Rabieta temperamental: cómo lidiar con los berrinches de los niños pequeños

Niño haciendo rabietas

Los berrinches de los niños pequeños pueden ser frustrantes para los padres, especialmente si ocurren en público. En este artículo, descubrirás la ciencia detrás de los berrinches de los niños y cómo lidiar con ellos para que tu hijo no siga teniendo un ataque una y otra vez.

¿Qué es un berrinche?

El berrinche o rabieta de un niño es una tormenta intensa de emociones, que generalmente son ira, pérdida, desilusión y profunda frustración en un niño pequeño.

En los niños pequeños, este brote emocional puede llevar a llorar, gritar, pisotear, caerse, patear, morder, golpear, arrojar cosas, golpearse la cabeza o contener la respiración.

Los ataques y las rabietas no siempre son para tratar de controlar o manipular a los padres. Los niños pequeños (2-3 años), todavía no son capaces de razonar o manipular, sino que tienden a tener mayormente crisis emocionales cuando están molestos.

Para los mayores (> 3.5 años), podría ser una mezcla de estas cosas. Los niños mayores aún no son expertos en el área de la regulación emocional. Por lo que también pueden tener crisis emocionales.

Dependiendo del comportamiento pasado y las reacciones de los padres, algunos niños aprenden a usar los berrinches como un medio para obtener lo que quieren. Ahí es cuando entran los berrinches manipuladores. Sin embargo, incluso cuando los niños hacen un berrinche manipulador, las cosas pueden salirse de control y convertirse en berrinches emocionales.

En este artículo, primero veremos las formas de lidiar con los berrinches emocionales.

¿Por qué los niños de 2 o 3 años tienen berrinches?

Las rabietas de los niños pequeños son en realidad comportamientos naturales. Suelen ser el resultado de necesidades o deseos no satisfechos. Es más probable que los berrinches se den en los niños pequeños porque es cuando comienzan a aprender que deben estar separados de sus padres y quieren buscar independencia.

Pero un niño que hace berrinches no es un niño malcriado.

Sus vidas pueden parecer muy cómodas.

Claro, a todos nos gustaría dormir 13 horas todas las noches, jugar mucho y no trabajar durante el día, tener todas nuestras comidas preparadas y que nos den un baño mientras jugamos con un pato de goma.

Pero los niños pequeños están pasando por una agitación infernal internamente. Los bebés vienen a este mundo sin saber nada. Los niños de dos años apenas terminaron de aprender a caminar. Quieren explorar el mundo, ir a todas partes y tocar todo.

Acaban de descubrir cómo usar las herramientas, pero no tienen habilidades motoras lo suficientemente afinadas como para obtener siempre los resultados que desean.

Buscan seguridad en sus padres (explorar algo que nunca han visto es aterrador), consuelo (cuando están tristes de que no pudieron lograr algo), ayuda (un poco de ayuda para conseguir un par de tijeras, por ejemplo), y compartir alegría por sus logros.

Pero en lugar de recibir elogios, todo lo que reciben es que los padres les griten «no», «¡detente!» y «muy mal» sin ninguna razón. Para empeorar las cosas, cuando los niños pequeños están decepcionados o molestos, sentirían emociones fuertes que aún no han aprendido a controlar.

Si bien sus sistemas de respuesta al estrés, como el llanto, son maduros al nacer por razones de supervivencia, sus sistemas de regulación emocional aún no están desarrollados.  La falta de vocabularios para expresarse también aumenta su ira y frustración. Los berrinches se convierten en sus únicas salidas y sus palabras.

Cuando los niños tienen berrinches emocionales, nos dicen que tienen un profundo dolor emocional y que no pueden sobrellevarlo solos. En otras palabras, necesitan nuestra ayuda.

Lo que sucede dentro del niño

Cuando un niño pequeño es superado por el estrés, como la ira, se activa una pequeña alarma (amígdala) dentro de su cerebro emocional (también conocido como cerebro límbico o inferior).

Esta alarma es madura al nacer porque un bebé necesita poder sentir angustia y hacer una señal a sus padres, generalmente llorando, para sobrevivir. Por otro lado, el cerebro superior de un niño (también conocido como corteza prefrontal) no está lo suficientemente desarrollado para manejar la reacción del sistema de alarma.

Cuando esto sucede, las hormonas del estrés se liberan para recorrer el cuerpo del niño y las emociones se vuelven intensas. Esta tormenta hormonal causa angustia y dolor emocional que equivale a dolor físico.

Las hormonas del estrés también dificultan la capacidad del niño para acceder al pensamiento racional dentro de su cerebro lógico. Esencialmente, el niño está teniendo un «congelamiento cerebral». Pueden suceder cosas similares en los adultos si no han aprendido a manejar sus propias emociones a una edad temprana.

Escuchas a la gente decir: “Rompí la silla porque estaba enojado. No sé lo que estaba pensando.” Bueno, en esos momentos, no lo estaban. Para controlar las emociones fuertes, un niño necesita desarrollar conexiones entre el cerebro lógico y el cerebro emocional.

Solo entonces el cerebro lógico puede calmar racionalmente al cerebro emocional.

