Existen algunas estrategias y habilidades que los niños con ansiedad pueden explorar, con la finalidad de poder canalizar el estrés que les produce la ansiedad infantil y el sentirse agobiados por esa sensación de ansiedad.
Aprende a manejar los síntomas de ansiedad en los niños con estos sencillos consejos para ayudar a tu hijo a sobrellevar su ansiedad.
Cuando los niños sufren ansiedad crónica, es natural que los padres busquen estrategias para solucionar o detener la ansiedad. Es muy difícil para los padres ver a un niño pequeño sufrir ansiedad, y muchos padres que tienen buenas intenciones, sin saberlo, empeoran este problema al intentar proteger a sus hijos de experimentar emociones negativas.
El objetivo del tratamiento para la ansiedad es ayudar a los niños a aprender a manejar sus respuestas emocionales a sus desencadenantes. Evitar los desencadenantes no ayudará a los niños a aprender a enfrentarlos, y además no todos los desencadenantes pueden ser evitados. De hecho, aunque la evitación podría ayudar a los niños a sentirse mejor a corto plazo, puede amplificar los temores con el tiempo. Los niños necesitan aprender a tolerar sus sentimientos de ansiedad y desarrollar estrategias de afrontamiento para manejarla.
Todos los niños son diferentes y lo que funciona bien para un niño podría no funcionar para otro. Aprender a manejar los síntomas de ansiedad y hacer frente a los desencadenantes requiere tiempo y práctica. Los padres pueden ayudar a sus hijos probando algunas de estas estrategias en casa.
Practica estrategias de relajación
Los niños con ansiedad necesitan aprender a regular sus respuestas emocionales y físicas (estas se entrelazan) cuando entran en modo de lucha o huida. Aquí hay algunas técnicas que pueden ayudar:
- Respiración profunda: Enseñarles a tus hijos sobre la “respiración arcoíris”, que es respirar lentamente y pensar en cosas que les gusten y que puedan relacionar con cada color, les ayuda a disminuir su ritmo cardíaco y relajar sus músculos. Practica esta estrategia cuando estés tranquilo para aumentar su efectividad cuando estés ansioso.
- Relajación muscular progresiva: la mayoría de los niños tensan sus músculos cuando se sienten ansiosos. Muchos incluso aguantan la respiración. Un simple proceso de dos pasos ayuda a los niños a aprender a usar sus músculos para aliviar el estrés físico que experimentan cuando están ansiosos. 1) Tensa un grupo muscular específico (por ejemplo, brazos y manos o cuello y hombros) y mantenlos presionados durante cinco segundos y 2) libera el grupo muscular y observa cómo te sientes. Trabájalo de pies a cabeza para comprender mejor todos los músculos afectados por la ansiedad. Con práctica, los niños pueden aprender a hacer esto en la escuela.
- Crea un kit de relajación: llena una caja con actividades relajantes elegidas por tu hijo y crea un centro de relajación en algún lugar de tu hogar. Este puede incluir música, libros para colorear, juguetes inquietos, un mini cajón de arena, arcilla, libros y animales de peluche.
Afrontar la ansiedad escribiendo
Escribir sobre las preocupaciones ayuda a los niños a aprender a expresar sus sentimientos de ansiedad. Los niños ansiosos tienden a internalizar sus pensamientos ansiosos por largos períodos de tiempo. A menudo, no quieren que otros carguen con sus preocupaciones. Dedicar tiempo a expresar esos sentimientos durante quince minutos cada día ayuda a los niños a aprender a superar sus preocupaciones. Intenta hacer uno de estos ejercicios a la misma hora todos los días (una hora antes de acostarse es un buen momento ya que la ansiedad tiende a aumentar por la noche):
- Escribir y arrancar: haz que tu hijo escriba o dibuje sus preocupaciones en un trozo de papel, las lea y luego las arranque y las tire por la noche. Esto ayuda a los niños a expresar sus preocupaciones en voz alta y dejarlas ir.
- Diario de preocupaciones: escribir un diario de preocupaciones ayuda a los niños a ver cómo sus pensamientos ansiosos mejoran con el tiempo. Escribir las preocupaciones del día seguidas de un pensamiento positivo ayuda a romper el ciclo del pensamiento negativo que puede exacerbar la ansiedad.
- Caja de preocupaciones: esta es una gran herramienta para usar antes de acostarse. Haz que tu hijo decore una vieja caja de pañuelos con sus cosas favoritas o cúbrela con pegatinas. Ayúdalos a escribir sus preocupaciones del día y colóquenlas en la caja una por una, después de que las compartan contigo. Lleva la caja a tu habitación por la noche y ofrécete a guardarla para ellos.
Confrontamiento
Cuando los niños aprenden que tienen el poder de responderle a sus cerebros preocupados, se sienten capacitados para hacer frente a los factores estresantes que producen ansiedad. Enséñale a tu hijo que los pensamientos ansiosos nos hacen sentir impotentes, esforzarse para poder responder a los pensamientos ansiosos nos da control sobre la situación.
- Hacerles saber quién manda: haz que tu hijo se diga a sí mismo esta frase constantemente: “¡Mis preocupaciones no me van a controlar! ¡Sé que soy capaz de manejar esto!”. Ayuda a tu hijo a crear guiones específicos para hacerle batalla a ciertos desencadenantes.
- Detener los pensamientos: cuando los pensamientos intrusivos abruman a los niños, entran en modo de lucha o huida. Enséñale a tu hijo a detener los pensamientos de ansiedad antes de que empeoren. Esta técnica interrumpe el ciclo de pensamiento ansioso.
- Crear un personaje: Una cosa que ayuda a los niños pequeños es crear un personaje para representar la ansiedad. Es más fácil responder a un personaje que pueden visualizar en el momento.
- La ansiedad infantil puede ser abrumadora tanto para el niño como para los padres, pero es tratable. Si la ansiedad de tu hijo es generalizada y afecta negativamente su capacidad para dormir, asistir a la escuela y otras áreas de su vida, busca una evaluación de un profesional de la salud mental con licencia.
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- Schwartz, C., Barican, J. L., Yung, D., Zheng, Y., & Waddell, C. (2019). Six decades of preventing and treating childhood anxiety disorders: a systematic review and meta-analysis to inform policy and practice. Evidence-based mental health, 22(3), 103–110. https://doi.org/10.1136/ebmental-2019-300096
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