Personas inteligentes son propensas a la depresión existencial

Personas inteligentes y la depresión existencial

La depresión existencial aparece con frecuencia en los individuos más inteligentes y termina siendo una causa de infelicidad. Veamos las razones por las que son propensas a sufrir depresión.

La depresión existencial; es decir, no hallarle sentido a vivir, profundizar en temas como la inminencia de la muerte o las injusticias, se ha demostrado que afecta de manera especial a los individuos con un elevado coeficiente intelectual (CI).

Cuando los niños superdotados se convierten en adultos, siguen teniendo los mismos requerimientos especiales de antes, en lo que respecta a aspectos psicológicos, sociales y emocionales, debido principalmente a su inteligencia excepcional.

Se llama depresión al abatimiento que experimenta la gente cuando pasa por una situación difícil o traumática como podría ser el despido del trabajo, el fallecimiento de un ser amado, la pérdida de un bebé, etc.; al tratarse de una situación existencial la situación se vuelve más compleja e impacta todavía más el ánimo.

A los más inteligentes les afecta más que al resto porque ellos comienzan a establecer relaciones entre los hechos acaecidos y su propia visión del mundo; al igual que, cuestionan su posición dentro del universo.

¿Por qué los inteligentes son más vulnerables a la depresión existencial?

De una prueba realizada en el año 1926 con un conjunto de niños (denominados los Termitas) con CI > 170 puntos, por el psicólogo Lewis Termin, se concluyó que, por la parte positiva, una inteligencia superior no significa una gran diferencia en lo relativo a reportar mayor felicidad y por la negativa, puede acarrear una mayor insatisfacción con la vida y los logros alcanzados durante la misma.

A pesar de que una parte del grupo alcanzó fama y fortuna, muchos cayeron en conductas autodestructivas, como el alcoholismo y la drogadicción.

Una de las respuestas que se podría dar es que, tener una conciencia clara respecto al talento natural poseído se transforma, en muchas ocasiones, en una pesada carga que produce serias limitaciones.

Los Termitas fueron entrevistados a finales del siglo pasado y muchos, en lugar de reconocer y apreciar sus éxitos; tenían la sensación de haber fallado y de no haber satisfecho las elevadas expectativas que ellos mismos y otros, tuvieron cuando eran jóvenes.

Un problema adicional sería que, estas personas pareciera que son más conscientes de lo que les rodea y se ven más afectados por los inconvenientes de su entorno; así, se angustian por la falta de sentido común o de criterio del resto de los integrantes de la sociedad. Esto les lleva a preocuparse más por situaciones que otros, menos inteligentes, en ocasiones ni siquiera detectan; por tanto, sufren de una ansiedad desequilibrante y paralizante mayor.

¿Qué es mejor inteligencia o sabiduría?

En el día a día se observa que los individuos más inteligentes, no son necesariamente los que toman las decisiones más apropiadas; incluso, en algunos casos estas resultan ser peores o más desventajosas. Los de mayor capacidad intelectual suelen tener un punto ciego, no son imparciales y tienen más dificultades para percibir sus propios defectos o al dejarse guiar por sus instintos naturales.

Muchos individuos de nuestra sociedad, que son bastante inteligentes, hacen cosas irracionales y no asumen la responsabilidad de sus actos; entonces, ¿qué es lo que lleva a la gente a tomar las decisiones correctas? Aquí es donde, según Igor Grossman (Waterloo University, Canadá) aparece un antiguo concepto: sabiduría. Esta podría definirse como la habilidad de efectuar las elecciones más apropiadas de un modo imparcial.

Grossman encontró en uno de sus estudios científicos que quienes obtienen los mejores valores en los tests de sabiduría, demostrando una capacidad de raciocinio superior, al mismo tiempo mostraban una mayor satisfacción con los resultados obtenidos en su vida, lograban desarrollar relaciones interpersonales de gran calidad y sufrían de niveles más bajos de preocupación y ansiedad. Inclusive, pareciera que logran vivir por más años.

La buena noticia es que la sabiduría puede cultivarse

Según Grossman, la sabiduría no depende tanto del CI y en consecuencia, puede ser acondicionada y entrenada. Se basa en el conocimiento amplio y el cultivo de habilidades, discernimiento y discreción. Esto se logra en buena medida de manera natural, con las vivencias, y por eso se dice que la vida nos enseña a golpes; no obstante, es posible fortalecerla a través de la meditación, la lectura de buenos libros, las relaciones con gente culta, los viajes, etc.

En pocas palabras, al ampliar sus horizontes y descubrir lo que el universo tiene para ofrecerle, el hombre se hace más sensible a las necesidades de otros y nace en él un deseo de ayudar, de dejar una huella con su existencia, de ser mejor persona. Y esto, funciona de igual forma para los que no son superdotados, quienes no tienen la capacidad de resolución de complicadas ecuaciones matemáticas, ni encontrarán cura a las enfermedades más graves.

La depresión existencial acosa más a los emocionalmente menos inteligentes

Antiguamente se pensaba que la inteligencia se asociaba solo a los descubrimientos científicos, cociente intelectual elevado y otras capacidades de ese estilo, hoy por hoy sabemos que existen varios tipos de ella (según Gardener, por ejemplo); siendo la emocional de la que hablaremos a continuación.

La experiencia ha permitido concluir que los “genios” a menudo carecen de tal habilidad y quienes la han desarrollado, llegan a gozar de un mayor bienestar psicológico y de una calidad de vida superior.

Para mejorar el grado de inteligencia emocional (IE), según D. Goleman, que se posee, primero que nada, hay que estar consciente del problema. Después es necesario aprender a identificar la emoción oculta detrás de los actos.

La buena lectura ayuda a ampliar el vocabulario respecto a los sentimientos y las emociones, los cuales no deben ser juzgados, sino dejarse fluir con libertad. El lenguaje corporal es importante, de igual modo que reconocer e interpretar sus señales.

Resumiendo, la depresión existencial puede resultar más agobiante en aquellas personas que se destacan por su inteligencia. Estas se angustian en exceso por las condiciones que les ha tocado vivir y tienen a sentirse, con frecuencia, decepcionados de sí mismos.

El desarrollo de la sabiduría y de la IE son recursos positivos para esforzarnos en lograr ser más felices y equilibrados. La orientación de un buen psicólogo es una excelente herramienta que ayuda a estos individuos a superar sus limitaciones.