Qué son las fobias específicas y cómo se clasifican

Las fobias específicas son un tipo de trastorno de ansiedad caracterizado por un miedo intenso y desproporcionado hacia un objeto, situación o actividad específica. Estos miedos pueden interferir significativamente con la vida diaria de una persona y causar malestar emocional considerable.

El término «fobia» se refiere a una serie de trastornos mentales que de ninguna manera son uniformes. El DSM-IV actualmente distingue 3 grupos principales:

Aunque los trastornos en estos grupos tienen muchas características en común, se describen por separado debido a sus diferencias. La agorafobia a menudo se asocia con un trastorno de pánico y representa el grupo más grande de trastornos fóbicos en aproximadamente el 55% de los casos. 

La fobia social implica temores en situaciones sociales y de rendimiento y sigue con aproximadamente el 25% de los afectados. El grupo de fobias específicas explica los estados restantes de ansiedad dentro de los trastornos fóbicos.

¿Qué son las fobias específicas?

Las fobias específicas son trastornos de ansiedad que se caracterizan por la evitación pronunciada de ciertos objetos, animales o situaciones y por reacciones de ansiedad intensa cuando se enfrentan a ellos. A menudo ocurren ataques de pánico situacionales en el caso de confrontación. Aunque los pacientes se dan cuenta de que su comportamiento es infundado o exagerado, no pueden controlarlo.

El grupo de fobias específicas es muy heterogéneo, como lo demuestran los muchos nombres griegos y latinos para fobias individuales, como el miedo a volar (aviofobia), miedo a las alturas (acrofobia) o fobia a las arañas (aracnofobia).

Clasificación de las fobias específicas

Las fobias específicas abarcan una amplia gama de miedos irracionales hacia objetos, situaciones o actividades específicas. Estas fobias se clasifican en función del desencadenante del miedo intenso que experimenta una persona. Algunas de las fobias específicas más comunes incluyen:

1. Fobia animal

Esta fobia implica un miedo intenso hacia animales específicos, como arañas, serpientes, perros o insectos. La intensidad del miedo puede variar según el individuo y puede ser desencadenada por la mera presencia del animal o incluso por imágenes o menciones de ellos.

2. Fobia ambiental

En esta categoría se encuentran los miedos relacionados con entornos o situaciones específicas. Algunos ejemplos incluyen la acrofobia (miedo a las alturas), la claustrofobia (miedo a los espacios cerrados) y la aerofobia (miedo a volar). Estas fobias pueden interferir significativamente en la vida cotidiana y generar ansiedad extrema cuando se enfrentan a las situaciones temidas.

3. Fobia situacional

Se refiere al miedo intenso hacia situaciones específicas, como conducir, hablar en público, ir al dentista o entrar en ascensores. Estos miedos pueden limitar las actividades diarias y causar estrés significativo al individuo, especialmente si la situación temida es inevitable en su vida diaria.

4. Fobia alimentaria

Implica un miedo irracional hacia ciertos alimentos o el acto de atragantarse con la comida. Las personas con esta fobia pueden evitar ciertos alimentos o situaciones relacionadas con la comida, lo que puede afectar su calidad de vida y nutrición.

5. Fobia médica

Se caracteriza por un miedo intenso hacia procedimientos médicos, como inyecciones, extracciones de sangre o visitas al médico, así como hacia la enfermedad en general. Estos miedos pueden interferir en la búsqueda de atención médica adecuada y en el seguimiento de tratamientos necesarios.

6. Fobia específica relacionada con el cuerpo

Este tipo de fobia implica un miedo hacia ciertos aspectos del cuerpo humano, como la sangre, las heridas o los vómitos. Las personas con esta fobia pueden evitar situaciones que involucren estos elementos, lo que puede dificultar la atención médica adecuada y el autocuidado.

Evidencia y diagnóstico

Las fobias específicas están reconocidas como trastornos de ansiedad en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría.

El diagnóstico de una fobia específica se realiza mediante una evaluación clínica exhaustiva que incluye la identificación de los síntomas específicos, la historia clínica del individuo y los patrones de comportamiento observados.

Cifras sobre las fobias específicas

Las fobias específicas afectan a entre el 4% y el 8.8% de la población. La probabilidad de desarrollar una fobia en algún momento de la vida oscila entre el 7.2% y el 11.3%. Las mujeres tienen aproximadamente el doble de probabilidades que los hombres de desarrollar una fobia. Sin embargo, existen disparidades en los diferentes subtipos: en las fobias de tipo animal y ambiental, el porcentaje de mujeres afectadas es del 75% al 90%, mientras que en las fobias relacionadas con lesiones por inyección o cortes oscila entre el 55% y el 70%.

