Los 4 miedos que bloquean tu crecimiento personal

persona bloqueada por el miedo

¿Cuáles son los miedos más dañinos para nuestro crecimiento personal? Veamos juntos qué características tienen y cómo superarlos.

El miedo en realidad tiene una función biológica específica: nació para protegernos y permitirnos reaccionar eficazmente a los peligros externos. Es decir, si estamos aquí, después de millones de años de supervivencia de la especie, se lo debemos en gran parte al miedo.

Pero ojo: el miedo beneficioso, que ha permitido a la raza humana llegar al año 2020, es el miedo ocasionado por un peligro real.

Un tigre, una tormenta, una serpiente venenosa.

Es por eso que incluso ahora, si te encuentras frente a un oso que se ha escapado del zoológico, el instinto de paralizarte y contener la respiración tal vez te salve de la ira fatal de un animal salvaje, un acontecimiento catastrófico o incluso un virus, como el caso del cronavirus.

No todos los miedos contribuyen a la supervivencia

Sin embargo, además de este miedo real y útil, existe el miedo que no conduce a nada: no te salva la vida., no te protege, no te permite sentirte mejor y vivir más tiempo. Todo lo contrario.

Hay 4 miedos que pueden obstaculizar nuestro crecimiento personal y el logro de nuestros objetivos más ambiciosos; para decirlo de otra manera, estos miedos pueden arruinarte la vida. 

En este artículo, hablaremos de las características de estos 4 miedos (que por cierto son los más comunes en el mundo) y algunas estrategias prácticas para enfrentarlos:

  1. Miedo a ser juzgado por los demás;
  2. Miedo a hablar en público;
  3. Miedo a cambiar;
  4. Miedo a cometer errores.

(Por supuesto, no hablaremos sobre fobias, ataques de pánico o estados emocionales y psicológicos que necesitan la intervención de un especialista).

1. Miedo a ser juzgado por los demás

Algunas veces este tipo de miedo es innato.

Muy a menudo se nos transmite cuando somos niños. En el primer momento en que hacemos algo diferente, fuera de lo habitual o un poco egoísta, se desatan una serie de voces adultas que nos dicen:

  • «¿Qué pensaría fulano si te viera hacer eso?»,
  • «¿Qué crees que diría mengano?»,
  • » Si todos hiciéramos esto, ¿qué crees que pasaría?».

Con los años, esas pequeñas voces las llevaremos dentro de nuestra cabeza. ¿Cómo podemos arreglarlo? Te proponemos un ejercicio…

Durante todo un día, haz un seguimiento de todas las veces que aparece un pensamiento en tu cabeza sobre lo que otros dirían o pensarían. No hace falta sorprenderse ¡Seguro habrá varios!

En este punto, lamentablemente tendremos que contradecir a tus maestros de jardín de infantes y revelarte la cruda verdad: fulano y mengano seguro habrían vivido igual de bien incluso si hubieras hecho esas cosas que se suponía no tenías que hacer.

Ellos ya están lo suficientemente ocupados con sus propios asuntos. O inclusive pensando en lo que habrías pensado tú de ellos. ¡Piensa en lo absurdo de la situación!

¡Date cuenta que ya has pasado suficientes años de tu vida pensando en lo que los diferentes fulanos y menganos piensan de ti! Es hora de hacer un poco de limpieza entre tus pensamientos y finalmente dejar espacio para lo que realmente importa.

Entonces, ¿cómo te puedes deshacer del miedo a ser juzgado por los demás?

Piensa en ti mismo

Concéntrate en lo que quieres, lo que te gusta, en lo que eres bueno. Dedica tiempo a lo que te interesa y te apasiona. Observa cómo funcionan las cosas a tu alrededor. Piensa en tus planes. Cómo puedes hacer que funcionen. A las personas que puedes involucrar. Piensa en lo que te hace sentir bien y te hace tener más energía.

Cada vez que notes que tus pensamientos se te están yendo de las manos y que están yendo hacia el “otro” camino, tráelos de vuelta al punto de partida: concéntrate en lo que tienes y quieres que sea positivo.

