Depresión y ansiedad infantil | Trastornos psicológicos causados por la reclusión obligatoria

Ansiedad y depresión infantil y sus síntomas

La depresión y ansiedad infantil han dejado de ser una enfermedad propia de adolescentes o adultos; ahora también los niños sufren de tales trastornos.

La depresión y ansiedad infantil son condiciones ante las cuales los padres debemos permanecer en estado de alerta. Estos trastornos resultan tan dañinos para los niños como lo son en el caso de los adultos. Las señales de peligro pueden ser cualquier cambio de actitud o conducta inexplicable de nuestros hijos. Por tanto, estemos atentos a signos y síntomas precoces para actuar con prontitud, de modo de poder controlar el problema a tiempo.

Los niños son capaces de comunicar o mostrar sentimientos espontáneos de: infelicidad, tristeza, desánimo, e irritabilidad. Sin embargo, la mayoría de ellos serán reactivos a un suceso externo; por ejemplo, una pandemia mundial. En tales casos, el mundo vive un cambio inesperado que podría estar afectándoles también a ellos si no se les da la atención necesaria. El detonante sería verse obligados a permanecer las 24 horas del día dentro de la casa, para evitar ser víctimas de la epidemia.

Son los padres y los maestros quienes están llamados a ayudarlos a adaptarse. Quizás los más pequeños ni siquiera entienden por qué deben permanecer aislados. Puesto que se trata de un problema que no ven, ni sienten, y que solo escuchan hablar de ello a los adultos. Aceptar que tienen que quedarse en el hogar, sin poder ir ni a la escuela, puede resultar entonces traumático para muchos de ellos.

La depresión y ansiedad infantil son problemas graves de salud mental

Estos provocan un sentimiento de tristeza constante, e incluso, una pérdida de interés en sus diferentes actividades. Afectan el carácter del niño, que se siente y se comporta de manera inusual. Y pueden provocar problemas emocionales, funcionales y hasta físicos. Estas manifestaciones psicológicas pueden presentarse en cualquier momento de la vida. Pero, en tiempos de pandemia mundial, sin duda, representan un trastorno asociado a la reclusión obligatoria. 

Algunos problemas más usuales como la presión de amigos y compañeros, las expectativas académicas y los cambios fisiológicos propios de la adolescencia, también suelen ocasionar altibajos en los niños. Así, llegan a mostrarse deprimidos durante un tiempo. No obstante, para la gran mayoría esto suele ser un sentimiento pasajero o temporal, del que se recuperan rápidamente. Otros requieren intervención especializada de un psicólogo.

La depresión en los niños no debe interpretarse como una debilidad o una manifestación que estos puedan superar solos, con fuerza de voluntad. En muchas ocasiones, puede tener consecuencias graves y requerir tratamientos a largo plazo. Y en la gran mayoría de los casos, los síntomas se calman o desaparecen con tratamiento medicamentoso y terapia psicológica.

Signos y síntomas de la depresión y ansiedad infantil

El confinamiento oficial, que mantiene a las familias en sus hogares con el fin de ayudar a combatir una pandemia, causa en algunos niños síntomas depresivos intensos. La carencia de libertad de movimientos, indudablemente, ha transformado de forma drástica sus vidas normales. Ese tiempo en casa, en circunstancias normales lo invertirían en caminar, correr, practicar cualquier deporte, jugar en el patio de la escuela, en su calle o en un parque.

La situación especial, entonces, cambia de manera radical su día a día. Y al tratarse de una experiencia inédita, muchos niños no saben cómo afrontarla, ni que esperar del futuro. De allí la importancia de seguir algunas recomendaciones para mejorar la salud de nuestros hijos. El objetivo es evitar que caigan en problemas de depresión y ansiedad infantil.

Es importante mencionar que aparte del impacto psicológico, la situación puede empujar a niños y aun a adultos a trastornos físicos como el sobrepeso y la obesidad. Los momentos de claustro en casa reducen el tiempo usualmente dedicado a actividades energéticas. Esto favorece la ejecución de acciones más sedentarias. Y según afirman diferentes expertos, las mismas pueden tener un impacto importante sobre la salud.

¿Cuáles serían los cambios emocionales asociados a esta condición?

Se debe prestar atención a las alteraciones emocionales que manifiestan los niños durante un período de cuarentena:

  • Sentimientos de tristeza, los cuales pueden incluir episodios de llanto sin razón aparente.
  • Frustración o accesos de ira, incluso por asuntos menores.
  • Pensamientos asociados a la desesperanza.
  • Estado de ánimo irritable o molesto.
  • Pérdida de interés o ausencia de placer en las actividades cotidianas.
  • Desinterés en familiares y amigos o manifestaciones conflictivas con ellos.
  • Autoestima baja.
  • Falta de valoración de sí mismo.
  • Fijación respecto a fallas pasadas, autoinculpación o autocrítica excesiva.
  • Sensibilidad extrema al rechazo o al fracaso, y excesiva necesidad de aprobación.
  • Dificultad para pensar, concentrarse, tomar decisiones y recordar cosas.
  • Sensación continua de que la vida y el futuro se presentan sombríos y desalentadores.
  • Pensamientos recurrentes de muerte o suicidio.
  • Cambios evidentes en el comportamiento.

Señales a las que debemos estar atentos:

Asimismo, en cualquier época, los padres debemos estar atentos a alteraciones como las siguientes:

  • Cansancio y pérdida de energía.
  • Insomnio o, por el contrario, demasiadas horas de sueño.
  • Cambios en el apetito. Ya sean de disminución (asociado a un adelgazamiento), o de incremento en el consumo de “antojos” y, por ende, aumento de peso.
  • Agitación o inquietud. Por ejemplo, caminar de un lado a otro, retorcer las manos o ser incapaz de quedarse quieto.
  • Disminución de la agilidad mental, la rapidez del habla o los movimientos corporales.
  • Quejas frecuentes sobre dolores de cabeza inexplicables, que pueden incluir visitas repetitivas a la enfermería de la escuela.
  • Aislamiento social voluntario.
  • Menos atención a la higiene personal o la apariencia.
  • Arrebatos de ira, comportamientos perturbadores o riesgosos u otras malas conductas.
  • Autolesiones. Por ejemplo: cortes, quemaduras, perforaciones excesivas o tatuajes.
  • Plan suicida o intento de suicidio.

Por último, los signos y síntomas de depresión y ansiedad infantil incluyen un cambio en la actitud y el comportamiento previo. Esto puede provocarles angustia a ellos y a sus padres. Y, asimismo, conducir a los niños a dificultades importantes en la escuela o el hogar, en actividades sociales o en otros aspectos de la vida. Aunque también pudiera suceder que no revistan ninguna gravedad y sean una consecuencia normal de la adolescencia. El punto es que hay que prestar especial atención.