Causas y síntomas del trastorno reactivo del apego

Síntomas del trastorno reactivo del apego

¿Alguna vez se ha preguntado cómo afecta a un niño no recibir el tratamiento adecuado de sus padres? ¿Has oído hablar del trastorno reactivo del apego? Lee este artículo para obtener más información sobre este trastorno que afecta a tantos niños.

El desorden reactivo del apego es una realidad que muchas personas sufren. Se deriva de un trato inadecuado durante la infancia por parte de las personas a quienes el niño estaba vinculado  y tiene consecuencias devastadoras en la edad adulta.

Saber qué síntomas tiene el niño y tratarlos lo más rápido posible será indispensable para su recuperación. Además, le ayudará a seguir desarrollándose como un adulto equilibrado, confiado y feliz.

¿Qué es el “apego”?

El apego es la conexión emocional entre un bebé y el sujeto que se encarga de su cuidado. En general, los primeros cuidadores son los padres, por lo que el vínculo en la mayoría de los casos se forma con ellos.

Los padres traen afecto, cuidado, seguridad y protección al bebé. Y en base a estas necesidades básicas, se crea una unión que durará toda la vida. La forma en que se desarrolle este apego definirá el desarrollo adulto del niño.

¿Cuáles son las causas del trastorno reactivo del apego?

Las causas son numerosas ya que, como hablamos anteriormente, el apego depende de muchos factores, ¿Pero qué pasa cuando este enlace entre el niño y el sujeto de apego es tóxico?

Nos referimos a un bebé que, en lugar de recibir atención, recibe abandono, abuso o negligencia. Es en este momento que se puede hablar de desorden reactivo del apego. Este trastorno puede desarrollarse además en aquellos casos donde los padres no apoyan física o emocionalmente a sus hijos, o cuando los niños cambian de cuidador con demasiada frecuencia.

Podríamos resumir el trastorno reactivo del apego como: “Un modo de relación social, muy perturbado e inadecuado con respecto al nivel de desarrollo del niño, que se manifiesta en casi todos los contextos, que comienza antes de la edad de cinco años y se asocia con una atención patológica».

¿Cómo detectarlo?

Cuando han tenido un modelo de apego tan pobre, los niños desarrollan diferentes estrategias para sentirse seguros en el mundo, y esto, a ojos de un profesional o de un familiar, puede ser de utilidad para detectar que tipo de clínica presenta el niño, mediante la observación de su comportamiento. Podemos encontrar dos tipos de manifestaciones clínicas bien marcadas:

Tipo inhibido

Los niños pertenecientes a este grupo tenderán a ser reservados. No se beneficiarán de la compañía de otros y preferirán estar solos. Además, rechazarán cualquier contacto físico con otras personas.

Presentan una hipervigilancia hacia la persona de referencia, experimentan episodios de irritabilidad, tristeza o miedo sin causa aparente. No podrán construir relaciones de confianza y esto puede acompañarlos a lo largo de su vida.

Tipo desinhibido

Los niños en este grupo buscarán afecto en cualquier lugar y de cualquier persona. No tomarán la precaución de distinguir entre extraños y la familia. Por lo tanto, se acercarán a cualquier adulto, en busca de apoyo emocional no recibido de sus cuidadores.

Además, como síntomas comunes, también podemos encontrar falta de empatía y baja tolerancia a la  frustración.

Estos síntomas no pertenecen exclusivamente al trastorno reactivo del apego, pero lo identifican. Para un diagnóstico más real y preciso, será necesario pasar por las manos de un profesional.

¿Cómo tratar el desorden reactivo del apego?

Una vez diagnosticado, el tratamiento a seguir será determinado por el especialista. En principio, es necesario evaluar el grado de afectación del niño.

La terapia suele ser efectiva. Dependiendo de la edad de la persona, será más o menos complicado reconstruir esta percepción de apego. En el caso de los niños pequeños, es  necesario encontrar una figura de apego que sea emocionalmente accesible para el niño.

Una vez que eres adulto, es muy complicado, pero no imposible. Enfocarse en una infancia de abandono, abuso o falta total de atención para resolver este paso, sin duda, será doloroso.

Si todos los que padecen este trastorno  tienen algo en común, es que  están sufriendo, ya que no haber recibido el amor, el cuidado y el afecto que seguramente merecían, les hace temer enfrentar cualquier cosa y causa mucha angustia y dolor. En muchos casos no son conscientes, por lo que la intervención profesional es fundamental.