Síndrome pseudobulbar: lo que hace reír a Joker cuando en realidad quiere llorar

Los efectos del síndrome pseudobulbar

Mientras Joker, la película magistralmente interpretada por Joaquin Phoenix, continúa rompiendo la taquilla y dando grandes emociones al público, cada vez más curiosos se preguntan si esa necesidad compulsiva de reír en los momentos menos oportunos que caracteriza a Arthur Fleck, el protagonista, es una enfermedad real que podemos encontrar en nuestra vida cotidiana. ¿Qué es lo que hace que el Joker estalle en una risa descontrolada incluso cuando solo hay un gran dolor en su corazón?

Inútilmente, Arthur trata de explicar a los que lo rodean que su risa no es una manifestación de hilaridad, sino un trastorno que acecha en lo más profundo de su ser, y que lo lleva a reaccionar de manera inapropiada. Este trastorno realmente existe y se llama síndrome pseudobulbar. Es una condición que, entre otros síntomas, causa una risa espástica, o una risa involuntaria y repentina que surge como una reacción completamente inadecuada a estímulos externos particulares.

¿Qué es el síndrome pseudobulbar?

El trastorno que sufre Joker se llama síndrome pseudobulbar. Es una enfermedad que implica la pérdida de control de los músculos faciales, y en particular del área facial inferior. A menudo está presente en quienes padecen enfermedades neurológicas particulares o en aquellos que han sufrido una lesión cerebral que afecta la parte del cerebro responsable del control de las emociones.

Esta condición puede ser causada por pequeñas lesiones vasculares que alteran ciertas conexiones cerebrales a nivel de la corteza, y comúnmente se relaciona con enfermedades como accidente cerebrovascular, esclerosis lateral amiotrófica, esclerosis múltiple, enfermedad de Parkinson y tumor cerebral.

Síntomas del síndrome pseudobulbar

La enfermedad se manifiesta con una risa involuntaria, a menudo seguida de ataques de llanto que son igualmente imposibles de controlar. Esto sucede porque la lesión cerebral afecta la capacidad de mantener las emociones bajo control, ya que hay una pérdida de sensibilidad y coordinación de los músculos de la parte inferior de la cara. A menudo, estas reacciones repentinas y exageradas se acompañan de otros síntomas típicos, como dificultad para masticar, espasticidad de la lengua y disfagia.

El síndrome pseudobulbar se caracteriza por una disfunción motora, ya que implica la parálisis de los últimos nervios craneales. Si los síntomas predominantes se mantienen solo en el nivel de control emocional, podemos hablar únicamente sobre el afecto pseudobulbar. Y esta es quizás la verdadera enfermedad del Joker: ataques repentinos de risa y llanto, que no corresponden en absoluto a su estado mental.

Joaquin Phoenix en el papel de Arthur Fleck, pudo mostrarnos con gran énfasis cómo esta condición causa problemas en las interacciones sociales. Imagina ser afectado por ella y estallar en carcajadas en un momento particularmente triste, cuando todos a tu alrededor solo esperan manifestaciones de tristeza y dolor.

La ansiedad social y el estrés son lo que aumentan el riesgo de sufrir estos ataques, produciendo un círculo vicioso sin fin. No es difícil entender cómo esto puede conducir al aislamiento, para no incurrir en el estigma social.

Tratamiento del síndrome pseudobulbar

No existe una cura real para esta enfermedad. Lo primero que podemos hacer es entender de dónde salió y posiblemente actuar para detener la patología subyacente. Por otro lado, se han probado varios medicamentos para el síndrome pseudobulbar, que han resultado ser bastante positivos.

Algunos antidepresivos (principalmente tricíclicos e inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina) son bastante efectivos para disminuir la cantidad de episodios de risa y llanto espástico.

En los Estados Unidos también se aprobó recientemente una nueva terapia basada en dextrometorfano y quinidina, que ayudan a acelerar la velocidad de comunicación de las neuronas y a prevenir nuevas crisis. Este medicamento también demostró ser muy efectivo, pero de la misma manera que los antidepresivos no tiene valor curativo. Si se interrumpe el tratamiento, los síntomas vuelven a los de antes e incluso pueden empeorar.