Vida de Stanley Milgram y su experimento sobre la obediencia

Biografía de Stanley Milgram

Stanley Milgram nació en Nueva York en agosto de 1933. Sus padres, Samuel que es húngaro, y Adele, rumana, eran judíos que emigraron a Europa Occidental en la época del nazismo de la II Guerra Mundial. Desde su infancia, Milgram fue un estudiante brillante y con una marcada actitud de líder.

¿Cualquier ser humano puede llevar a cabo acciones que vayan en contra de sus valores solo porque alguien se lo pide? ¿Podría cualquiera de nosotros llegar a cometer atroces crímenes contra otro ser humano solo por obediencia a la autoridad?

Estas preguntas han rondado la cabeza de muchos académicos a lo largo de la historia, más aún en el siglo XX, cuando la humanidad ha presenciado algunos de los más horribles crímenes masivos.

Un buen número de investigadores se ha atrevido a dar un paso más allá con el objetivo de encontrar la razón psicología por la que en ciertas ocasiones somos capaces de transgredir nuestros valores morales universales más fundamentales.

Stanley Milgram, un psicólogo estadounidense de la Universidad de Yale, fue uno de los que, sin importar si su moral y ética profesional iban a ser cuestionadas, cruzó la línea para comprender más sobre el tema.

En 1961 llevó a cabo una serie de experimentos con un grupo de estudiantes, donde pretendía medir la disposición de una persona a acatar las órdenes emitidas por una autoridad incluso cuando estas contradicen su sistema de valores y su conciencia.

Vida de Stanley Milgram y sus experimentos

Stanley Milgram nació en Nueva York en agosto de 1933. Sus padres, Samuel que es húngaro, y Adele, rumana, eran judíos que emigraron a Europa Occidental en la época del nazismo de la II Guerra Mundial. Desde su infancia, Milgram fue un estudiante brillante y con una marcada actitud de líder.

Más tarde, en 1954, obtuvo una licenciatura en Ciencias Políticas por el Queen College.

Luego de culminar estos estudios, se adentró en el mundo de la mente y se doctoró en Psicología por la Universidad de Harvard, donde estuvo bajo la tutela de Gordon Allport, considerado fundador de la psicología de la personalidad, y fue compañero de Philip Zimbardo, célebre psicólogo social famoso por el experimento de la cárcel de Stanford.

Durante el tiempo de su doctorado, Milgram trabajó junto a Solomon Asch, prestigioso y mundialmente conocido psicólogo social.

Mientras trabajaba junto a Asch, quien desarrollaba el experimento de la longitud de la línea para medir la conformidad de los grupos, surgió en Milgram un profundo interés por el estudio de los grupos y otros aspectos de la psicología social.

Conforme avanzaba en sus investigaciones, Milgram fue forjando fama de autor polémico y controversial. Se alegaba que sus experimentos evidenciaban una moral cuestionable, pero lograron comprender mejor la obediencia humana a la autoridad.

Su investigación demostró lo peligrosa que es la tendencia de los humanos a obedecer ciegamente una autoridad, al punto de despojarnos de la moral y el sentido de responsabilidad.

A través de estos experimentos logró acuñar un nuevo término: el ‘estado agentico’, en el que una persona puede llevar a cabo acciones que contradicen sus valores.

El legado de Stanley es uno de los más importantes de la psicología social, su trabajo inició el debate sobre la ética en el campo de la psicología y qué experimentos se pueden llevar a cabo o no hoy en día.

Obediencia ciega a la autoridad

El 15 de diciembre de 1961 en Jerusalén, Adolf Eichmann, III Reich de Adolf Hitler, teniente coronel de las Escuadras de Protección del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (SS).

Jefe de una de las secciones de la Policía Secreta del Estado Nazi (Gestapo) y encargado de transportar cientos de judíos a los campos de concentración, fue juzgado y condenado a muerte por los jueces Benjamín Halevy, Moshe Landau y Yitzhak Raveh.

Eichmann cumplió los objetivos fijados por Hitler con gran eficacia, y fue condecorado y homenajeado por eso en la Alemania Nazi. Como él, muchos criminales de guerra alegaron solo estar cumpliendo órdenes al momento de ser juzgados luego de la II Guerra Mundial, por lo que no podían ser tomados como responsables de sus actos.

A partir de estas declaraciones, muchos psicólogos, sociólogos y demás investigadores plantearon la interrogante: Estas personas ¿fueron malvadas realmente, o se trata de un fenómeno que cualquier persona podría atravesar si estuviera en la misma condición?

El diccionario ofrece distintas descripciones para definir la obediencia. Una de ellas, es la ‘obediencia debida’ que es la obediencia al poder jerárquico y que exime de responsabilidad por cometer delitos.

