Claves de la felicidad según el psicólogo Carl Jung

Carl Gustav Jung sobre la felicidad

Las claves de la felicidad según Carl Jung son principios sencillos que no debemos olvidar en el afán de la vida. Aprendamos un poco más al respecto.

Las claves de la felicidad han sido listadas hasta la saciedad en esta época en la que todos nos esforzamos, a diario, por salir adelante. Así, luchamos por adquirir bienes, destacar en nuestro campo y ser perfectos en cualquier sentido que se nos ocurra; pero en el camino, nos estresamos y enfermamos. La razón es que muchas veces olvidamos los principios básicos y allí es donde el legado de Carl Gustav Jung aparece para ayudarnos a lograr bienestar, satisfacción y paz.

El Dr. Jung (Suiza, 1875-1961) fue un escritor prolífico, destacado ensayista y médico especializado en el área de la psiquiatría y la psicología. Habiendo colaborado en sus primeros años de vida profesional con Sigmund Freud, se le considera el padre del psicoanálisis con énfasis en la interpretación de los sueños. En su análisis metodológico, que dio origen a la psicología analítica o profunda, incluyó elementos procedentes de las ciencias antropológicas y alquímicas. Asimismo, incorporó nociones del arte y la filosofía; sin olvidar, los eventos religiosos y mitológicos.

La psicología junguiana está enfocada hacia la conducta humana. Estudia en profundidad los trastornos mentales y la importancia del inconsciente en el camino hacia la felicidad. Este se encuentra fuertemente ligado a la sensación de libertad y la claridad de propósitos; sin caer en la obsesión. Es decir, si estamos abiertos a disfrutar de las cosas pequeñas, somos receptivos y nos dejamos guiar por la intuición, descubriremos placeres sencillos e inesperados.      

¿Cuáles son las claves de la felicidad?

Para lograr ser felices, según Carl Jung, necesitamos:

  • Estar sanos en lo corporal y lo psicológico. Se trata de dos requerimientos que van de la mano y carecen de sentido el uno sin el otro. La psicología no solo es capaz de ayudar a tratar las enfermedades mentales, sino de suministrar bienestar al ser humano. Y, aparte de sentirnos físicamente bien, realizarnos en lo profesional, definir nuestras metas y conocernos a nosotros mismos, la salud mental es esencial para disfrutar de la existencia.
  • Desarrollar buenas relaciones interpersonales. El hombre es gregario, por naturaleza, por tanto, solo puede ser feliz dentro de una comunidad, en comunicación abierta con las personas que le rodean. El cariño, las amistades, el amor más que apenas conceptos teóricos, son necesidades reales que debemos suplir. Por tanto, requerimos compartir con otros, conocer perspectivas diferentes y desarrollar vínculos profundos; en pocas palabras, cuidar y ser cuidados.
  • Aprender a percibir lo hermoso. Incluyendo tanto a la naturaleza como a las obras de arte; porque más allá de lo puramente estético, estas transmiten la esencia de su creador. Cuando observamos un cuadro o una escultura debemos captar los sentimientos, la creatividad y la maestría de su autor. Eso, al igual que la belleza del amanecer o de un animal magnífico nos gratifica, hace más sabios y tiene el potencial de convertirnos en mejores personas.
  • Confiar en un ser superior. Las creencias también resultan fundamentales para la felicidad; ya sea que se manifiesten a través de una fe religiosa o de una corriente filosófica. El hombre es un ser trino: físico, mental y espiritual; por lo que necesita cuidar de esas tres áreas todo el tiempo. Lo intangible nos permite entender nuestro contexto, nos ancla a lo verdaderamente valioso; y nos proporciona, a su vez, un propósito superior.

¿Y qué podemos decir respecto al trabajo?

A pesar de lo que mucha gente piensa, el trabajo puede ser también el origen de inmensas alegrías. En consecuencia, debemos aspirar a realizar una actividad que nos permita sentirnos realizados. Por otro lado, hacer el mejor esfuerzo y dar lo mejor de nosotros mismos será además una fuente inagotable de satisfacción. Hagamos elecciones inteligentes para poder verter toda nuestra pasión y sentir placer en lo que hayamos escogido.

De igual modo, Carl Jung hablaba de la eudaimonía, palabra griega que se traduce literalmente como fortuna o felicidad. Según este principio no se trata de mirar hacia afuera, sino hacia adentro de nosotros. Para ellos debemos vigorizar o reforzar nuestro yo interior, esencia o daimon; que de acuerdo con Aristóteles representa lo virtuoso y sabio, en su enfoque más práctico. Se trata de una entidad vital y poderosa a la que tendríamos que prestar atención pero que, por desgracia, tendemos a ignorar.   

Por último, el autoconocimiento y la reflexión constituyen las claves de la felicidad. Más allá de lo que poseemos, se trata de lo que somos. Si escuchamos a nuestro yo interior, buscamos la ayuda y guía de un ser superior y aprendemos a contentarnos con las experiencias vividas a diario, lo lograremos. Un tratamiento con un psicólogo puede ayudar a enfocarnos en las verdaderas fuentes de satisfacción y no en lo negativo que nos rodea.