Cómo se puede prevenir el suicidio desde la psicología

Persona con pensamientos suicidas

La prevención del suicidio junto a la detección temprana de rasgos en la personalidad de una persona con pensamientos suicidas, puede evitar desenlaces fatales, y la psicología juega un papel muy importante en todo esto.

El suicidio, es un fenómeno que ha estado presente desde tiempos remotos, teniendo variaciones sociales, que dependen de las creencias, la educación, los valores y la cultura que se vive.

Este fenómeno dentro de la psicología obtuvo reconocimiento a través de  Edwin Shneidman (1918-2009), considerado el padre de la suicidología, gracias a sus investigaciones en prevención y atención al suicidio, que tuvieron posterior impacto, logrando que en 2003 se declarara el suicidio como un problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y declarándose el 10 de septiembre como el “Día Mundial de la prevención del Suicidio”.

Hoy por hoy se considera que más de 800.000 personas se suicidan cada año, siendo la segunda causa de mortalidad en edades entre los 15 y 29 años y que casi el 80% de casos registrados se producen en países de ingresos bajos o medios; esto sin contar las tentativas de suicidio, lo cual se considera un factor de riesgo mucho más alarmante.

Causas predominantes del suicidio

Ya que el suicidio no tiene una causa específica, sino que está determinado por la multicausalidad interrelacionada, se deben hablar de dos categorías en las que se enmarcan:

  • Predisposiciones internas: que pueden tener ciertas personas inclinadas a quitarse la vida por factores biológicos que predisponen la conducta suicida, desembocando en consecuencias como el decremento de la serotonina, sustancia relacionada con el estado de ánimo, las predisposiciones genéticas asociadas con trastornos afectivos, psicosis, esquizofrenia o alcoholismo e incluso la presencia de familiares con conducta suicida.
  • Circunstancias externas: que llevan a las personas a actuar en un momento determinado con conductas detonantes, entre las que se pueden encontrar, un duelo o viudez reciente, crisis familiares o financieras, rupturas amorosas, enfermedades crónicas o terminales, entre otras que pueden incluir la población vulnerable objeto de discriminación como migrantes, poblaciones indígenas o comunidades LGBTI.

En los últimos 25 años, el número de suicidios entre personas de 15 a 24 años se ha triplicado. Este número en aumento es un problema global que obliga a la psicología a tomar medidas para detenerlos. Un tema importante es reconocer los signos y síntomas del suicidio y ayudar o obtener ayuda para una persona que revela pensamientos suicidas.

Síntomas a tener en cuenta

Es prudente tener presente factores de riesgo que puedan ser predominantes según la región o población, como factores sociodemográficos, psicosociales y ambientales; y los predictores de riesgo, relacionados específicamente con las características de las personas, diferenciando sus edades, creencias, cultura, educación; entre estos:

  • Pensamientos suicidas o planes de autolesión;
  • Alteraciones emocionales abruptas;
  • Sentimiento de desesperanza;
  • Agitación o violencia extrema;
  • Aislamiento o conducta poco comunicativa;
  • Intentos previos de suicidio;
  • Suicidios o intentos de suicidio previos en la familia;
  • Fallecimiento de una persona cercana;
  • Enfermedades físicas graves;
  • Presencia de un trastorno mental como la depresión, el trastorno bipolar, la esquizofrenia o trastornos asociados al consumo de sustancias psicoactivas.

Suicidio y depresión

Nueve de cada diez personas afectadas por la depresión tienen pensamientos suicidas señala la OMS (Organización Mundial de la Salud).

El suicidio generalmente se comete en la primera fase aguda de la depresión o después de haber entrado en una fase latente. Los suicidios en la primera fase de la depresión postraumática generalmente se caracterizan por una falta de planificación y son a menudo ineficaces.

Por lo general, se cometen dentro de unas pocas semanas después de sufrir un trauma mental, causado por una experiencia traumática, como la pérdida de la salud, el trabajo, el hogar o la muerte de un ser querido.

Los suicidios cometidos en la fase de depresión latente tienen un carácter diferente. Estas personas se comportan con bastante normalidad e incluso pueden parecer satisfechas con la vida. Ellos planean suicidarse cuidadosamente (su hora, lugar y manera de hacerlo es planeada con antelación).

Muy a menudo, después del primer acto fallido, pretenden una recuperación mental completa y luego hacen un segundo intento de suicidio, que desafortunadamente suele ser efectivo.

Acciones desde la psicología para prevenir el suicidio

Para abordar el fenómeno del acto suicida desde la psicología, encontramos que las estrategias deben ser múltiples y aplicadas en conjunto para una mayor efectividad.

Por un lado, desde el enfoque de salud pública, se hace necesario realizar campañas de  salud mental que traten el abuso de drogas, la depresión y el estrés, complementar con  programas específicos en prevención del suicidio y de la desestigmatización de la conducta suicida; buscar el apoyo de entidades gubernamentales, sociales y medios de comunicación, para que toda información ofrecida y acción ejecutada, sea adecuada hacia la prevención.

Programas para prevención del suicidio

Estos programas debe estar enfocados hacia los siguientes tipos de prevención:

  • Prevención general, que contemple medidas de apoyo psicológico, social, institucional que contribuya a una sociedad con mejores condiciones para manejar factores estresantes y capacidad resiliente.
  • Prevención indirecta, que fomenta el tratamiento de trastornos mentales y del comportamiento, enfermedades físicas graves, situaciones de crisis y la reducción de acceso a métodos que puedan generar autolesión.
  • Prevención directa, basada en las medidas que ayudan a resolver ideas y pensamientos suicidas a través de soluciones alternativas, como grupos de apoyo y guías prácticas de atención primaria, orientada a la detección y el manejo de personas con conducta suicida y derivadas a profesionales de la salud mental.

Desde el abordaje terapéutico, la primera ayuda es la intervención inmediata de apoyo que incorpore:

  • La escucha empática sin crítica, teniendo en cuenta la frustración de las necesidades psicológicas.
  • Ambiente de apoyo, comprensión y aceptación incondicional, mostrando interés por su situación e intentando mitigar su dolor psicológico.
  • Formular preguntas que faciliten la expresión de sentimientos y pensamientos rodeados de un clima de confianza y dando a entender la seriedad que para ellos implica el acto suicida como solución.
  • Generar alternativas y estrategias ante los problemas que se plantean, reconociendo los sentimientos de desesperanza que no son modificables con buenas intenciones o expresiones negativas.
  • Poner gran atención a mensajes de intención suicida, porque pueden ser indicativo de un próximo acto suicida, haciéndose necesario restringir los métodos mediante el cual la persona pueda dañarse.

Finalmente hay que esclarecer que no existe un único abordaje terapéutico, pero sí, mejores resultados en la combinación de terapias; en este caso, la terapia cognitivo-conductual hace uso de técnicas como la asertividad, la relajación, la reestructuración cognitiva, la resolución de problemas, el entrenamiento en habilidades sociales y el manejo de contingencias. En muchas circunstancias el tratamiento debe ir acompañado del uso de fármacos.

Bibliografía:
  1. Izquierdo M. F. (2018). La conducta suicida y su prevención:  estrategias y terapias. Recuperado de: [Psicología-online]
  2. OMS (2018). Recuperado de: [WHO]
  3. Rojas M. I. (2013). Recuperado de: [Minsalud]