El masoquismo psicológico, también conocido como trastorno de personalidad masoquista, es una dinámica de las relaciones dentro de parejas o familias en donde los sujetos involucrados no son conscientes de la agresividad presente en sus comportamientos y pensamientos: el masoquismo genera sufrimiento en sí mismos y en las personas que aman.
Formas de masoquismo psicológico
Por ejemplo, el masoquismo sádico-paranoico se expresa en la dinámica relacional que se puede observar en la terapia de pareja y / o en la terapia familiar de algunos pacientes. Esta forma de masoquismo psicológico es desarrollada por aquellas personas que no se permiten actuar con agresividad y sadismo porque se sienten culpables.
A menudo se observan situaciones en las que al modernizar una fantasía masoquista paranoica, siendo así víctimas de la injusticia de los demás, el sujeto se siente justificado para atacar y desahogar su propio sadismo no reconocido y aceptado.
En particular, al investigar las causas del masoquismo como una forma de sadismo, vemos cómo actúa el sujeto sacrificándose para hacer que el otro se sienta culpable, lo que lo hace sufrir indirectamente. En este caso, el deseo de venganza se enmascara o se muestra el sufrimiento como una distracción para poder atacar y actuar con ira sin sentirse culpable.
Solo a través del camino de la psicoterapia es que la persona puede darse cuenta de estas formas manipuladoras de comportamiento y reconocer su significado masoquista.
Los psicólogos creen que estas personas han tenido experiencias en el pasado lejano que les han enseñado que solo a través de tal dinámica relacional es posible conseguir la cercanía del otro y no conocen una forma más saludable de relacionarse, no pueden confiar en las relaciones, no creen que puedan recibir reconocimiento o empatía si no manipulan a los que están cerca de ellos.
Significado relacional del masoquismo
Desde un punto de vista relacional, el masoquismo tiene un papel importante en el establecimiento de dinámicas específicas que se repiten con el tiempo.
La necesidad de transmitir al otro el mensaje de que uno es indefenso y vulnerable, sirve en algunos casos para manipular las intenciones del otro, asegurándose de que nunca te ataque, abandone, y siempre te de amor, de lo contrario se sentirá aplastado por la culpa.
Algunos niños, aterrorizados por la agresión que predomina en su familia, aprenden a usar el sufrimiento como un recurso para inducir a los padres a sentirse culpables y amarlos.
De la misma manera, a veces se puede observar en la terapia familiar, cómo la actitud agresiva y hostil de la figura paterna es internalizada por el hijo que a su vez abusa de sí mismo, ya que no ha experimentado ternura y cariño hacia él.
Como mecanismo de defensa, al inspirar compasión a otros, tratamos de evitar ataques externos, adaptándonos a una identidad que, irónicamente, nos daña, una forma de masoquismo psicológico.
En ciertos casos de dependencia relacional en los que existe una necesidad vital de cercanía, como en el niño hacia el padre o en algunas relaciones de pareja, la dinámica sadomasoquista emerge claramente, se encuentra un ejemplo en casos de dependencia emocional.
La persona débil intentará en todos los sentidos adaptarse a la patología del adulto o la pareja para no perderla, incluso al autoinfligirse sufrimiento y, por lo tanto, apegarse al sadismo del otro. Incluso en ciertos casos algunos masoquistas sacrifican su competencia para mantener una imagen idealizada de la persona de quien dependen y de la que se sienten protegidos.
Para experimentar un sentimiento de seguridad, estas personas están dispuestas a humillarse para seguir unidas a figuras idealizadas, reprimiendo su agresión hacia el otro para no alejarse de la relación simbiótica creada con él.
Un niño que depende de un padre patológico y agresivo, para no perder su referencia emocional, está dispuesto a crear masoquistamente las condiciones para ser castigado y así satisfacer al adulto sádico al permitirle desahogar sus instintos de enojo.
Esto explica el porqué del masoquismo de muchos niños maltratados y abusados que continúan buscando cercanía con sus padres y evitan la ayuda externa de la familia por temor a ser rechazados por su madre o padre que están idealizados a pesar de su comportamiento violento.
Enfoque: el masoquismo como forma de control y transformación de una situación traumática
Como se ha mencionado, una de las principales y más comunes formas de masoquismo psicológico es la que es vista como un modo de defensa a partir de emociones traumáticas.
Atribuir un carácter agradable a una situación de dolor profundo es una posible defensiva ante el riesgo de ser sorprendidos por ciertos acontecimientos, cuando parece imposible evitar que algo muy malo nos suceda.
En el masoquismo narcisista, se puede observar cómo la fatiga y el sufrimiento se convierten en una fuente de orgullo para la persona, la capacidad de soportar el dolor y la búsqueda activa de situaciones difíciles mantiene una sensación de ser dueños del propio destino.
Por lo tanto, un niño que se encuentra en una situación de abuso parental, al no tener forma de alejarse de esta condición, se ve obligado a fortalecer el aspecto libidinal de la relación con sus padres, dando prominente importancia a los momentos de placer, manteniendo así, a menudo durante toda su vida, una imagen idealizada de sus figuras de crianza.
Del mismo modo, en casos de abuso sexual, la situación puede erotizarse: el placer es demasiado grande para detener el terror, esta defensa también puede ocasionar que rechace la hostilidad hacia el abusador, enterrando el conflicto.
En este sentido, el masoquismo psicológico puede representarse a sí mismo como una forma de defensa contra el sadismo del otro. El niño, dada su condición de fragilidad y dependencia, no puede permitirse perder el adulto de referencia, aunque sea patológico, por esta razón no puede albergar ira hacia él y verlo por lo que es.
Masoquismo y terapia
A partir de las explicaciones de las diversas causas del masoquismo psicológico, se puede deducir que esta modalidad relacional, construida sobre las experiencias de la vida, adquiere una utilidad fundamental para el individuo como mecanismo de defensa.
El masoquismo psicológico puede haber ayudado a la persona para gestionar las relaciones traumáticas de la niñez, transformando el dolor en placer y dando la ilusión de ser menos impotentes.
Al continuar utilizando los mismos mecanismos defensivos masoquistas incluso en la edad adulta, la persona puede ser aprovechada en una serie de situaciones dolorosas y frustrantes, buscando inconscientemente condiciones autolesivas y olvidando sus necesidades auténticas.
Una gran parte del sufrimiento se da por el hecho de que el sujeto en un nivel consciente tiene como objetivo obtener resultados positivos, pero actúa con comportamientos autodestructivos.
Esto ocasiona la imposibilidad de discernir entre situaciones y relaciones saludables, y aquellas que son destructivas, alejándose de situaciones de posible felicidad y satisfacción debido al masoquismo psicológico.
En un curso de psicoterapia, será posible adquirir conciencia sobre estas modalidades y experimentar una relación terapéutica que pueda socavar estos mecanismos.
Además, la relación de confianza y alianza que se construye con psicoterapeutas permite que el paciente se libere de la carga de su pasado que continúa condicionando el presente y adquiera las habilidades y autonomías para afirmar y oponerse a lo que no es saludable para sí mismo.
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