Relación entre la migración y la salud mental

Los efectos de la migración en la salud mental

La migración como fenómeno social puede afectar la estabilidad emocional de quien la ejecuta, trayendo consecuencias negativas. Conoce aquí cómo lo hace

La migración ha sido parte de la historia del ser humano desde sus primeros momentos como sociedad. Pero incluso para los más fuertes, esta puede representar un reto bastante comprometedor.

Son muchos los elementos involucrados a la hora de emigrar, desde la mudanza, el nuevo ambiente, hasta el desarraigo de las costumbres y a la rutina establecida en el hogar. Se crea un estado de tensión, de altos y bajos en los que los sentimientos y la salud mental pueden sufrir choques consecuentes.

La migración puede considerarse una solución y un problema

Si bien es cierto que cuando mantener una buena calidad de vida se vuelve complicado se deben buscar nuevos horizontes, también, lo es el hecho de lo que involucra. Es un gran cambio que logra afectarnos en el ámbito psicológico y al cual la gran mayoría no estamos acostumbrados.

Si le sumamos el hecho de tener que partir con familiares, se multiplica la posibilidad de que se vea comprometida nuestra salud mental. Entonces, la migración es además una ambigüedad que puede traernos una solución lógica, pero que a su vez la mente, por motivos de supervivencia, se ve afectada en el proceso.

Asimismo, los sentimientos que nos brotan en el viaje de emigración se acentúan, tales como: el miedo a fracasar, la ansiedad, las expectativas, entre otros. Incluso, pueden llegar a paralizarnos y este cúmulo puede llevarnos a la depresión. A la par, puede hacer que nos aislemos de quienes tenemos en nuestro entorno, trayendo como resultado la falta de integración a la nueva sociedad. A esto se le denomina el síndrome de Ulises.

Fases que caracterizan la migración

Para entender mejor el proceso de la migración es preciso que mencionemos las fases y lo que involucra. Al tener noción de la emocionalidad del momento es más probable que logremos sobrellevarla con éxito.

Aceptar el choque cultural

La realidad de la migración es la acumulación de experiencias, emociones y sentimientos, es factible que no nos dure más de una semana o un mes. Todo depende de la capacidad que tengamos de asimilar el cambio de país.

Este proceso involucra diferentes fases, la primera es de exploración donde reconocemos el ambiente. Es cuando buscamos reconfortarnos con pequeñas similitudes entre el nuevo país y el que hemos dejado.

Seguidamente, podemos experimentar una crisis de reacciones adversas al tener que cumplir con las nuevas rutinas diarias. Sobrevienen los sentimientos de tristeza, soledad, ira, nostalgia y depresión. Inclusive, es muy probable que los somaticemos generando malestar físico.

Asimismo, la tercera fase es un punto decisivo en el que desarrollamos la capacidad de aprender a disfrutar de las diferencias culturales y puede que nos agrade. Es el momento concluyente de hacer una decisión consiente de lograr la adaptación.

Paulatinamente, logramos el sentido de pertenencia que crea un vínculo afectivo con el lugar al que hemos decidido emigrar. Es el momento en el que nos integramos satisfactoriamente a la nueva sociedad.

Algunas recomendaciones

Para facilitar la migración, bien sea que la llevemos a cabo solos o con familiares, es preferible tener presente las siguientes recomendaciones: Al hacerlo será más llevadero este nuevo camino.

Seamos optimistas. Es mejor que mantengamos controladas las expectativas y le demos el equilibrio justo a la perspectiva.  Si se nos presentan dificultades es mejor que nos concentremos en las cosas positivas.

No forcemos la asimilación. Es posible que muchos sintamos una gran pérdida al irnos de nuestro lugar de origen, bien sea por trabajo o estudio. Sin embargo, debemos dejar que nos familiaricemos poco a poco al entorno. No debemos esforzarnos por encajar, es un proceso lento.

Busquemos actividades recreativas. Relacionarse y pasar un tiempo agradable puede hacernos entrar en estado de relajación. Por tanto al hacer ejercicio, tocar un instrumento, pintar o cualquier actividad que nos agrade, nos pone en un plano más amable y menos conflictivo.

Establezcamos metas realistas. Si ponemos demasiada alta la expectativa es posible que tengamos una decepción. Es mejor buscar alcanzar objetivos reales, aunque sean  pequeños.

Mantenernos unidos. Si viajamos con familiares es preciso que mantengamos un vínculo de unión que fortalezca la interacción. Evitemos discutir por trivialidades.

En resumen, la migración como todos los procesos de transición en la vida, pueden hacernos cambiar sentimental y mentalmente. Aunque no nos guste hablar de ello es recomendable estar preparado para el fracaso, puesto que si llegase a ocurrir, no nos afectará tanto como si intencionalmente lo ignoramos.