Causas del síndrome del conductor violento

El síndrome del conductor violento

El síndrome del conductor violento explica ciertas acciones desagradables por parte de individuos con un volante en la mano. Conoce algunas de sus señales.

El síndrome del conductor violento es fácil de reconocer y se caracteriza por actitudes agresivas que manifiestan que la persona se siente muy irritada y molesta. Entre ellas se encuentran adelantamientos imprevisibles a otros vehículos, persecución del chófer que va delante, cambios repetidos de luces, dejar la bocina o el claxon pegados o hacerla sonar intermitentemente por largo rato, insultos verbales y gestos groseros con las manos hacia los demás.

Todos en algún momento hemos actuado de esta forma o hemos sido víctimas de alguien que muestra las mencionadas señales. Aparte de lo desagradable de dicha conducta, el verdadero peligro está en la posibilidad de que, por tal causa, se produzca un accidente vehicular serio.

Ya sea debido a la imprudencia de ese individuo o porque quien se sienta amenazado pierda, por temor al otro, el control del volante y concluya en un acto inseguro.

¿Qué provoca la aparición del síndrome del conductor violento?

El perfil que usualmente se asocia con dicho comportamiento es el de hombres entre 30 y 40 años, con esposa e hijos y una cierta preparación académica, que resultan ser muy impacientes con mujeres, taxistas, motorizados o ciclistas y camioneros.

Suelen sentirse agobiados por los compromisos laborales, deudas y otras razones personales; y utilizan este mecanismo para descargar su ira contra el mundo.

No se trata de personas de naturaleza agresiva, sino que solo exhiben esta actitud al conducir un automóvil. Alrededor de un 20% de estos, se ha observado que reaccionan así al estrés de la vida diaria, un 15% no se hace responsable de sus actos y, por el contrario, culpan a las maniobras de los otros choferes y casi un 12% responden de tal modo ante la congestión o atascos del tráfico.

En general, están relativamente seguros de no volver a coincidir con la víctima.

La transformación aparece en mayor o menor grado dependiendo de con quien se comparte el vehículo. A manera de ejemplo, conducir en solitario o con varios amigos puede coincidir con un incremento de la ofuscación o descontrol.

Por otro lado, aquellos que circulan con la familia (cónyuge, hijos o padres) o con un compañero de trabajo se muestran más comedidos. Factores externos como el calor, tráfico pesado y ruidos agudos exacerban los síntomas.

¿Qué hacer para controlar las circunstancias?

Si al conducir te encuentras con un individuo agresivo no le sigas el juego; devolver el agravio afectará tu paz interior y, además, puede lograr que empeore la situación. En cualquier caso, si ocurre alguna colisión trata de abrir un margen para el diálogo y muestra una actitud conciliadora aun cuando creas estar en tu derecho.

Definitivamente no vale la pena enfrentar a aquellos que actúan como toros enfurecidos en el ruedo.

En contraposición, si eres tú quien suele transformarse en tal persona deberías tomar ciertas medidas para evitar que esto te suceda. Algunas recomendaciones serían:

  • Prepararse para el momento. Si sales a una hora punta entonces prevé que tendrás que estar listo un poco más temprano. En la medida de lo posible elige las rutas menos congestionadas para llegar a tu destino. Si no podrás arribar a tiempo, avisa a la gente con quien concertaste la cita, diles que vas retrasado. Si te hayas molesto o tuviste una discusión, cálmate antes de entrar al coche.
  • La importancia de una respiración profunda. En el instante en que el escenario tienda a sacarte de tus casillas, inhala y exhala de manera controlada, varias veces; la oxigenación te ayudará a sentirte mejor. Trata de regular tu impaciencia de una forma consciente e intenta actuar sosegadamente todo el lapso que te encuentres tras el volante.
  • ¿Y si la causa es interna? Si estás discutiendo con alguien dentro del vehículo, aplaza la conversación. Y si son los niños que pelean o arman barullo, detente en un área segura y haz un esfuerzo por tranquilizarlos. No hables por teléfono, ni envíes o recibas mensajes mientras conduces, puesto que esto ocasiona un estrés adicional y aumenta las posibilidades de sufrir un accidente.

Conducir por una vía pública es una actividad social y a causa del síndrome del conductor violento que no respeta las reglas de convivencia, ni intenta ser empático, la situación puede convertirse en un problema de envergadura. Si te preocupa estar manifestando esta condición, repetidamente y sin control, tal vez ha llegado la hora de buscar apoyo psicológico.