Por qué los padres deben manejar las rabietas de los niños pequeños con cuidado

Al nacer, los bebés tienen miles de millones de células cerebrales (neuronas) pero no muchas conexiones de células cerebrales (sinapsis). La red de conexiones se forma a través de experiencias de la vida. Los berrinches son algunas de las experiencias vitales más importantes para dar forma al cerebro.

Ser capaz de regular las emociones durante los berrinches permite que se formen conexiones celulares adecuadas. Estas vías neuronales son esenciales para que el niño pueda manejar el estrés y ser asertivo más tarde en la vida.

Si un niño no tiene la oportunidad de aprender estas habilidades de regulación, por ejemplo, si sus padres controlan las rabietas con ira o castigo, el niño puede crecer sin poder manejar bien el estrés o ser asertivo.

El niño también puede tener problemas de internalización (por ejemplo, depresión, trastorno de ansiedad) o tener problemas de externalización (por ejemplo, agresión, abuso de drogas / alcohol). La desregulación emoción también puede afectar la competencia social a futuro, así como el rendimiento académico.

Pero, si se maneja con cuidado, las rabietas pueden convertirse en una lección de vida muy valiosa en la regulación emocional, lo cual se ha demostrado que tiene un gran enlace con la resiliencia en los niños, la competencia social, el éxito académico e incluso la popularidad.

Así que recuerda que los berrinches de los niños no solo son completamente normales, sino que son realmente son beneficiosas para ayudar al desarrollo emocional de los niños pequeños.

Entonces, ¿Las rabietas son beneficiosas?

Sí, oíste bien. Ayudar a los niños a regular sus emociones durante las rabietas es uno de los trabajos más importantes en la crianza

Cómo lidiar con las rabietas de los niños pequeños: 7 pasos probados

Es importante proporcionar a los niños una orientación precisa y segura, impartiendo reglas con oraciones cortas y claras acompañadas de gestos fácilmente reconocibles. Algunos de estos consejos probados pueden serte de gran utilidad ante la situación típica de berrinche infantil.

1. Usa opciones o distracciones simples

Cuando un berrinche comienza a surgir, a veces los padres pueden aliviarlo rápidamente al abordar el problema en cuestión. Por ejemplo, si un niño no quiere cenar, en lugar de obligarlo a comer, lo que provocará más emociones negativas, el padre puede pedirle que elija comer primero la carne o la verdura.

Cuando se presentan preguntas con opciones simples, se activa el cerebro pensante del niño. Al lograr acceder al cerebro superior del niño, los padres le ayudan a mantenerse en control antes de que el cerebro emocional tome las riendas.

La distracción es otra forma de estimular el cerebro lógico

Las distracciones como dejar que el niño agarre otro juguete (pero no el que originalmente quería) o cantar una canción infantil pueden desviar la atención del niño y aumentar su curiosidad. La curiosidad despierta el interés del cerebro lógico y desencadena la liberación de una sustancia química para sentirse bien (dopamina) en el cerebro.

Esta hormona puede reducir el estrés y aumentar su interés en el objeto o evento que se ha presentado. El uso de preguntas simples, distracciones u otras formas de involucrar el pensamiento crítico de tu hijo antes de que las emociones aumenten, hasta el punto de perder el control, puede terminar con un berrinche antes de que empiece.

2. No razones porque no podrán escucharte

Una vez que ha comenzado la rabieta, un niño pequeño se inunda de emociones. El cerebro emocional ha tomado el control, y no puedes alcanzar su cerebro pensante y sus funciones verbales.

Entonces, cuando una crisis está en pleno apogeo, tratar de razonar con tu hijo o preguntarle sobre sus sentimientos es una pérdida de tiempo. Esto puede terminar molestándolo y aumentando aún más sus emociones.

3. Restaurar el equilibrio emocional y aprender a autorregularse

Los padres pueden ayudar a restablecer el equilibrio hormonal dentro del cuerpo de un niño al abrazarlo o sostenerlo. Abrazar o sostener a tu hijo puede activar el sistema calmante en su cuerpo y desencadenar otra sustancia química para sentirse bien (oxitocina) que puede regular sus emociones.

Asegúrate de estar tranquilo antes de hacer esto. De lo contrario, si tu propio sistema no está tranquilo, puede estresarlo más.

A veces, las palabras positivas o los reconocimientos por sí solos, como «Lo sé», «debes sentirte muy molesto» o «Lamento mucho que estés herido» son lo suficientemente buenos como para que un niño se sienta seguro y comprendido.

La simpatía de los padres y su sintonía con sus sentimientos no solo pueden calmar las emociones del niño, sino que también pueden ayudar a construir esos caminos importantes entre sus cerebros superiores y emocionales.

Es importante ayudar a un niño a aprender a regular sus emociones.

4. Estate tranquilo y sé positivo, pero no cedas

Cualquier padre podrá decirte que los niños pequeños imitan lo que hacen los adultos. Esto incluye el control que tiene el adulto sobre sus emociones. Si te enojas y comienzas a gritarle al niño cuando está haciendo un berrinche, estás enseñándole cómo debe reaccionar cuando las cosas no salen bien.

