¿Cuántas veces has iniciado una actividad o un proyecto con entusiasmo y apetito y en el proceso ese entusiasmo se desvanece, se pierde, desaparece? ¿Cuántas veces no nos hemos convencido de que esta vez perseveraremos hasta el final, pero algo salió mal en el camino?
Tratar de mantenerse motivado hacia una meta importante no siempre es fácil. Especialmente para metas que requieren un compromiso a largo plazo, inversión de tiempo y esfuerzo.
Por qué perdemos la motivación rápidamente
¿Cómo terminamos en esta inacción y abandonando los proyectos que empezamos con tanto entusiasmo? A continuación se hace referencia a cinco de los principales motivos por los que perdemos la motivación rápidamente.
1. Trabajas por las razones equivocadas
Es sumamente importante que te preguntes por qué estableciste tal objetivo.
¿Por qué quieres estudiar la asignatura específica o por qué quieres alcanzar el objetivo laboral específico?
Si tus motivaciones son básicamente externas, es decir, están fuera de ti, es muy probable que no sean suficientes para alimentarte hasta el final. La opinión de los demás, lo que se demanda en el mercado, lo que demanda la sociedad y lo que haría feliz a un tercero, no suelen ser suficientes motivos para mantener vivo nuestro deseo por la meta.
Por el contrario, las motivaciones internas, las que nos conciernen, pueden mantenernos más coordinados y enérgicos hacia la realización de nuestro objetivo. Las motivaciones internas pueden ser nuestros propios deseos, nuestras inclinaciones, nuestros talentos, lo que nos hace felices, cómo queremos evolucionar.
Es necesario que puedas hacerte la pregunta sobre las razones primordiales. ¿Realmente te importa más lo que opinarán de ti por el logro o lograrlo es algo que te hace feliz a ti, independientemente de los demás.
2. Te enfocas en lo que no controlas
Nadie nos prometió que el camino para obtener nuestro doctorado sería una «luna de miel». En cada proyecto encontraremos dificultades y obstáculos que tienen que ver con lo inesperado y lo impredecible de la vida. Si tiendes a concentrarte demasiado en la responsabilidad de los demás y los culpas por lo que está mal en tu vida, probablemente tengas un problema.
Es importante concentrarse e invertir en lo que está bajo tu control
3. Te juzgas a ti mismo con mucha dureza
El camino para completar un objetivo es único para todos. Incluso si dos personas persiguen exactamente el mismo objetivo, lo lograrán a su manera y no al mismo tiempo, en la mayoría de los casos.
La creencia de que no hemos logrado lo suficiente hasta ahora, en comparación con otros o con lo que creemos que deberíamos haber logrado, es un concepto erróneo. Incorrecto porque nos centramos en lo que aún no hemos logrado y no en lo que hemos logrado.
Esta visión negativa de nuestra experiencia y nuestra absoluta creencia en estos «deberes» eventualmente nos paraliza. El cambio viene con esfuerzo, con pasos pequeños y constantes con fe en lo que hacemos y paciencia.
4. Tienes miedo de intentarlo, tienes miedo de fallar
Nada puede desanimarnos más que el miedo al fracaso. El pensamiento de que podemos invertir tanto tiempo, esfuerzo y no tener éxito es capaz de paralizarnos. Aunque no lograr un objetivo es siempre una posibilidad abierta, no tiene ningún sentido pensar en ello mientras hagamos un esfuerzo.
El fracaso es parte de la vida. El fracaso puede ser un paso hacia la meta y no el destino final. Eso depende de nosotros.
Necesitamos tener un plan B a mano, que suele ser sencillo: si no apruebo el examen, volveré a aprobar. Si no me llevan a este trabajo, continuaré la búsqueda. Si hago algo mal, lo intentaré de nuevo. Aunque las respuestas no siempre son tan sencillas, podemos encontrarlas.
5. No tienes horario o disciplina clara
Cuando trabajamos por un objetivo a largo plazo, necesitamos un plan. Nuestro programa asegura lo siguiente:
- Que el tiempo que tenemos a nuestra disposición es suficiente;
- Que podamos descansar o hacer otras cosas sin arrepentimientos;
- Que si pasa algo inesperado lo podemos gestionar;
- Que seamos conscientes de lo que logramos;
- Que podamos identificar lo que no nos está funcionando y solucionarlo a tiempo.
Debes decidir cuántas horas trabajarás, cómo y exactamente qué harás durante esas horas.
Mucha gente tiene miedo de comprometerse con las horas que dedicará a lograr su objetivo por miedo a fracasar.
La falta de planificación, sin embargo, también significa esfuerzos fragmentados, descoordinados e inadecuados, que conducen gradualmente a la resignación y a la pérdida rápida de la motivación.
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