Qué sucede en el corazón de un niño que no recibe amor

Niño que no recibe amor

Un niño que no recibe amor puede verse afectado de diversas maneras, y no solo en su etapa infantil, estas heridas emocionales lo pueden seguir por el resto de su vida.

Si bien no es un acto consciente, en la inmensa mayoría de los casos, que los padres no muestren cariño y amor suficiente por el niño, esto puede suceder por diversos factores, como la separación y los conflictos no resueltos en la pareja, enfermedades mentales de los padres, adicciones, problemas emocionales y laborales, etc.

Hay un mecanismo psicológico básico con el que todos nacemos y que se basa en cuestionarnos a nosotros mismos cada vez que ocurre un acontecimiento negativo.
Este cuestionamiento finalmente sirve como un incentivo para la superación personal.

Es decir, cuando algo sale mal y no somos capaces de corregirlo inmediatamente, subconscientemente se activa una parte de nosotros que nos dice que tenemos algo que mejorar, que no somos lo suficientemente buenos, que no somos lo suficientemente capaces, etc. El sentimiento desagradable que produce este cuestionamiento se convierte en la motivación para revisar la situación negativa.

El cuestionamiento como mecanismo de movilización humana ha existido durante decenas de miles de años en el hombre (desde que desarrolló la autoconciencia) y es la causa fundamental de todo tipo de angustia mental.

Las creencias negativas que se despiertan por la carencia de amor o la sobreprotección

Dependiendo de cuántas cosas positivas hayan faltado en nuestra infancia, el mecanismo de autocuestionamiento esencialmente «despierta» creencias negativas consagradas en nuestro ADN. Estas son creencias que han sido heredadas de generación en generación (a través del ADN y a través de la crianza de los hijos de cada generación por parte de sus padres).

La forma específica de estas creencias varía de persona a persona porque depende del árbol genealógico y de la historia de cada uno de sus antepasados.

Hagamos hincapié en que esta carencia de cosas buenas no tiene por qué darse en modo de “acontecimientos traumáticos” de la infancia de los que tanto se ha hablado en psicología. También puede darse en forma del ambiente y actitud psicológica general hacia el niño que marca su vida cotidiana en el hogar.

De modo que en la medida en que un niño -obvia o insidiosamente- no recibe suficiente amor, respeto, cuidado y seguridad de sus padres, se activarán en él creencias sobre sí mismo tales como «no merezco ser amado», «no merezco ser respetado”, “no puedo, no soy capaz de tener lo que necesito”.

Esto se debe al mecanismo básico de superación personal del que hablábamos al principio, pero también contribuye el siguiente determinante: Un niño no tiene suficiente juicio para pensar que él o ella no es responsable del fracaso de sus padres de darle lo que necesita, por lo que no hay defensa contra esta activación de creencias negativas dentro de él.

Si, por ejemplo, no recibe amor ni reconocimiento de sus capacidades, es muy complicado creer que existen razones por las cuales sus padres no pueden dárselo. Mientras que es muy fácil, dado que las creencias negativas ya están esperando dispuestas en su interior, asumir sus propias insuficiencias son responsables de esta carencia.

Después de todo, ve a sus padres casi como dioses. Ellos son los fuertes, tienen muchos años más en este mundo, saben todo y nada en absoluto, ¿cómo podrían cometer un error? Aparte de que prefieren verlos como infalibles y perfectos, porque de ellos depende su propia existencia, la idea de que quienes los han cuidado pueden ser imperfectos, les produce inseguridad.

El miedo de los padres se trasmite también hacia sus hijos

También hay que tomar en cuenta que un niño puede recibir mucho amor, cuidado y atención, pero aun así desarrollar creencias fuertemente negativas sobre sí mismo. Por ejemplo, un comportamiento excesivamente protector basado en el miedo por parte de los padres, hace que el niño también tenga miedo. Y, por lo tanto, fabrique la creencia de que es muy débil y vulnerable y que el mundo es muy peligroso.

También el estar dando consejos, instrucciones e intervenciones constantemente, por buena que sea la intención con la que se dan, activan su creencia de que no puede confiar en sus propias habilidades (soy incapaz). No tiene el suficiente control para hacer lo que quiere (soy indefenso, hago lo que los demás quieren), no tiene juicio para distinguir lo útil de lo dañino (soy estúpido, soy ignorante, solo los demás saben). No tiene la capacidad para aprender de sus errores (soy vulnerable, si me equivoco, es el fin).

El error de mostrar amor en forma de premio

Otra forma incorrecta en que los padres aman a sus hijos es cuando no los aman simplemente por ser sus hijos, sino porque son bellos, inteligentes, amables, buenos estudiantes, obedientes, etc. En la medida en que esto es así, este amor también genera auto-creencias negativas basadas en la creencia básica de “no merezco lo que tengo, solo lo merezco mientras satisfaga los deseos de los demás”.

Porque a la mínima desviación de las expectativas de los demás, siente el gran deterioro del clima emocional. Es como la depresión y la ansiedad que aqueja muchas veces a las estrellas del espectáculo que en el fondo saben que toda la admiración y el amor del mundo no es realmente por ser quienes son, sino que es algo que depende completamente de sus éxitos y rendimiento.

Entonces, la primera imagen que nos formamos de nosotros mismos depende de las experiencias de nuestra infancia y esta imagen se mantiene en la edad adulta, esencialmente hasta que morimos, si no la cuestionamos consciente y sistemáticamente. Esto, por supuesto, plantea la pregunta, ¿por qué sucede esto?

La falta de amor genera inseguridad en el niño

Es decir, si un niño no ha recibido amor y respeto de sus padres, es probable, como explicamos, que forme creencias sobre sí mismo, tales como “no merezco ser amado y respetado” y “no tengo la fuerza para conseguir lo que quiero (como lo más importante, ser amado y respetado)». Pero ¿por qué las experiencias posteriores con otras personas no cambian esas creencias?

Una de las razones es, en primer lugar, que las primeras creencias sobre uno mismo tienen un poder especial, ya que se activan cuando no existe una defensa crítica y forman la primera impresión de quiénes somos, que es la más fuerte.

A partir de entonces, estas creencias bien fundadas influyen en nuestras elecciones y en la interpretación de los acontecimientos de nuestra vida de tal manera que se autoafirman.