Apnea del sueño | ¿Puede el patrón del sueño ocasionar trastornos mentales?

Hombre que padece apnea del sueño

La apnea del sueño es un trastorno molesto que además puede ser responsable o coadyuvante de serios problemas de salud física y mental. Veamos sus causas, síntomas y tratamiento.

La apnea del sueño es una condición patológica muy común del acto de dormir; aparece cuando las vías aéreas superiores se colapsan, impidiendo el paso del aire. Esto ocasiona que la persona se despierte sobresaltada con una sensación de asfixia. Cuando la situación es recurrente, el individuo ni siquiera está consciente de este padecimiento; sin embargo, el organismo acusa el impacto. Y el problema no solo afecta la salud física, sino que puede ocasionar trastornos psiquiátricos.

La apnea obstructiva del sueño (AOS) es responsable de afecciones graves de la salud como la tensión arterial alta, ictus (anteriormente llamado Accidente Cerebrovascular, ACV) e infartos cardíacos. También se le asocia con el debilitamiento del sistema inmunitario, cáncer, fallas renales y gota (tipo de artritis provocada por acumulación de ácido úrico). Inclusive disminuye la eficiencia laboral y aumenta la posibilidad de sufrir accidentes vehiculares, porque la persona se duerme conduciendo. Se trata pues de una condición sumamente peligrosa. [¹‚²]

Ciertos datos han permitido establecer una correlación entre la hipoxemia o apnea central del sueño con la ansiedad y la depresión; aunque la asociación entre ambas condiciones no ha sido aún bien definida. En especial cuando el paciente sufre de obesidad mórbida, insomnio, narcolepsia y ronquido crónico. Es decir, no puede dormir durante la noche, pero pasa el día dando cabezadas (pequeñas siestas), que no le permiten descansar lo suficiente. Por otro lado, su estructura corporal se corresponde con un cuello ancho y corto. 

Apnea del sueño – Un patrón irregular con nefastas consecuencias

La AOS es un trastorno respiratorio que afecta casi un 10% de la población entre los 45 y los 65 años de edad. La causa principal de su aparición suele ser la obesidad, asociada a un índice de masa corporal (IMC) mayor de 35 puntos. Sin embargo, no es diagnosticada correctamente hasta en un 80% de los pacientes que la presentan. Esto muestra el poco énfasis que se ha dado al hecho de tener una higiene del sueño adecuada, a cualquier edad.

Durante la apnea central del sueño hay episodios de pausa respiratoria, de duración variable, acompañados de ronquidos estentóreos. Estos suelen presentarse un mínimo de cinco veces en una hora. Cuando la situación es más grave, estos períodos (en los que se interrumpe la respiración) pueden llegar a ser hasta 30. La causa es la relajación muscular que se produce al dormir. En el caso del individuo sano las vías aéreas se mantienen siempre abiertas y no se producen estas ausencias respiratorias.

Uno de los impactos más serios de este trastorno es sobre el sistema autoinmune. La razón es que es capaz de lograr que las células antitumorales cambien su conducta y produzcan tumores. Asimismo, causa alteraciones del sistema endocrino, provocando que las hormonas induzcan los crecimientos malignos. La velocidad de metástasis se duplicó en los ratones de laboratorio que sufrían de hipoxemia. Y en las personas, se ha visto que se duplica la agresividad de los melanomas, respecto a quienes no sufren de AOS.        

¿Cómo se relaciona la hipoxemia con los trastornos psiquiátricos?

La polisomnografía es una técnica que permite medir y registrar varios parámetros de una persona dormida. Entre ellas: actividad cerebral, ritmo respiratorio y cardíaco, actividad de los músculos y concentración del oxígeno en el fluido sanguíneo. Gracias a este equipo se hace posible diagnosticar la hipoxemia en pacientes que presentan: irritabilidad, fallas cognitivas, estados alterados de la concentración, fatiga generalizada, depresión y ansiedad excesiva. Además de las comorbilidades físicas ya mencionadas. [³]

Sin embargo, es importante aclarar que la relación causa efecto entre esas dos entidades no ha sido aun bien definida. Se ignora si los trastornos y variaciones anímicas son una consecuencia biológica de la apnea central obstructiva o si, por el contrario, las irregularidades psiquiátricas exacerban la hipoxemia. Tal vez, ambos problemas tienen un origen común sin descubrir. Lo que sí es cierto es que la AOS afecta la funcionalidad de la mente, la habilidad verbal, la capacidad de atención y la actividad ejecutiva. El trastorno, sencillamente, no puede ser ignorado. [4]

Uno de los análisis más interesantes que se ha hecho es el que enlaza las tendencias suicidas y los peligrosos síntomas de la esquizofrenia con un patrón alterado del sueño. Con independencia de que los dementes no puedan dormir, o, que los que no logran descansar durante el sueño se vuelvan locos. Así se ha encontrado que, al usar equipos que suministran presión continua positiva de aire (CPAP) a los pacientes, mientras duermen, se observa una clara mejoría de los signos manifestados. 

Por último, los pacientes afectados con apnea del sueño muestran de manera clara un mayor porcentaje de trastornos depresivos, de la ansiedad y de estrés postraumático. También se ven afectados en mayor grado por problemas psicóticos, bipolares y de demencia. Si usted siente que alguna de las señales mencionadas (físicas o mentales) están comenzando a aparecer en su vida, es hora de determinar si sufre de hipoxemia. Consulte a un médico a la mayor brevedad posible. [5,6]

Bibliografía
  1. Jean-Louis, G., Zizi, F., Clark, L. T., Brown, C. D., & McFarlane, S. I. (2008). Obstructive sleep apnea and cardiovascular disease: role of the metabolic syndrome and its components. Journal of clinical sleep medicine : JCSM : official publication of the American Academy of Sleep Medicine4(3), 261–272. [Enlace]
  2. Adeseun, G. A., & Rosas, S. E. (2010). The impact of obstructive sleep apnea on chronic kidney disease. Current hypertension reports12(5), 378–383. https://doi.org/10.1007/s11906-010-0135-1 [Enlace]
  3. Basovich S. N. (2010). The role of hypoxia in mental development and in the treatment of mental disorders: a review. Bioscience trends4(6), 288–296. [Enlace]
  4. Baglioni, C., Nanovska, S., Regen, W., Spiegelhalder, K., Feige, B., Nissen, C., Reynolds, C. F., & Riemann, D. (2016). Sleep and mental disorders: A meta-analysis of polysomnographic research. Psychological bulletin142(9), 969–990. https://doi.org/10.1037/bul0000053 [Enlace]
  5. Krystal A. D. (2012). Psychiatric disorders and sleep. Neurologic clinics30(4), 1389–1413. https://doi.org/10.1016/j.ncl.2012.08.018 [Enlace]
  6. Kallestad, H., Hansen, B., Langsrud, K., Ruud, T., Morken, G., Stiles, T. C., & Gråwe, R. W. (2012). Impact of sleep disturbance on patients in treatment for mental disorders. BMC psychiatry12, 179. https://doi.org/10.1186/1471-244X-12-179 [Enlace]