Pero si te quedas tranquilo, le estás enseñando cómo enfrentar dificultades y situaciones adversas sin perder el control de las emociones. Otra razón para mantenerse tranquilo y positivo es que las emociones, especialmente las negativas, son contagiosas.

Estar enojado o ser negativo solo aumentará el estrés de tu hijo.

Sin embargo, ser positivo no significa que debas ceder. Puedes reconocer positivamente su frustración mientras mantienes tus propios límites. Puedes decir: “Veo que estás muy enojado y frustrado. Lo siento. Pero no se pueden comer dulces justo antes de la cena” con amabilidad y firmeza.

Ceder de vez en cuando es particularmente malo, porque un refuerzo que sea intermitente fomenta aún más el comportamiento que estás tratando de detener. En lugar de enseñarle a tu hijo que solamente es una excepción, le está enseñando que si es lo suficientemente persistente, eventualmente cederás.

5. No lo castigues. Este debe ser el último recurso

Digamos que sufres de un dolor intenso. Es tanto que caes al suelo y te retuerces. ¿Querrías que tus seres queridos te castiguen, se alejen de ti o te encierren en una habitación a ti solo por eso? A veces, un berrinche puede comenzar como un medio para obtener algo que el niño quiere.

Pero si se deja sin tratar, puede convertirse en una fuerte tormenta hormonal que un niño pequeño no está preparado para enfrentar por sí mismo. Cuando eso sucede, se convierte en un caso genuino de angustia y dolor incontrolables. El castigo o el aislamiento solamente se sumarán a ese dolor.

Los escáneres cerebrales muestran que el dolor causado por el aislamiento social activa la misma región neuronal que el dolor físico. Piensa en esto, si tienes un intenso dolor emocional, ¿infligir dolor físico en ti te ayudará a sentirte mejor?

No, no lo hará. Se sentirá como agregar aún más dolor a la lesión.

Es lo mismo con tu niño pequeño.

Además, le enseñarás a tu hijo que no puede confiar en ti para que lo ayudes o comprender su dolor cuando siente dolor y te necesita. Si un niño aprende desde el principio que expresar sentimientos fuertes resultará en enojo o castigo por parte de sus padres, podrá recurrir a ser obediente o desafiante.

De cualquier manera, significa que el niño no tendrá la oportunidad de formar conexiones cerebrales adecuadas para lidiar con emociones fuertes. Entonces, cuando se enfrente a frustraciones más adelante en la vida, podrá tener dificultades para ser asertivo o tendrá arrebatos de ira.

A veces, si un niño en problemas se encuentra con respuestas negativas o la falta de respuesta de sus padres, puede dejar de hacer berrinches. Pero eso no significa que ya no tenga problemas. Estudios han demostrado que los niños bajo angustia todavía pueden tener un nivel hormonal de gran estrés dentro de su cuerpo a pesar de parecer calmados.

En algunos casos, esta disociación entre las respuestas conductuales y fisiológicas puede conducir a problemas de salud emocional o mental más adelante en la vida.

Los castigos deben usarse como último recurso.

Solo deben usarse cuando el niño ha lastimado a alguien intencionalmente, como morder o golpear, y cuando ya no está inundado por emociones negativas.

Y debe hacerse de manera no punitiva y de manera amable y firme.

6. Enseña vocabularios para que puedan expresarse adecuadamente

Cuando las cosas se hayan calmado, y tu hijo haya disipado completamente el intenso estado emocional, podrás tratar de comprobar lo que sucedió con él. Enséñele qué cosas puede decir la próxima vez que quiera algo. Enséñale a usar palabras, en lugar de tirar cosas, para expresar sus sentimientos.

Hablar de lo que sucedió también puede ayudarlo a crear esas conexiones neuronales importantes para manejar situaciones emocionales en el futuro. Incluso puedes decirle cómo te sientes cuando hace un berrinche. Dile que está bien tener sentimientos y que los sentimientos pueden controlarse.

Al hacer esto también le estás enseñando cómo sus acciones pueden afectar a los demás y qué es la empatía.

7. Prevenir berrinches antes de que aparezcan

Hay cosas que los padres pueden hacer para prevenir los berrinches.

Aplica el sistema HALT (por sus siglas en inglés):

  • H – Hambre
  • A – Ira
  • L – Soledad
  • T – Cansancio

Los niños son más propensos a sufrir ataques emocionales cuando tienen hambre o están cansados. Cuando estos factores físicos están presentes, todo lo que se necesita es un desencadenante para poner las cosas en movimiento.

Por lo tanto, establece un horario de sueño-comida-descanso para evitar estas trampas de berrinches. Estar aburrido, estresado, enojado, frustrado o decepcionado también son desencadenantes efectivos

Prevén estos factores en un inicio.

Si sabes que tu hijo se enojará cuando no reciba algo, proporciona alternativas o distracciones con anticipación. Es mucho más fácil acceder a su pensamiento lógico para evitar un berrinche que apagar uno una vez que sucede.

Bibliografía
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