Un duelo no superado es como una herida que no cicatriza

A veces la pérdida deja una herida que no cicatriza. Ser despojado de alguien a quien amas, ya sea por abandono, por una relación rota o por muerte, causa dolor. Es una experiencia que puede ocurrir a cualquier edad y bajo diferentes circunstancias. En estas situaciones, el dolor puede convertirse en una forma de vida.

Ningún período de duelo desaparece o se supera por sí solo. Por supuesto, el tiempo ayuda, pero si no desarrollas una nueva historia personal sobre lo sucedido, es muy posible que te encuentres atascado con una herida que no cicatriza.

Incluso puedes dejar de sentir el dolor, al menos conscientemente. Sin embargo, ese mismo dolor invisible afectará tu vida de diferentes maneras.

El duelo implica la reestructuración de tu mundo psicológico. Debes ser capaz de dar cabida a la aceptación de los acontecimientos. También debes provocar una transformación en tu forma de vivir y de ser.

Solo si puedes alcanzar este nivel experimentarás esa metamorfosis. Solo así lograrás la reducción del dolor que te aqueja y la capacidad de cerrar la puerta a la herida que no cicatriza.

La experiencia del duelo

La palabra «duelo» tiene dos significados. El primero se refiere al dolor y sufrimiento que sientes cuando pierdes algo que amabas. El segundo es un conflicto entre dos experiencias opuestas. Ambos procesos están presentes en el duelo o luto.

Frases para superar la pérdida de un ser querido

Por un lado, está la tristeza y el anhelo por cosas que no están y nunca volverán. Y también está el hecho de que tienes que enfrentarte a ti mismo en el contexto de esta situación. Durante el duelo se produce necesariamente una cierta tensión entre el pasado y el futuro. Esta tensión se concentra en extremo en el presente.

El duelo no solo se refiere a lo que sucede cuando pierdes a alguien. También puedes experimentarlo cuando pierdes situaciones o incluso objetos. Sufres cuando sientes que has perdido la juventud o ciertos ideales. Uno también puede lamentar la pérdida de dinero o ciertas oportunidades que nunca llegó a aprovechar.

Este dolor y sufrimiento puede surgir de diferentes maneras en cada persona. Esto depende esencialmente de la estructura psicológica de la persona. Las circunstancias específicas en las que ocurrió la pérdida también juegan un papel. Como regla general, la gente trata de negar y quejarse de esta pérdida. A medida que pasa el tiempo, algunos llegan a aceptarla mientras que otros se niegan a hacerlo.

El dolor como una herida que no cicatriza

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El duelo no resuelto es una herida que no ha cicatrizado. Es un dolor que la persona guarda dentro y que no desaparece con el paso del tiempo. Puedes taparlo o suprimirlo, pero siempre está ahí. Ningún proceso de duelo es sencillo.

En muchos casos, tampoco desaparece rápidamente. Este dolor puede verse exacerbado por el hecho de que vivimos en una cultura que exige una gratificación instantánea.

La duración del duelo depende de la pérdida y del nivel de dolor emocional. En este proceso primero viene la tristeza, luego la apatía. También es probable que tu desempeño en el trabajo o la escuela se vea afectado. Incluso puede resultarte difícil disfrutar de la compañía de los demás. En varios momentos, el sufrimiento será lo único que tendrás por sentado.

La pérdida es el comienzo de un período de duelo. Es algo que ninguno de nosotros quiere o espera experimentar. A medida que avanza el duelo, eventualmente se convierte en un proceso en el que pierdes lo que amabas una vez más, pero esta vez eres tú quien está causando la pérdida.

Esto se debe a que serás tú quien reestructure tus propias ideas y sentimientos. Sin embargo, a veces las personas se niegan a completar este proceso.

Señales de que tienes una herida que no ha sanado

Señales de las heridas que el duelo produce en ti

Generalmente, un proceso de duelo tiende a durar entre seis meses y dos años. Una de las experiencias más dolorosas que hay es perder a un hijo. Es tan fuerte que no existe una palabra en nuestro idioma para describir ese tipo de pérdida. Hay huérfanos y viudas, pero no hay término para una madre o un padre que pierde a un hijo.

Una herida que no cicatriza es en realidad sólo un proceso de duelo que no ha llegado a su fin. Primero, hay una negativa a aceptar lo que ha sucedido. A veces, esta negación toma la forma de cinismo o desgana.

En estos casos, las personas se vuelven extremadamente sensibles a situaciones menores. También pueden encontrar imposible conectarse verdaderamente con ellos mismos. Se sienten como si estuvieran viviendo una vida mecánica.

En otras ocasiones, el duelo reprimido puede conducir a la enfermedad. Puedes desarrollar un trastorno mental más grave o incluso enfermedades físicas. Incluso puedes volverte amargado.

En casos extremos, puedes recurrir a un comportamiento autodestructivo o irresponsable. Cualquier pérdida que no lleve a un proceso de duelo sano y una transformación positiva es dañina y debes considerarla como tal.