Muy a menudo, el miedo a ser juzgado por los demás está relacionado con nuestro deseo de aprobación. Queremos ser vistos positivamente, porque estamos convencidos de que esto nos hará sentir mejor.

Pero este es un círculo vicioso.

No hacemos ciertas cosas para obtener la aprobación que nos hará sentir mejor, pero son precisamente esas cosas que hemos evitado las que nos podrían haber hecho sentir bien.

Por lo tanto, la forma más fácil de superar este miedo es tomar responsabilidad de nuestro propio bienestar y dejar de depender de los pensamientos y las opiniones de otra persona.

2. Miedo a hablar en público

Hoy en día, poder hablar en público es una de las habilidades más importantes para tu carrera y tu vida. Aun así, la gran mayoría de la gente se siente aterrorizada por esto. Puede parecer una locura, pero según algunas encuestas, ¡este miedo incluso supera el miedo a morir!

Este segundo miedo está profundamente conectado con el miedo a ser juzgado por los demás y al de cometer errores (que veremos más adelante). Sin embargo, afortunadamente, con las estrategias correctas puedes manejarlo de manera efectiva.

Encuentra algo que te apasione profundamente

Si puedes, elige temas que consideres dentro de tu área o agrega aspectos personales en lo que vas a decir, sobre todo las primeras veces que hables en público.

Puede ser una anécdota, una cita biográfica de un personaje que admiras, una historia emocionante. Así el discurso será mucho más espontáneo y natural.

Concéntrate en tu preparación

Si es un tema que te apasiona o no, tu preparación es esencial en cualquier caso. Por supuesto, no tienes que aprender todo de memoria (hacer esto puede ocasionar que te trabes y congeles en medio del discurso), pero tienes que organizar la estructura y la secuencia lógica de tus argumentos.

De esta manera, incluso si te olvidas de algunos detalles, sabrás qué otros aspectos relacionados puedes tratar.

Repite tu discurso varias veces, incluso cambiando algunos elementos, y te darás cuenta que para la tercera vez que hayas repetido tu discurso se habrá convertido en parte de ti y se sentirá mucho más fluido.

Deja de pensar en ti mismo

No centres toda tu atención a ti mismo y tus preocupaciones, trata de moverla hacia el tema que abordarás y a tu audiencia. La etapa de ansiedad proviene de una consciencia demasiada obsesiva sobre nosotros mismos y nuestros sentimientos.

Recuerda esto: Las personas a las que les hablarás no están tan interesadas en ti. Más bien, al tema de tu discurso. Así que solo relájate.

Recuerda que no eres el centro de atención, tu tema lo es. Haz alguna actividad física antes de hablar.  Si el lugar donde tendrás tu discurso no está demasiado lejos, llega a pie. Si, por otro lado, te ves obligado a ir en automóvil, pasar al baño y llegar directamente al lugar antes de hablar, mueve un poco los brazos o las piernas, abre y cierre las manos varias veces.

De esta manera descargarás un poco de adrenalina y estarás más relajado cuando subas al escenario.

Convierte tu tensión en energía

Es perfectamente normal estar tenso antes de un discurso en público. Todos los grandes oradores de la historia lo estaban y estarán. ¿Pero sabes qué es lo que los hace tan convincentes? ¡Estar tensos!

Sí, has leído bien, solo los oradores profesionales aprenden a usar el potencial energético de la tensión. En sus manos, la ansiedad se convierte en carisma, en discurso apasionado.

Por lo tanto, no te asustes si tu corazón late más rápido, si tu respiración es diferente. Si sientes la necesidad de moverte. Piensa que tienes un nivel de energía mucho más alto de lo habitual y que puedes usarlo para que tu discurso sea aún mejor.

Mantén un tono alto. Mira a las personas a los ojos. Siéntete libre de moverte, dando pasos en el acto y acompañando tus palabras con gestos con las manos. ¡Así tus palabras serán aún más convincentes!

3. El miedo a cambiar

Sin duda alguna, este es uno de los miedos más arraigados de las personas. Sí, esto aplica incluso a quienes son aficionados del cambio constante: esta incesante necesidad de cambio es la zona de confort a la que están acostumbrados.

