10 hábitos que tienen los niños altamente sensibles

Hábitos de los hijos sensibles

Casi todas las familias que acuden a los psicólogos en busca de ayuda tienen niños con alta sensibilidad. Estos niños están programados para procesar y reaccionar a sus experiencias en el mundo más profundamente que otros niños.

10 hábitos de los niños altamente sensibles

Son niños increíbles que tienden a ser salvajes y dinámicos, persistentes y apasionados. Son increíblemente perspicaces y compasivos. Debido a su intensidad, también son propensos a tener más desafíos para adaptarse a las expectativas y límites de la sociedad.

1. Experimentan extremos emocionales

Los niños altamente sensibles tienen una tendencia natural a registrar sus sentimientos y experiencias en el mundo con mayor intensidad y profundidad que otros niños.

Los padres a menudo describen a sus hijos como exultantes o furiosos. Viven al límite, soltando exclamaciones absurdas como «Nunca me puedo sentar en el regazo de mamá», cuando, en realidad, nueve de cada diez veces ese niño ocupa ese codiciado espacio mientras su hermano relajado se sienta al margen.

2. Tienen mayores reacciones a los estímulos sensoriales

Los niños que son muy sensibles emocionalmente también suelen ser más sensibles a los estímulos sensoriales. Experimentan imágenes, sonidos, sabores, olores y texturas más intensamente.

Pueden rechazar los alimentos que tienen sabores y olores fuertes. Es posible que tengan una reacción exagerada si su sudadera acogedora favorita no está disponible. Se sienten bombardeados por sensaciones que no pueden manejar con eficacia, lo que puede amplificar sus reacciones emocionales.

Características de los niños altamente sensibles

3. Son más propensos a los brotes de ansiedad

Debido a su sensibilidad, los niños con alta sensibilidad están predispuestos a experimentar estrés más rápidamente. Se ven abrumados por sus grandes emociones y reaccionan de forma exagerada a la inundación sensorial que, naturalmente, conduce a colapsos más frecuentes e intensos.

4. Están fuertemente en sintonía con todos y con todo

Los niños altamente sensibles son «procesadores». Su mente nunca se apaga. Se enfocan intensamente y analizan todo. Es como si no tuvieran un filtro interno.

Esto los hace extremadamente perspicaces y compasivas. Pero también significa que se abruman más fácilmente, ya que absorben más de lo que pueden manejar.

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5. Tienen una mayor necesidad de control y pueden ser rígidos e inflexibles

Para tratar de hacerse con el control de un mundo que puede parecer abrumador, los niños con alta sensibilidad tienen ideas y expectativas fijas sobre cómo deberían ser las cosas para que la vida cotidiana sea más llevadera.

Dictar dónde se sientan, cómo debe lucir su cabello, de qué color debe ser el tazón de su cereal, qué ropa usarán y qué no usarán, o qué tan cerca puede estar el pollo de las zanahorias en su plato, demandas aparentemente absurdas, son todos los mecanismos de afrontamiento que los niños con alta sensibilidad utilizan para controlar un entorno que de otro modo parece estar fuera de control.

Cuanto más fuera de control se sienten los niños internamente, más tratan de ejercer control externo.

6. Son más temerosos y cautelosos en situaciones nuevas

Cuando los niños de alta sensibilidad ingresan a una nueva situación, ya sea en un salón de clases, una fiesta de cumpleaños o una clase de natación, sus mentes cambian rápidamente. Se preguntan: ¿Qué es este lugar? ¿Qué pasará aquí? ¿Quiénes son esas personas? ¿Qué debo esperar de ellos? ¿Les gustaré? ¿Estaré a salvo? ¿Seré bueno en lo que se espera de mí aquí?

Este análisis constante de su entorno hace que estos niños sean extremadamente brillantes y perceptivos. Pero también puede ser abrumador y hacerlos más propensos al estrés, especialmente en situaciones nuevas.

Para hacer frente, se aferran con orgullo a su zona de confort, lo que significa que a menudo se resisten a todo lo nuevo. Tienden a tener más dificultades para separarse de sus padres. Necesitan más tiempo para adaptarse cuando comienzan las actividades (pre)escolares.

7. Tienden a tener una menor tolerancia a la frustración

Los niños altamente sensibles tienden a experimentar más angustia y se dan por vencidos más fácilmente cuando se enfrentan a una tarea difícil. La incomodidad física que todos experimentamos cuando estamos en ese espacio en el que estamos trabajando, pero aún no dominamos una nueva habilidad es insoportable para ellos.

Esto les dificulta aprender nuevas habilidades, por ejemplo, cuando aprenden a andar en bicicleta o descubren cómo evitar que su torre de ajedrez se caiga.

8. Son propensos al perfeccionismo y les cuesta mucho perder

Niño altamente sensible en la naturaleza

Los niños altamente sensibles tienden a ser perfeccionistas. Cuando no pueden hacer algo exactamente como su cerebro les dice que debe ser, lo experimentan como una pérdida de control, una sensación que es muy incómoda y difícil de tolerar.

También son impulsados ​​a la vergüenza más fácilmente, a sentirse como «fracasos». Esta es también la razón por la que perder es tan difícil para estos niños.

9. Les cuesta entrar en el proceso de arreglarse a sí mismos

Incluso las instrucciones aparentemente benignas se perciben como acusaciones personales, no se ofrecen instrucciones útiles. Su vergüenza puede hacer que se rían, fulminen con la mirada, se enfaden o huyan. Todos estos son mecanismos de afrontamiento que brindan protección y alivio de una avalancha de emociones difíciles.

10. Son más conscientes y se retiran fácilmente

Los niños altamente sensibles tienden a preocuparse por cómo los ven los demás. Se sienten muy incómodos cuando se les llama la atención, incluso cuando los padres u otros adultos les dicen elogios. Son sensibles a sentirse examinados o evaluados. Es por eso que se sienten particularmente incómodos con los elogios, por extraño que parezca. Saben que esto significa que están siendo evaluados y absorben y reaccionan a la presión.