La honestidad es una de las virtudes humana más preciosas. Por medio de ella las personas deciden actuar siempre de una forma diáfana, de acuerdo a los principios morales de verdad y justicia. La gente honesta inspira confianza y hace de su entorno un lugar agradable y armonioso. En el mismo, las relaciones interpersonales son placenteras; hay seguridad, objetividad y credibilidad.
La persona que posee esta cualidad es genuina y no exige a los demás nada que no esté dispuesta a hacer ella misma. Entre sus características se encuentra:
- Sinceridad. Es decir, la verdad. Una virtud que se manifiesta a través de las acciones, las palabras y los sentimientos.
- Responsabilidad. Hay un deseo ardiente de cumplir con los compromisos adquiridos y las obligaciones a carta cabal. Sin hacer trampas o elegir atajos, ni incluir retrasos voluntarios.
- Respeto. Hay solidaridad. No se murmura, ni se cae en chismes y críticas que dañen la reputación de los demás.
- Discreción. Los secretos y las confidencias, personales o profesionales, son guardados con toda seriedad. Esto incluye el manejo de las posesiones y el dinero.
La honestidad va mucho más allá de la honradez o distribución justa de los recursos. No se limita al reconocimiento de los sentimientos o posiciones particulares: “eso es lo que yo pienso”. Más bien busca el bienestar propio y ajeno. Tampoco es abrirse el alma y de una forma descarnada decir lo que se piensa acerca de un tema, hay lugares y momentos apropiados para eso. Se asocia con la franqueza, pero esta, no está relacionada con las malas acciones sino con el reconocimiento de lo que es verdadero.
La honestidad nace o se hace
¿Será que todos nacemos siendo honestos y en el camino algunos nos desviamos? o ¿Todos somos ladrones por naturaleza, solo que algunos no hemos tenido aún la oportunidad de robar? ¿Cuál es la verdad? Un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard diseñaron y llevaron a cabo un estudio sobre la honestidad. Para ello, realizaron una serie de pruebas en las que se medía la actividad cerebral de los participantes al plantearles una situación tentadora.
El impulso podía provenir de la idea de desarrollar acciones ilícitas para ganar dinero fácil o decir mentiras, para salir de un aprieto. Y los descubrimientos hechos por el equipo de Joshua Greene, psicólogo, a través de la observación de neuroimágenes, fueron verdaderamente interesantes. Los resultados muestran que frente a la tentación:
- Personas honestas. La actividad cerebral no se altera.
- Personas deshonestas. La respuesta neuronal es activada, inclusive cuando han decidido no caer en ella.
Con esto se dedujo que, a la hora de ser honestos es más importante no reaccionar frente a la tentación que enfrentarla de manera activa. O sea, las personas rectas no generaron una actividad neuronal extra o diferente. Lo que significa que no “eligieron” ser así, sino que lo eran de forma natural. Por contraste, aquellos que eran deshonestos mostraron variaciones en las regiones cerebrales del control y la atención. Aunque al final hicieran lo correcto.
Green dedujo de estas pruebas, que la honestidad no es el resultado de un esfuerzo consciente de la voluntad, sino que más bien se trata de una condición natural. La respuesta de las personas honestas era totalmente espontánea. No había lucha interna, ni resistencia de su parte. Ahora, lo importante es la acción; por tanto, sentir la tentación y resistirla tiene un gran mérito. Pero, dado que, por naturaleza tendemos a ser débiles, mejor es apartarnos de las situaciones conflictivas y actuar con corrección.
¿Se puede llegar a ser honesto por decisión?
Quizás si se somete a la prueba mencionada, sus lóbulos frontales, temporales y límbicos se enciendan como luces de árbol de navidad. Eso indicaría que usted por naturaleza es deshonesto. ¿Significa que tiene que actuar de forma inapropiada el resto de su vida? No, de ninguna manera. El hombre es un ser racional y capaz de dominar sus flaquezas y debilidades de una manera consciente. Así, que, si se siente arrastrado a hacer algo impropio, metafóricamente, salga corriendo de allí.
Si lucha contra su naturaleza y vence tendrá la satisfacción de que, al igual que una persona espontáneamente honesta:
- No perderá tiempo haciendo aquello que no le agrada o no está en línea con sus valores personales.
- No mentirá a otros, ni a sí mismo. Ni tolerará que otros lo hagan.
- Se sentirá más relajado y será más feliz. Con lo cual su salud mental y física se verán beneficiada.
- Construirá relaciones interpersonales más profundas y significativas.
Por último, la honestidad es un principio fundamental para tener una sociedad más ética, íntegra y sana. Pero, no se confunda, eso no le da derecho a decir siempre, en voz alta, lo que piensa o siente. No crea que ser brutal y maltratar a otros con acciones y palabras es un privilegio de los “honestos”. En todo momento, debemos mantener el respeto y cuidar por un buen entendimiento con nuestros semejantes. Si le preocupa sus niveles actuales de virtuosidad, visite a un psicólogo para que lo oriente.
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