Mitos sobre la psicología populares hoy en día

Mitos sobre psicología

En este artículo pretendemos aclarar cómo se crearon cinco creencias comunes en torno a la psicología, por qué la gente sigue creyéndolas y cuál es la realidad que las anula.

En la última década, los términos psicológicos y las teorías psicológicas se han vuelto muy populares y el público en general los utiliza a diario. Los expertos en política, por ejemplo, suelen hablar de «sesgo de confirmación», es decir, la tendencia de las personas a centrarse selectivamente en aquellos elementos que confirman sus percepciones preexistentes. Por otro lado, muchas personas comunes ahora son conscientes del papel de la serotonina en la sensación de bienestar.

Mitos sobre la psicología que podemos desmentir

Los descubrimientos psicológicos hacen que sea cada vez más fácil para las personas sumergirse y profundizar su comprensión del dolor humano y la condición humana en general. Sin embargo, persisten muchos mitos sobre la psicología, de los cuales destacaremos 5 en este artículo.

1. Solamente usamos el 10% de nuestro cerebro

La idea de que gran parte de nuestro cerebro permanece inactivo es una de las falsas creencias más comunes.

¿De dónde proviene?

Este mito probablemente tiene sus raíces en la opinión del psicólogo estadounidense William James (1907) de que «usamos sólo una pequeña parte de nuestros posibles recursos físicos y espirituales«. 

Cuál es este porcentaje probablemente provino del autor Lowell Thomas, quien, parafraseando a James, escribió que «la persona promedio desarrolla sólo el 10% de su capacidad mental latente» (1936). Más tarde, hubo muchas películas de ciencia ficción que afirmaron que si uno logra usar más del 10% del cerebro, se convertirá en usuario de habilidades cognitivas especiales.

La realidad

La neurociencia no confirma estas percepciones. Por el contrario, aunque el cerebro representa solo el 2% de la masa corporal humana, representa el 20% del gasto calórico. Esto se debe a que hay más de 86 mil millones de neuronas en el cerebro, que están programadas para autodestruirse si no pueden funcionar y participar en algún circuito útil de actividad. 

Si, por lo tanto, todas las neuronas excepto el 10% supuestamente utilizado fueran destruidas, entonces sería un cerebro extremadamente encogido y una persona con funciones neurocognitivas anormales.

2. Hablar de nuestros problemas puede resolverlos

¿De dónde proviene?

Hace aproximadamente un siglo, Sigmund Freud habló de la «terapia del habla«. Según él, todos tenemos la mala costumbre de reprimir los pensamientos y sentimientos que nos molestan. Esta creencia continúa hasta el día de hoy. 

Se supone que para una persona que pasa por dificultades, siempre es útil hablar. Como escribió un psicoterapeuta en la revista Psychology Today, es muy liberador compartir lo que te molesta.

La realidad

Los datos recopilados por investigaciones no solo no confirman esta creencia, sino que hay evidencia de que la terapia del habla también puede tener efectos negativos. Esto es compatible, por ejemplo, con la investigación de Scott Lillienfeld, profesor de la Universidad de Emory en Atlanta, sobre las «Terapias psicológicas que causan daño». 

Aproximadamente el 10% de las personas que realizan terapia del habla empeora debido a ella y solo la mitad muestra una mejoría. La razón, según él, es que muchos psicoterapeutas no utilizan técnicas científicamente fundamentadas y confirmadas por estudios clínicos.

3. El trastorno obsesivo-compulsivo es cuando tratamos de organizar todo

Aquellas personas que están obsesionados con el orden y la limpieza son caracterizadas por el público en general como obsesivos-compulsivos.

¿De dónde proviene?

Numerosas series de televisión y películas han hecho una representación de este trastorno de esta manera. Un ejemplo típico es Monica Geller de «Friends», que tenía 11 categorías diferentes de toallas para uso separado cada una.

La realidad

Las personas con trastorno obsesivo compulsivo generalmente no son regulares. Están abrumadas por una serie de pensamientos e imágenes incontrolables y desagradables, que se sienten obligadas a eliminar mediante rituales que requieren mucho tiempo. 

Una pequeña minoría de las personas que padecen este trastorno tiene rituales de lavado de manos realmente compulsivas. Pero la limpieza excesiva es solo una posibilidad en una amplia gama de síntomas del trastorno obsesivo compulsivo (TOC).

4. Los cambios de humor son el sello distintivo del trastorno bipolar.

¿De dónde proviene?

Aparte del hecho de que muchas celebridades han sido diagnosticadas con este trastorno, anteriormente conocido como depresión maníaca (por ejemplo, Kathryn Zeta-Jones, Russell Brand, Mariah Carey, Carrie Fisher, etc.), una gran parte de los medios en el internet respalda este mito sobre los cambios de humor rápidos como uno de los síntomas clásicos. 

Incluso el sitio web de la conocida clínica estadounidense Mayo describe el trastorno bipolar como una «condición de salud mental que causa cambios extremos de humor».

La realidad

Los cambios de humor no se encuentran entre los síntomas oficiales ni los criterios de diagnóstico del trastorno bipolar. Los pacientes ciertamente experimentan fases extremas de manía y depresión, pero duran semanas y meses y rara vez cambian rápidamente. También se acompañan de otros comportamientos mucho más perturbadores que los cambios de humor. 

Los episodios de depresión a menudo causan una abrumadora sensación de agotamiento, niebla mental, ansiedad y más. La manía puede provocar comportamientos sexuales o de consumo impulsivos, erráticos, lo que lleva a la imprudencia, al gasto destructivo e incluso a peleas violentas.

5. La medicación es la única forma de corregir un desequilibrio químico

¿De dónde proviene?

Las compañías farmacéuticas aseguran que los niveles anormales de sustancias químicas en el cuerpo y sus desequilibrios en el cerebro son responsables de las enfermedades mentales y que pueden tratarse con medicamentos.

La realidad

Esto es una simplificación excesiva. Por un lado, los trastornos mentales, como la depresión, están asociados con una serie de trastornos cerebrales y no solo con un desequilibrio químico.

Por otro lado, los medicamentos son uno de los tratamientos existentes, pero hay muchas otras formas de cambiar nuestro ‘perfil’ neuroquímico, como el ejercicio regular, la nutrición adecuada y la psicoterapia.