Nuestras acciones, muchas veces en el curso de nuestras vidas, pueden herir emocionalmente a otras personas. Saber disculparnos cuando estuvimos mal es una señal de que somos valientes.
Nuestras acciones muchas veces en el curso de nuestras vidas pueden herir emocionalmente a otras personas. Entonces nuestra conciencia, en su intento de corregir tan triste situación, busca el perdón de la persona que la lastimó para poder redimirla.
Pedir disculpas es una muestra de valentía, ya que al contrario de lo que parece, requiere que nos pongamos en una aparente desventaja, para mostrar arrepentimiento y deseos de cambiar lo que hemos hecho mal.
Saber pedir perdón es muestra de vaalentía
Al escribir y leer constantemente sobre cómo podemos perdonar a los demás, es importante que también aprendamos a reconocer nuestros propios errores y a disculparnos cuando sea necesario.
Muchos consideran que disculparse es un signo de debilidad, ya que muestra su lado vulnerable a los demás. Muchos incluso lo caracterizan como una acción fútil, puesto que el daño ya está hecho y no se puede arreglar.
Pero la verdad es que el que se disculpa ha hecho una gran hazaña: ha contado a otra persona más en ese momento y ha vencido a su ego. No duda en humillarse y mostrar su remordimiento práctico. Incluso si no podemos retroceder el tiempo para no haber causado el daño emocional en absoluto, al disculparnos le mostramos a la otra persona que lamentamos lo que sucedió y deseamos corregir el error.
Si la otra persona no acepta la disculpa, eso ya es una cuestión suya, hicimos el esfuerzo y tuvimos el coraje de admitir que estábamos equivocados. Y en ese momento, esta realización nos ayuda a madurar más espiritualmente y acercarnos un paso más a la autoconciencia.
Pedir disculpas cuando cometemos un error y realmente hemos lastimado a alguien. No es vergüenza, no es debilidad, no es falta de respeto por uno mismo. Es el epítome de una persona valiente que valora más al otro ser humano que a su propio ego.
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