¿Un padre debería tener demasiada empatía con su hijo?

Un padre con demasiada empatía no sabe poner límites a sus hijos

Al educar y criar a nuestros hijos cruzamos diferentes caminos y podemos obrar, sin mala intención, de maneras erróneas, o pisar líneas que es mejor respetar.

Sabemos que la empatía tiene muchas ventajas, pero tener demasiada empatía con los hijos podría hacernos cruzar una raya y terminar perjudicando su desarrollo.

Como padres necesitamos disciplinar a nuestros hijos lo suficiente, pero no demasiado. Necesitamos ayudarlos lo necesario, pero no excedernos. Necesitamos enseñar a nuestros hijos sobre los peligros del mundo lo suficiente, pero no sobreprotegerlos.

La mayoría de los padres son conscientes de estos delicados actos de equilibrio que se deben respetar al criar un hijo. Pero un acto de equilibrio puedes ser muy confuso y difícil de manejar, ya que no hemos sido educados para educar, y lo vamos aprendiendo a medida que nos desarrollamos como padres.

Cómo es la empatía

La empatía ocurre cuando literalmente sientes los sentimientos de otra persona junto con ellos. La empatía es una fuerza tremenda para el bien en el mundo, que conecta a la humanidad de muchas maneras esenciales que nutren y protegen a su desarrollo productivo.

Si la empatía es tan buena ¿cómo podría llegar a ser mala? Especialmente cuando es un padre el que siente los sentimientos de su hijo. Seguramente eso te preguntes.

Un padre con verdadera empatía por su hijo le está enseñando a ese niño o niña muchas lecciones de vida valiosas. Las señales claras de un padre que es empático con su hijo:

  • Tú y yo estamos conectados de una manera profunda y significativa.
  • Te entiendo.
  • Me preocupo por ti.
  • Tus sentimientos son importantes y me importan.
  • Estoy aqui para ti.

Todo esto parece ser algo profundamente sano y saludable para que un niño pueda crecer en armonía y con las bases sólidas para desarrollarse en el futuro.

Sin embargo, lo que es bueno, cuando se da de más, puede ser contraproducente. Muchos recursos vitales y saludables que contribuyen en gran medida a tu vida pueden dañarte en cantidades excesivas: por ejemplo si consumes demasiada agua, alimentos, vitaminas y, sí, incluso dinero.

Ejemplos de excesiva empatía que dañan al niño

  1. Tu empatía le da demasiado poder a los sentimientos de tu hijo.
  2. Tu empatía hace que sea muy difícil establecer límites apropiados para el normal desempeño del niño.
  3. Tu empatía le hace perder el contacto consigo mismo y con sus propios sentimientos y necesidades.

Estos 3 desequilibrios ocurren más a menudo en las relaciones entre padres e hijos de lo que nunca pensarías.

Si creciste con padres que no prestaron suficiente atención a tus sentimientos y estás tratando de corregir esto en tu propia crianza, puede que te resulte difícil alcanzar el equilibrio correcto. Habiendo crecido con una escasez de empatía o carencias emocionales, ahora te resultará difícil juzgar cuánto darles a tus hijos.

Cómo mantener tu empatía bajo control

Lo primero que deberás tener en cuenta es que la empatía no es suficiente. Tu trabajo como padre no solo es para sentir los sentimientos de tu hijo, sino también para enseñarle a manejar sus propios sentimientos.

Entonces la empatía es un gran comienzo. Luego, debes detenerte para enseñarle al niño cómo puede graduar su enojo, equilibrar su tristeza o comprender su propio dolor, por ejemplo.

A través de este proceso, el niño aprenderá que sus sentimientos importan, pero que el debe hacerse responsable por ellos y que están bajo su control.

Se deben saber establecer «límites empáticos». Ten en cuenta que cuando sientes los sentimientos de tu hijo, es más difícil establecer límites. Pero tu hijo necesita límites para aprender cómo manejar su comportamiento.

Esto significa que no debes postergar una corrección o disciplina porque el niño se siente enojado o no quiere hacer caso en ese momento, tu empatía no debe actuar allí, sino tu deber de educar.

Si tu eres consciente de tus propios sentimientos y necesidades emocionales, eso te convertirá en un mejor padre. Perderte en los sentimientos de tu hijo no lo ayudará a crecer sanamente.

Mantener el límite saludable entre el niño y tú te permite ser más útil para él. También de esta manera le envías un importante mensaje subliminal que tu hijo recibirá todos los días: mis sentimientos son importantes, pero los sentimientos de los demás también lo son.

Los padres emocionalmente negligentes enseñan inadvertidamente a sus hijos a descuidar sus propias emociones.

Como padre, cuando prestas atención a tus propios sentimientos y necesidades emocionales, inadvertidamente le estás enseñando a tu hijo a hacer lo mismo por el mismo.