Por qué nos aferramos a las cosas

Una casa llena de objetos

Cuando todo el armario está lleno de cosas que nunca usarás, tu cocina repleta de platos, utensilios y sartenes que solo están acumulando polvo y estorbando, es hora de que te preguntes «¿Por qué?» ¿Qué nos hace atesorar una montaña de objetos y otorgar el valor que nos pertenece?

Un libro, llamado «El arte de pensar» escrito por Rolf Dobelly, podría aclarar esta duda, o servir para que cada uno pueda seguir indagando, por su propia cuenta.

El efecto de posesión

El psicólogo Dan Ariely realizó tal experimento. Entregó boletos a los estudiantes para un partido de baloncesto muy importante y luego preguntó a los muchachos que no los obtuvieron: ¿cuánto están dispuestos a pagar por el boleto? La mayoría estaba dispuesta a desembolsar 170 dólares. Después de eso, el profesor preguntó a los estudiantes que habían ganado un boleto para el partido: ¿por cuánto estarían de acuerdo en venderlo? El precio de las entradas subió inesperadamente a 240 dólares.

La cuestión es que el mero hecho de que poseamos algo aumenta el valor de esa cosa. ¿Ha notado que cuando alguien vende una casa o apartamento, a menudo valora su casa por encima del valor de mercado? El efecto posesión en todo su esplendor. Los precios de mercado inmediatamente nos parecen deshonestos e injustos si estamos apegados emocionalmente a un objeto.

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¿Por qué no tiramos las cosas?

Está claro que la basura que se acumula en nuestro hogar también aparece por un motivo. La razón no es la racionalidad y la practicidad, sino porque la separación es más difícil para nosotros que la acumulación.

De modo que los coleccionistas rara vez acceden a poner a la venta sus piezas favoritas, y pueden regalar alguna prenda favorita de su niñez, pero a regañadientes.

Por cierto, el mismo efecto fascina no solo a los propietarios reales, sino también a los «casi poseedores». Las casas de subastas como Christie’s and Sotheby’s viven y prosperan gracias a este efecto. Cualquiera que participe en la subasta hasta el último, ya siente que esta obra de arte (casi) le pertenece.

Anticipándose a la posesión inminente, el objeto de deseo a los ojos del comprador aumenta de precio. Y está dispuesto a pagar por lo deseado mucho más de lo que pensó inicialmente. Y la salida de las operaciones es percibida por él como una pérdida, contrariamente al sentido común.

Las relaciones con las cosas para nosotros son similares a las relaciones con las personas: nos preocupa profundamente si perdemos o damos algo querido.

¿Qué hacer al respecto?

Aunque esto suene repetitivo, es necesario y es una forma real de conseguirlo: debes aprender a no aferrarte. Recuerda: todo lo que poseemos se ve mejor como un accidente, un regalo del Universo, que se nos proporciona para uso temporal.

Por otro lado, es importante que modifiques algunos malos hábitos, o más bien, esos hábitos que ocasionan que acumules objetos que no necesitas:

  1. No guardes las cosas «por si lo llego a necesitar», por si «le puede servir a alguien».
  2. Haz una segunda, o varias evaluaciones sobre la verdadera utilidad que crees que ese objeto puede tener.
  3. Si el objeto es «algo» que te recuerda al pasado, podrías tomarle una foto y conservarla, en vez de almacenarlo solo para recordar.
  4. Evita las compras compulsivas, las compras por moda y el gasto innecesario de dinero.
  5. Limpia y siente la libertad de poseer menos cosas, esa sensación te hará recordar que es mejor un espacio más libre y limpio que lleno de objetos que solo se acumulan en algún rincón de la casa.