lo que piensa o siente el individuo con quien habla. Así, se entiende que es una característica positiva, que permite hacer amigos, ayudar a otros y desarrollar mejores relaciones interpersonales.

Pero, en el mundo de la empatía no todo es color de rosa, porque la verdad es que esta presenta diferentes dimensiones:

  • Empatía cognitiva. Es aquella que solo nos lleva a identificar lo que experimenta la persona. Se podría comparar a lo que sucede cuando vemos un programa de televisión que no nos impacta. Entendemos lo que sucede, pero, no sentimos nada al respecto.
  • Empatía afectiva paralela. Aquí no solo conocemos, sino que podemos sentir lo que experimenta el otro, hay una conexión afectiva. Así, dejamos de ser simples espectadores para empezar a participar activamente de sus emociones.
  • Empatía afectiva reactiva. En este caso, las emociones de la otra persona nos afectan. Es decir, eliminamos las fronteras y nos metemos de lleno en la situación. Sufrimos o disfrutamos a la misma par de nuestro interlocutor. 

¿Puede la empatía ser dañina?

¡Sí! Cuando somos afectivamente empáticos establecemos conexiones valiosas y auténticas, pero, al caer en el plano reactivo corremos riesgos. En estos casos, aun sin darnos cuenta, podemos terminar hundidos en situaciones ajenas. E incluso, es posible, que, en lugar de ayudar a la otra persona, contribuyamos a aumentar su sufrimiento. Se termina perdiendo la autonomía y la capacidad de dar consejos sanos o respuestas eficientes. Nos agotamos.

Esto es lo que los médicos, psicólogos, abogados y otros profesionales que trabajan con individuos sometidos a condiciones demandantes, no se pueden permitir. Por un lado, desaparecería su capacidad objetiva. Y así no pueden ayudar de una manera efectiva. Y, además, se verían comprometidos emocionalmente, al experimentar un estrés que en nada beneficia a sus pacientes o clientes. Con el propósito de ayudar a la otra persona, se harían a sí mismos víctimas de la situación.

Y, ¿qué pasa cuando la empatía se usa intencionalmente para manipular a los demás? La dimensión fría o cognitiva permite levantar el mapa emocional; pero, sin establecer una conexión afectiva con las personas. Así, se puede tener una visión estratégica de: necesidades íntimas, inquietudes, temores, motivaciones, actitudes, etc. Datos que utilizados de una forma interesada y ruin se convierten en un arma poderosa para mover a los demás hacia donde se desee.

Juicio oral – ¿Pone de manifiesto la empatía cognitiva?

No hay duda de que, la empatía debería ser un rasgo fundamental del buen abogado. Porque, no hay forma de que estos puedan ayudar a sus clientes si no se identifican, hasta cierto punto, con ellos. Solo así podrán entender las conductas exhibidas y aconsejar de manera realista las acciones a tomar. Sin embargo, cuando los juristas caen en el plano afectivo reactivo, pueden llegar a torcer la decisión del jurado. Y así, aparecen esos famosos errores, de los que alguna vez hemos escuchado hablar.

Veamos lo que puede acontecer en ambos casos:

  • Defensor. ¿Se imagina lo que sucede cuando el abogado presenta el entorno de su cliente de una manera tan real y deprimente que el jurado comienza a sufrir por él? Entonces, estas personas se olvidan de la víctima, del hecho acontecido y no logran hacer justicia. Son marionetas en manos de alguien que mueve sus decisiones hacia donde le apetece.
  • Acusador. Lo mismo pasa cuando el fiscal es empático cognitivo y hacer ver al acusado como un monstruo. Sus intervenciones le llegan al alma al jurado. ¿Y si la persona fuera inocente? El punto es que por las manipulaciones de que fueron objeto, se perdió la objetividad.   

Y no solo, los abogados, sino que también el propio acusado puede ser un manipulador con la habilidad de inclinar los argumentos a su favor. Por esto, durante un juicio oral hay que tener cuidado con quienes aprovechan la empatía para lograr sus propósitos. ¿Teme que su falta o exceso de sentimientos empáticos esté afectando sus interrelaciones con familiares y amigos? Entonces, es hora de consultar con un psicólogo que le guíe a mejorar esa área de su vida. ¡Si es posible!