La psicología del autocastigo y sus consecuencias

Consecuencias del autocastigo

El autocastigo que aprendemos de niños puede continuar hasta la edad adulta, cuando nos convertimos, efectivamente, en padres para nosotros mismos. Aunque algunos adultos son más propensos al autocastigo que otros, esta tendencia parece ser común incluso entre individuos psicológicamente sanos.

La psicología del autocastigo aplicada

La investigación realizada en el campo de la psicología social sugiere al menos tres razones principales por las cuales las personas podrían optar por castigarse a sí mismas algunas veces.

1. «Merezco sufrir»

Una idea básica en la psicología es que las personas están motivadas a tener buenos sentimientos y reducir los malos sentimientos, pero a veces las personas hacen cosas para mantener o incluso aumentar los malos sentimientos, como escuchar una canción deprimente una y otra vez. Una investigación [¹]sugiere que las personas con baja autoestima están menos motivadas a aliviar su mal humor. ¿Por qué sucede esto?

Basándonos en las hipótesis de la teoría de la autoverificación, que postula que las personas generalmente se sienten más cómodas con un tratamiento que es familiar y consistente con sus puntos de vista, los investigadores encontraron que los participantes con baja autoestima estaban menos motivados para sentirse bien porque sentirse bien era inconsistente con sus puntos de vista negativos, y porque no sentían que merecían sentirse bien.

2. «El sufrimiento me hará una mejor persona»

  El dolor es más que una sensación física desagradable que indica una lesión o enfermedad. Tiene un profundo significado en muchas tradiciones culturales y religiosas como un medio para limpiar o purificar aspectos indeseables del ser.

En otra investigación [²], los participantes que fueron asignados aleatoriamente a una condición experimental donde se les indicó que recordaran una transgresión moral perpetuada por ellos, en comparación con aquellos que recordaron un evento neutral, posteriormente mantuvieron sus manos en agua helada durante un período de tiempo más largo.

Es importante destacar que, entre el grupo de participantes que recordaron haber actuado incorrectamente, algunos fueron asignados al azar para realizar la dolorosa tarea del agua helada, y en comparación con un grupo de control que no hizo nada doloroso, informaron posteriormente una disminución en sus sentimientos de culpa. Los investigadores concluyeron que el dolor físico puede restablecer los sentimientos de rectitud moral después de haber actuado mal.

También pueden comunicar sentimientos de remordimiento a otros y reducir la amenaza de castigo externo. Aunque reducir la culpa de esta manera puede proporcionar alivio, el autocastigo no es la única forma de corregir un error. Los comportamientos prosociales como las disculpas y la enmienda pueden ser alternativas más saludables y constructivas.

3. «Se supone que debo sufrir»

Curiosamente, algunas personas a veces también eligen sufrir al esperar que llegue su sufrimiento, incluso si no han hecho nada malo. En un estudio clásico [³] realizado por Ronald Comer y James Laird, la mayoría de los participantes quienes se les había dicho que tenían que comer un gusano como parte del experimento, posteriormente eligieron comer el gusano de todas formas cuando al final se les dijo que en realidad podían elegir una tarea más neutral.

Y esto sobre todo en los participantes que aceptaron la inevitabilidad de su destino de comer gusanos al alterar sus puntos de vista, decidiendo que merecían el castigo de comer un gusano o que eran valientes y podían manejarlo. Estos resultados muestran algunas respuestas sobre la pregunta de por qué las personas a veces toleran el mal trato.

Muchas personas creen que el mundo es un lugar justo, por lo que, si sufren, suponen que deben merecerlo, o al menos que deben soportarlo. Creer que las cosas suceden por una razón puede ser reconfortante, pero a veces esta creencia puede impedir los esfuerzos por reducir las formas controlables de sufrimiento, como fue el caso en este experimento.

Además de sumergir las manos en agua helada y comer gusanos, el autocastigo puede tomar muchas formas, desde el diálogo interno negativo hasta la autolesión manifiesta. Los comportamientos aparentemente positivos, como el ejercicio y la alimentación saludable, también pueden usarse como formas de autocastigo cuando se llevan al extremo, y algunos creen que incluso los accidentes a veces pueden representar manifestaciones de culpa inconsciente.

Aunque el autocastigo puede proporcionar alivio a corto plazo, restaurando un sentido de rectitud, familiaridad y justicia, puede tener graves consecuencias en la salud mental. El autocastigo crónico es característico de una serie de enfermedades mentales, como el trastorno límite de la personalidad, la depresión y los trastornos alimentarios.

Por lo tanto, la próxima vez que sientas la necesidad de sufrir por tus pecados, considera otras formas de afrontamiento que pueden brindarte los mismos beneficios sin causar más dolor. Algunas ideas: practica la autocompasión y el perdón, intenta reparar tus relaciones dañadas y aprende de tus errores.

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  1. Wood, J. V., Heimpel, S. A., Manwell, L. A., & Whittington, E. J. (2009). This mood is familiar and I don’t deserve to feel better anyway: Mechanisms underlying self-esteem differences in motivation to repair sad moods. Journal of Personality and Social Psychology, 96(2), 363–380. https://doi.org/10.1037/a0012881
  2. Bastian, B., Jetten, J., & Fasoli, F. (2011). Cleansing the Soul by Hurting the Flesh: The Guilt-Reducing Effect of Pain. Psychological Science, 22(3), 334–335. https://doi.org/10.1177/0956797610397058
  3. Comer, R., & Laird, J. D. (1975). Choosing to suffer as a consequence of expecting to suffer: Why do people do it? Journal of Personality and Social Psychology, 32(1), 92–101. https://doi.org/10.1037/h0076785

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