Aprender a enfrentar la propia muerte es necesario

Miedro al tener que enfrentar la propia muerte

La propia muerte no se confronta dignamente por el miedo al dolor. Muchos pasan el tiempo sin anticipar su final. Descubramos cómo enfrentarla.

La propia muerte puede ser vista como algo intangible y es un acto biológico que ignoramos o del que no somos conscientes. Tenemos la sensación de que aunque es factible, no nos ocurrirá tan pronto.

Pero nadie tiene el tiempo determinado en el que va a morir y según los variables factores externos, es el único hecho en la vida que tenemos seguridad que ocurrirá. El refrán popular dice: para morir, el único requisito es vivir. Como seres pensantes tenemos la posibilidad de prepararnos para nuestra propia muerte, aunque no sabemos cómo hacerlo. Conoce qué es el miedo a la muerte, desde una visión psicológica.

La propia muerte como experiencia

Hablar de la muerte propia es un factor relacionado con el contexto de fallecer físicamente. Descubrimos que el final (que es parte de la vida misma) es la muerte y desarrollamos la habilidad de saber dejar atrás las etapas por las que pasamos, tal  como aceptar la individualidad como un todo para vivir mejor y aceptar los procesos naturales.

Asimismo, aprender a comprenderla conlleva un proceso tanto de crecimiento emocional como de aceptación y de ser más consiente del hecho. Algunos especialistas creen que si se internaliza con frases declaratorias podríamos tener un camino de aceptación menos tortuoso. Verbalizaciones tales como: ¡Tengo una vida propia y tengo derecho a una existencia personal!

¡Son muchas las posibles causas de mi muerte y todas pueden combinarse!, ¡Puedo evadir algunas pero no todas a la vez!, ¡Voy a morir en el futuro incierto y debo aceptarlo!, ¡Cuando eso pase tendré que separarme definitivamente de mis familiares!

A muchos les parece imposible de lograr puesto que desde que somos pequeños no se nos prepara para ello. Incluso, algunos nos sumergimos en un estado torturador de angustia que puede evitarse.

¿Experimentamos y sobrellevamos la muerte propia?

Al vivir la muerte de alguien muy allegado es muy probable que sintamos tristeza y dolor por la separación física. Es indispensable aprender a vivir el duelo para comprender la analogía de tal hecho. Y aunque muchos creen que morirán en el proceso, es más sencillo si dejamos de idealizarnos como eternos.

Entonces, si es posible aprender a despersonalizar la muerte para aceptarla como parte del ciclo natural del ser humano. Se debe tener especial atención en no reprimir los sentimientos, para no caer en estados depresivos.

No se trata de hacerse el fuerte ante tal hecho, ni restarle importancia, por el contrario, es estar consciente y ser solidarios con nosotros mismos y no sabotearnos el duelo. Como un acto social el consuelo forma parte del mismo y es necesario para cerrar el ciclo de dolor, pero no debemos dramatizar tal proceso.

La separación como el acto biográfico

Acompañar a vivir el duelo supone considerar la muerte como el fin de una biografía humana reconociendo lo específicamente humano que hay en la vivencia de la separación.

Porque si reconocemos la muerte únicamente como el fin de una biología da paso a la deshumanización y a la despersonalización en la elaboración de la pérdida. Debemos tener valor para enfrentar el dolor de perder a un ser querido, eso nos prepara para nuestro incierto final.

Etapas del proceso de duelo

En el caso de las personas que palpan la muerte del ser querido, pasan por un proceso natural de duelo este debe contener las siguientes fases por lo general. En el caso de que alguna se altere es cuando provienen las patologías psicológicas. Entre ellas se encuentran:

  • Perturbación mental o Shock Emocional. Se caracteriza al presentar conductas de evitación que hacen que no se enfrente la pérdida y parece una realidad paralela.
  • Presencia de anhelo desmedido. Es cuando sentimos tristeza intensa basada en la injusticia y la falta de justificación de lo ocurrido.
  • Desesperación y desorganización. Es cuando debido a la afectación emocional tendemos a abandonar nuestras responsabilidades y la rutina que enfoca nuestra vida personal.
  • Reorganización. Cuando vamos asimilando lo ocurrido y superamos con éxitos las etapas antes mencionadas. Cuando esto se complica es cuando provienen los trastornos. Como por ejemplo, distimia, falta de autocontrol, aislamiento, negación, entre otras
  • Aceptación y estabilidad. Es cuando todo el proceso termino y asumimos una actitud más consciente del hecho que ha ocurrido. Es además, cuando dejamos en el pasado esta experiencia y aprendemos a sobrellevarla.

En esta última fase, es cuando solemos hablar más del tema con otras personas con naturalidad. Esto no quiere decir que el dolor se aleja, por el contrario, es la mejor forma de disminuirlo y buscar la compasión de los más allegados.

Bibliografía:
  1. Parkes C. M. (1998). Bereavement in adult life. BMJ (Clinical research ed.), 316(7134), 856–859. doi:10.1136/bmj.316.7134.856 [PubMed]