Las fobias específicas suelen manifestarse en la infancia o en la edad adulta temprana. La edad de inicio varía según el subtipo de fobia. Las fobias de tipo situacional tienden a tener dos picos de aparición: uno en la infancia y otro alrededor de los 20 años.

Se cree que las fobias de tipo ambiental comienzan en la infancia, aunque algunos casos de vértigo pueden manifestarse más tarde en la vida. Además, la edad de inicio de las fobias relacionadas con ciertos animales y con lesiones por exposición a sangre suele situarse en la infancia.

El curso de las fobias específicas tiende a ser crónico, con una duración media de 20 años o más. Por ejemplo, Wittchen (1988) encontró que el 93% de los participantes en un estudio aún experimentaban síntomas de la misma fobia después de 7 años.

Aunque el DSM-IV menciona que alrededor del 20% de los afectados experimentan una disminución en los síntomas con el tiempo, algunas fobias, como el miedo a la oscuridad, a los médicos y a los procedimientos médicos, pueden tener una duración más corta.

Causas sospechosas detrás de estas fobias

Clásicamente, las fobias se explican utilizando la llamada teoría de los dos factores de OH Mowrer. Esta teoría postula que el comportamiento fóbico es aprendido y mantenido por dos factores principales:

  1. Condicionamiento clásico y generalización de estímulos: Este proceso implica asociar estímulos inicialmente neutros con situaciones que provocan ansiedad. Por ejemplo, una persona puede asociar escaleras, barandas o bordes de precipicios con situaciones que le generan miedo, como la posibilidad de caerse. Con el tiempo, estos estímulos neutros se convierten en desencadenantes de ansiedad por sí mismos, e incluso estímulos similares pueden provocar ansiedad (generalización del estímulo).
  2. Condicionamiento operante: En este proceso, los estímulos condicionados clásicamente desencadenan miedo y comportamientos de evitación o escape. Las personas aprenden que al evitar o escapar de la situación temida, la ansiedad disminuye temporalmente. Sin embargo, esto refuerza el comportamiento de evitación, manteniendo así el miedo a largo plazo.

La teoría de la preparación de Martin Seligman complementa la teoría de los dos factores al afirmar que ciertos estímulos o situaciones, como arañas, serpientes o alturas, tienen más probabilidad de desencadenar ansiedad debido a la evolución filogenética.

Además, las teorías del modelado sugieren que la observación de reacciones temerosas en personas cercanas o incluso accidentes catastróficos puede conducir a la ansiedad aprendida y al comportamiento de evitación.

Otro enfoque para explicar el desarrollo de las fobias es el procesamiento de información y la evaluación de situaciones. Las personas pueden desarrollar comportamientos fóbicos al enfocarse en aspectos negativos de una situación (por ejemplo, pensar en un terrible accidente aéreo y pasar por alto la baja probabilidad de que ocurra).

Un estudio de Öst y Hugdahl (1981) encontró que el 57.5% de las personas con fobias mencionaron experiencias de condicionamiento como desencadenantes de su fobia, el 17% informó sobre procesos de modelado y el 10.4% atribuyó su fobia al impacto de cierta información. Sin embargo, un 15.1% no pudo identificar ninguna experiencia específica que pudiera haber causado su fobia.

¿Cómo se pueden tratar las fobias específicas?

La gravedad y la necesidad de tratamiento de las fobias específicas varían ampliamente. Por ejemplo, fobias a serpientes, oscuridad, alturas, ascensores y similares rara vez conducen a una discapacidad severa ni requieren buscar un terapeuta, ya que los afectados pueden evitar fácilmente las situaciones que generan temor o apenas entrar en contacto con ellas (por ejemplo, con serpientes).

Sin embargo, otras fobias, como el miedo a la infección, el SIDA y otras enfermedades o tratamientos médicos, pueden causar un daño grave. Las personas que experimentan estas fobias piensan constantemente en ellas, su comportamiento implica rituales extensos de evitación, y evitan el tratamiento médico y a los médicos, lo que puede resultar en enfermedades físicas sin tratar.

El tratamiento de las fobias específicas suele incluir terapia cognitivo-conductual (TCC), una forma de psicoterapia que ayuda a los individuos a identificar y cambiar patrones de pensamiento y comportamiento negativos.

La terapia de exposición es una técnica comúnmente utilizada en la TCC, donde el individuo se expone gradualmente al objeto o situación temida para desensibilizarse y reducir la ansiedad asociada. En algunos casos, se pueden recetar medicamentos ansiolíticos para ayudar a controlar los síntomas de ansiedad mientras se realiza la terapia.