Es justo este tipo de obediencia el que alegaron los subordinados del poder Nazi, y que llamó poderosamente la atención de Stanley Milgram.

Milgram conocía de primera mano lo que había sucedido en la II Guerra Mundial: los campos de concentración; matanzas de judíos, eslavos, gitanos, homosexuales, etc; torturas; buscaba comprender cómo seres humanos habían podido participar en estos crímenes de guerra solo por obedecer al poder Nazi.

Los diversos experimentos que realizó

Milgran realizó un total de diecinueve experimentos para el estudio de la obediencia a la autoridad. Consistían en la designación de una autoridad central que le daba órdenes al resto de los participantes, la orden era administrar descargas eléctricas a otra persona cada vez que esta respondiera mal una pregunta.

La intensidad de la descarga iba aumentando conforme la persona contestara mal más preguntas.

Es importante destacar que las descargas eran falsas, la persona que supuestamente las recibía era un cómplice, pero el encargado de administrarlas no lo sabía.

Preparación

Para los experimentos Milgram, a través de correos y anuncios en el periódico que invitaba a formar parte de un experimento sobre la memoria y el aprendizaje, reunió a 40 participantes a los que además se les pagaría una cantidad de 4 dólares (equivalentes a 28 dólares actuales), sin importar el resultado final o lo que pasara durante el ensayo.

Se dijo que para el experimento eran necesarias tres personas: el investigador, que debía vestir una bata blanca y era la autoridad; el maestro, y el alumno. Los papeles de los participantes eran asignados mediante un falso sorteo, ya que el alumno siempre sería el cómplice de Milgram y los demás investigadores.

Cómo se realizaba le experimento

El maestro y el alumno eran asignados a una habitación diferente a la del investigador, sin embargo, estas eran contiguas y podía escucharse lo que sucedía en la habitación contraria.

El investigador observaba cómo el alumno era atado a una silla para impedir movimientos involuntarios, y cómo se le colocaban los electrodos conectados a un generador de descarga eléctrica, cuyo interruptor estaba en la habitación donde se encontraba el investigador.

Desde este interruptor se podía regular la intensidad de la descarga, que iba desde 15 a 450 voltios. A los efectos del investigador, las descargas serían reales, pero realmente el generador había sido programado para solo emitir una grabación realizada previamente donde se escuchaban terribles gritos de dolor y sonidos quejumbrosos.

El maestro debía enseñarle pares de palabras al alumno, quien debía mencionarlos correctamente, de lo contrario, recibiría una supuesta descarga eléctrica que aumentaría 15 voltios por cada error.

Si el maestro se negaba a continuar con las preguntas y se dirigía al investigador –la figura de autoridad en el experimento–, este debía responder con frases predefinidas como: ‘’Siga, por favor’’, ‘’Es necesario que usted siga’’, ‘’No tiene otra opción sino continuar’’. Si preguntaba quién era el responsable, el investigador tenía que decir que él era la autoridad.

Resultados

Durante el experimento, la mayor parte de los participantes mostraron marcados signos de angustia y tensión al escuchar los alaridos en la habitación contigua que, según lo que ellos pensaban, eran provocados por las descargas eléctricas que ellos administraban.

Incluso, como describe Milgram, muchos de ellos tuvieron ataques de terror prolongados. Sin embargo, los 40 sujetos siguieron aplicando descargas hasta los 300 voltios, mientras que 25 de los 40 las aplicaron hasta el nivel máximo, 450 voltios.

Así, el experimento reveló que 65% de los participantes llegaron hasta el final, incluso cuando en una de las grabaciones uno de los sujetos afirmaba tener problemas cardíacos.

Conclusiones

Los sujetos con rasgos autoritarios (previamente definidos con una evaluación) son más propensos a obedecer hasta el final.

Los sujetos que recibieron instrucción militar anteriormente, son más propensos a obedecer hasta el final.

Los sujetos con mayor formación académica no se dejan intimidar tanto, por lo que son menos obedientes.

Cuando los sujetos tienen más proximidad con la autoridad, obedecen más.

A menor proximidad con la víctima, tanto de contacto como física, mayor obediencia.

Hombres y mujeres obedecen por igual.

A medida que el sujeto obedece la autoridad, su consciencia deja de funcionar y el sentido de responsabilidad va disminuyendo.

Los sujetos siempre justifican sus actos.

Video del experimento de Stanley Milgram sobre la obediencia

Este experimento fue publicado en 1963 en la revista Journal of Abnormal and Social Psychology bajo el título: Behavioral Study of Obedience (Estudio del comportamiento de la obediencia) y resumida en 1974 en su libro Obedience to authority.

Experimento de Milgram: Un estudio sobre la obediencia a la autoridad from Economía Basada en Recursos on Vimeo.