Dependencia afectiva y obsesión amorosa en relación con la violencia contra las mujeres

Violencia de género

La violencia contra las mujeres es un fenómeno generalizado que no tiene nada que ver con la edad, el origen étnico, la clase social y el nivel educativo. Cualquier mujer puede encontrarse en una situación en la que el amor se confunde con la adicción volviéndose tóxica en lugar de ser una fuente de satisfacción y bienestar.

Son los mecanismos que animan la relación violenta los que determinan un condicionamiento que dificulta la separación.

Al comienzo de una relación amorosa, generalmente un hombre violento no adopta un comportamiento que sea preocupante. Y a menudo se las arregla para estar presente afectivamente y ofrecer cuidado; cosa que puede hacer más complicado discernir entre el verdadero cariño y una manera de mantener el control.

Los diferentes tipos de violencia amorosa

Con el tiempo, tres tipos diferentes de violencia se entrelazan inteligentemente para crear una dependencia emocional: física, sexual y psicológica. Es importante enumerar y nombrar los comportamientos que corresponden a estos fenómenos.

En la psicoterapia con mujeres que son víctimas de violencia, es muy útil hacerlo, ya que el estado de la salud mental en el que se encuentran estas mujeres las lleva a minimizar la importancia de la violencia que no es fácil de ver o que no es muy llamativa.

  • La violencia física incluye: patadas, bofetadas, puñetazos, empujones, mordiscos, golpes a través de objetos, incluso amenazas con armas e intento de estrangulación.
  • El asalto sexual incluye: violaciones, acoso, relaciones sexuales no deseadas, incluso actividades con terceros y que son degradantes.
  • La violencia psicológica, que es también la más sutil entre las tres formas de violencia, se divide en: reproches, control de comportamiento, estrategias de aislamiento, intimidación, limitaciones económicas y denigración.

Los sujetos emocionalmente dependientes pueden participar en conductas controladoras, restrictivas y agresivas, que limitan la autonomía de su pareja. Las causas subyacentes de tales comportamientos no se basan únicamente en los niveles de agresión, sino que actúan como un medio para mantener el propio sentido de autoestima, identidad y funcionamiento general del sujeto. – BioMed Research International.

Dependencia afectiva y el paso de los días

Con el tiempo, estos comportamientos inducen una condición de miedo generalizado que afecta la capacidad de lucidez e induce a las mujeres a complacer a su pareja violenta. A todo esto se agrega una sensación de profunda vergüenza e inseguridad, que alimenta la dificultad de tomar una posición firme y romper la relación.

El delicado estado psicológico en el que las mujeres se encuentran pueden contribuir a la manifestación de las siguientes características:

Pasividad, aceptación de la dominación, dificultad para reconocer sus derechos, subestimación del peligro, pérdida de la autoestima y presencia de diversos síntomas (ansiedad, trastornos del sueño, impotencia, dificultad para concentrarse, dificultad para cuidar a los niños, ideas suicidas o autodestructivas y dudas sobre la salud mental).

Los hombres violentos y la obsesión por el amor

La capacidad de los hombres violentos de recuperar a su pareja, con sorprendentes demostraciones de arrepentimiento y pasión, se suma a la fragilidad en que se encuentra la mujer. La toxicidad del vínculo aumenta en la mujer, que trata de separarse, una especie de abstinencia de amor alimentada por la necesidad de sentir que la pareja necesita su ayuda.

La evaluación subjetiva del valor personal de las mujeres a menudo coincide con la capacidad de mantener y cambiar a los hombres. Todo esto explica por qué la separación de un hombre violento es particularmente difícil de conseguir. Generalmente se pasa por un proceso «elástico» que hace que la mujer se aleje y vuelva, una y otra vez.

Esto la expone a los juicios de las personas que la rodean que, comprensiblemente, no tienen las herramientas para comprender la naturaleza de este comportamiento. Sin embargo, este efecto podría expresarse como un agravamiento de la sensación de aislamiento que siente la mujer, lo que complica aún más la separación.

Las personas con trastorno de personalidad dependiente (DPD), o con características dependientes, presentan un mayor riesgo de ser abusivas (tanto física como mentalmente), así como convertirse en víctimas de abuso.

Psicoterapia en mujeres víctimas de violencia

Por eso lo mejor sería llevar un curso con psicoterapia, que es particularmente adecuada para ayudar a la mujer víctima de violencia a romper el vínculo que le causa dolor.

Precisamente a través de este camino, las mujeres pueden sentirse bienvenidas y no juzgadas al poder expresar sus experiencias en términos de miedo, culpa y vergüenza, y gradualmente tomar conciencia del peligro que corren.

Hace más de una década,  y  realizaron un estudio de investigación que examinó la capacidad de los proveedores de salud mental para percibir con precisión la violencia dentro de las parejas que acuden a terapia e intervenir para reducir el riesgo de peligro para las parejas. Los resultados fueron alarmantes, ya que el 40% de los terapeutas muestreados no pudieron percibir la violencia de pareja (IPV) y prácticamente ningún terapeuta intervino para reducir el riesgo de mortalidad. Harway y sus colegas cuestionaron cuán bien entrenados e informados estaban los terapeutas al evaluar la IPV.

Los terapeutas deben ser conscientes de los factores de riesgo que indican un peligro inminente para las mujeres involucradas en relaciones de pareja, donde son víctimas de la violencia de género, para poder intervenir y disminuir el riesgo de mortalidad de las víctimas. descubrieron que las mujeres víctimas de IPV que corren el mayor riesgo de violencia fatal por parte de sus parejas íntimas tienden a subestimar gravemente la gravedad de su situación.

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