El miedo es un aspecto inevitable de la experiencia humana. La gente generalmente piensa en el miedo como una emoción desagradable, pero algunos hacen todo lo posible para desencadenarlo, por ejemplo, saltando de un avión o viendo películas de terror. En este artículo discutiremos la anatomía del miedo, para comprender mejor cómo funciona este mecanismo psicológica y fisiológicamente.
La anatomía del miedo: ¿Cómo y por qué lo sentimos?
A veces el miedo está justificado. Por ejemplo, escuchar pasos en tu casa cuando sabes que estás solo es una buena razón para entrar en pánico.
El miedo también puede ser inocente. Por ejemplo, podemos experimentar un impulso de horror mientras vemos un thriller, aunque sepamos que el monstruo es un actor maquillado y que la sangre no es real.
Mucha gente considera que las fobias son la manifestación más irracional del miedo. Estas pueden tratarse de casi cualquier cosa (arañas, payasos, papel o alfombras) y pueden afectar en gran medida la vida de las personas.
¿Por qué tenemos miedo?
En términos de evolución, el miedo es una emoción antigua y, hasta cierto punto, podemos agradecer al miedo nuestro éxito como especie.
Es probable que cualquier criatura que no corra y se esconda de animales más grandes o situaciones peligrosas sea eliminada del «acervo genético» antes de que tenga la oportunidad de reproducirse.
En otras palabras, tiene sentido que un animal se esconda o corra rápido si se encuentra en un entorno hostil. Es mejor correr y esconderse cuando tu sombra te toma por sorpresa que asumir que una sombra es inofensiva y ser atacado por un oso 5 segundos después.
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo cuando sentimos miedo?
Las personas a menudo se refieren a los cambios fisiológicos que ocurren cuando una persona experimenta miedo en respuesta a una lucha o huida. En general, como su nombre lo indica, los cambios preparan al animal para luchar o correr.
La frecuencia respiratoria aumenta, la frecuencia cardíaca le sigue, los vasos sanguíneos periféricos (en la piel, por ejemplo) se contraen, los vasos sanguíneos centrales alrededor de los órganos vitales se dilatan para inundarlos de oxígeno y nutrientes, y los músculos bombean sangre, listos para reaccionar.
Los músculos, incluidos los de la base de cada cabello, también se tensan y causan irritación. Cuando a una persona se le pone el pelo de punta, no hay mucha diferencia en su apariencia, pero en la vida silvestre, la hace parecer más grande y aterradora.
Metabólicamente, los niveles de glucosa en sangre aumentan, proporcionando un depósito de energía listo para usar si surge la necesidad de actuar. De manera similar, aumentan los niveles de calcio y glóbulos blancos en el torrente sanguíneo.
Anatomía del miedo: Activar la respuesta de lucha o huida
La respuesta de lucha o huida comienza en la amígdala, que es un haz de neuronas en forma de almendra que forma parte del sistema parietal. Esta desempeña un papel importante en el procesamiento de las emociones, incluido el miedo.
La amígdala envía señales al hipotálamo, que luego activa la glándula pituitaria. La glándula pituitaria es donde el sistema nervioso se encuentra con el sistema endocrino u hormonal.
Luego, la glándula pituitaria secreta hormona adrenocorticotrópica (ACTH) en el torrente sanguíneo.
En este momento, el sistema nervioso simpático, la parte del sistema nervioso responsable de la respuesta de lucha o huida, estimula las glándulas suprarrenales, animándolas a liberar una dosis de epinefrina, también conocida como adrenalina, y otras catecolaminas en tu circulación sanguínea.
El cuerpo también libera cortisol en respuesta a la ACTH, que provoca un aumento de la presión arterial, el azúcar en sangre y los glóbulos blancos. El cortisol circulante convierte los ácidos grasos en energía, lista para el uso muscular, si es necesario.
Las hormonas catecolaminas, incluidas la epinefrina y la noradrenalina, preparan los músculos para una acción violenta.
Otras acciones de estas hormonas
Estas hormonas también pueden:
- estimular la actividad en el corazón y los pulmones
- reducir la actividad en el estómago y los intestinos, lo que explica la sensación de «mariposas» en el estómago
- inhibir la producción de lágrimas y salivación, explicando la sequedad de boca acompañada de temblor
- dilatar las pupilas de los ojos
- producir visión de túnel
- reducir la audición
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