Las graves consecuencias de decirle a tu hijo «No llores»

Cuando queremos calmar a un niño alterado después de que sufrió una caída o un cambio de humor, solemos decir cosas como «no llores», «sé fuerte», «los hombres no lloran», «¿crees que llorar solucionará algo?»

Pero ¿alguna vez nos detenemos a pensar en lo que realmente logran estas frases? No solo le estamos diciendo NO a su comportamiento, le decimos NO al niño y sus sentimientos. Les enseñamos a reprimir sus sentimientos en lugar de expresarlos. Esto tiene graves consecuencias para su desarrollo y el de la sociedad en general.

El llanto es un mecanismo necesario

No es sorpresa el hecho de que nos dirijamos hacia ellos de esta manera porque simplemente estamos reproduciendo el mensaje que la mayoría de nosotros recibimos de niños. Lo mismo ocurre cuando decimos estas cosas a los adultos. ¿Por qué no deberíamos llorar si algo duele? El llanto es un mecanismo natural que conviene aprovechar.

Si queremos que nuestros hijos comprendan sus emociones y aprendan a controlarlas, debemos eliminar ciertas frases de nuestro habla y ciertos hábitos de nuestro comportamiento, para que les demos ese ejemplo. Tenemos que luchar contra nuestro hábito de suprimir nuestros pensamientos, sentimientos y comportamientos.

Cuando comprendemos y damos amor a nuestros hijos, les ayudamos a vencer sus miedos

Diciéndole a su hija que no llore

Si les ayudamos a identificar por qué lloran y expresan sus sentimientos, mejoraremos sus habilidades de regulación emocional.

Afortunadamente, la naturaleza es sabia y ha luchado por hacer de la tristeza la emoción con la cual es más fácil empatizar. El cerebro está preparado para ser consciente de la tristeza, empatizar con ella y consolar a la persona que la siente.

Sin embargo, años de educación bajo un modelo erróneo nos han llevado a suprimir emociones negativas pero saludables y a validar solo la versión más tenue de nosotros mismos.

Debemos enseñar a los niños que la tristeza tiene muchas causas, que es una reacción natural a algo que nos entristece y que se puede canalizar. Deberíamos darles los modelos adecuados para la autorregulación y fomentar su capacidad de reflexionar sobre lo que la tristeza y el malestar pueden hacer por nosotros.

Cuando enseñamos a los niños a reprimir sus emociones diciendo cosas como “no llores”, promovemos estrategias de afrontamiento basadas en el miedo y la negación. Pero tener sentimientos negativos y molestos es completamente normal.

Deja que tus hijos lloren y ten en cuenta su estado de ánimo.

Niño que llora

Además de comprender a nuestros hijos, tenemos la obligación de ayudarlos a sentirse mejor y terminar el ciclo del que fuimos parte. Es importante señalar que el origen del llanto suele ser algún tipo de irritación, y por ello tenemos que luchar contra la expectativa de uno no debe permitir que sienta cambios de humor.

Los cambios de humor son frecuentes en los niños, especialmente entre los 2 y los 6 años, por lo que también son importantes. No deben ser hechos a un lado; En cambio, se debe considerar su duración y propósito.

Cuando ocurre el cambio de humor, podemos ponernos irritables, pero es importante que nuestras palabras transmitan el mensaje de que le decimos sí al niño y sus sentimientos.  No debemos decir «no llores». Podemos validar sus sentimientos adaptándonos al nivel de desarrollo del niño y ayudándolos con la introspección.

Las emociones no ocurren siempre separadas unas de otras; son bastante complejas. Por ejemplo, debemos enseñar a los niños que estar triste no es incompatible con estar enojado o avergonzado. Lentamente comenzarán a internalizar esto a medida que maduren y desarrollen patrones de pensamiento más flexibles.

Para concluir podemos decir que sea cual sea el motivo del llanto, si les animamos a analizar y poner en palabras sus sentimientos, podemos ayudarles con a que se regulen y reflexionen cuando sus pensamientos están desorganizados y no pueden afrontarlos correctamente. Eso no lo logramos diciendo «no llores».