Si nos damos cuenta de que ante la perspectiva de un cambio de trabajo, relación o vida, nuestros pensamientos relacionados con el miedo a lo que podríamos encontrar en el otro lado superan con creces los que se relacionan con el deseo y los beneficios, significa que debemos … cambiar nuestra mentalidad.

En el fondo, estos pensamientos esconden el miedo a no ser lo suficientemente capaces para superar las dificultades de la vida.

¿Cómo lo evitamos?

Si has identificado esas habilidades tan necesarias que aún no posees, muévete, trabaja y desarróllate. En cualquier caso, tienes que pensar que no cambiar puede significar evitar ser más feliz. Permanecer en una rutina gris que no ha satisfecho ninguna necesidad por mucho tiempo.

Acostúmbrate

Comienza a hacer algunos pequeños cambios, día a día, para familiarizarse gradualmente incluso con los cambios más importantes. Encuentra diferentes inspiraciones con las que puedas empezar a «entrenar».

Escriba todos sus pensamientos negativos, ansiedades, preocupaciones en una hoja de papel.

Luego haz esta prueba: invierte el signo de – a + para cada una de las cosas que escribas. Es decir, trata de encontrar un aspecto positivo en cada uno de estos escenarios catastróficos. Verás que saldrán algunas buenas ideas.

¿Qué pasaría si no hubiera riesgo?

Trata de imaginar lo que harías si cambiar no tuviera ningún riesgo. Si no hubiera ninguna presión ni límite de las personas cercanas. Ninguna amenaza. Si pudieras volver cuando quieras. Por impulso, ¿qué elegirías?

Piensa en las veces que has cambiado algo en tu vida.

¿ A dónde te llevaron estos cambios? ¿Qué habilidades has puesto en práctica? Si lo has hecho antes, significa que puedes hacerlo una y otra vez. Tal vez usando las mismas cualidades que has demostrado en el pasado.

4. Miedo a cometer errores

Esto también es un miedo relacionado con el miedo a ser juzgado por los demás que vimos en el primer punto (y también tiene que ver con baja autoestima). Este nos obstaculiza profundamente en el camino hacia nuestros objetivos, empujándonos a ser excesivamente cautelosos, y ser constantemente atormentados por las dudas.

Si al final del día te encuentras cansado de la cantidad de dilemas y preocupaciones que han poblado tus pensamientos, y has resuelto mucho menos de lo que pensabas, ¡este es probablemente tu miedo!

Necesitas una “dieta” mental en particular.

Aquí hay algunos consejos prácticos para ti…

Hacer las cosas mal es natural

Todo lo que hemos aprendido desde que nacimos es el resultado de continuos intentos, errores y ajustes. Si hubiéramos tenido miedo de cometer errores cuando éramos niños, ahora mismo no podríamos comer solos, caminar, lavarnos, escribir.

Lo importante es aprender la lección y darle un buen uso para el futuro.

Recuerda: las personas exitosas no son personas perfectas que nunca han cometido errores, sino personas capaces de aprender las lecciones correctas de sus errores inevitables.

«No es tan importante»

Volviendo a la comparación anterior, si puedes recordar, de niño nunca te presionaste innecesariamente. Tú te diste la oportunidad de aprender a comer con un tenedor y un cuchillo, o unos años más tarde, de hacer saltos en patineta.

Simplemente trataste de hacer lo que querías hasta donde podías.

Sin embargo, como adultos comenzamos a ponernos límites en nuestro desarrollo y aprendizaje y en vez de eso nos ponemos a pensar en un 90% sobre las cuestiones de la vida y la muerte y otras tonterías, y, de paso, descuidamos el 10% de las cosas que son realmente importantes para nosotros.

Es hora de restaurar las verdaderas prioridades.

La vida siempre te ofrecerá una segunda (tercera, cuarta, quinta…) oportunidad y tendrás, o podrás desarrollar las características que te permitirán afrontar mejor lo que tengas que afrontar.

Es mucho más peligroso endurecerse y quedarse atrapado en la rutina repetitiva y gris de las cosas que siempre has conocido.

En el primer momento inesperado (inevitable), te resultará mucho más difícil reaccionar y no habrás desarrollado esos músculos que solo las dificultades pueden entrenar.