Las palabras tóxicas que te impiden ser feliz

Palabras tóxicas y su repercusión en nuestro bienestar

Muy a menudo no prestamos atención a las palabras que usamos cada día cuando hablamos, e incluso cuando nos decimos algo a nosotros mismos, pero en realidad esto demuestra que cada uno de nosotros tiene una manera única de hablar. Entonces, incluso cuando parece que estamos hablando sin sentido, estamos eligiendo cuidadosamente nuestro vocabulario, del cual deberíamos eliminar algunas palabras tóxicas.

Las palabras tóxicas que socavan nuestra felicidad

De acuerdo con un estudio realizado en la Universidad de Ámsterdam, los extrovertidos hablan de manera diferente a los introvertidos, es decir, estos últimos usan términos cautelosos y prefieren el «quizás» o  «probablemente». Por el contrario, los primeros eligen palabras abstractas y vagas, pero que expresan plenamente sus deseos.

Pero sea cual sea nuestro tipo de lenguaje, a veces usamos palabras tóxicas que tienden a socavar nuestra felicidad. A continuación se mencionan algunas de ellas.

1. Soy un fracaso

¿Cuántas veces en la vida hemos dicho ‘Soy un fracaso‘ frente a algo que no fue conforme a nuestros planes? Pero en realidad, el fracaso en sí mismo no existe, son solo experiencias que nos llevan a hacer evaluaciones o mejorar aquello hemos realizado de mala manera. Por lo tanto, en lugar de hablar de fracaso, debemos hablar en términos de experiencias de vida y aprendizaje.

2. Me siento culpable

A menudo decimos que nos sentimos culpables, pero no somos plenamente conscientes de las repercusiones de esta palabra. Sentirse culpable implica que hay algo malo en nosotros, que algunas de nuestras características como personas no son adecuadas, lo que genera una profunda ansiedad existencial.

En vez de eso, deberíamos usar palabras como ‘Lo siento por lo que hice’, lo que significa que nuestro comportamiento no fue correcto, pero no que haya algo terriblemente mal con nosotros.

3. Debo realizar tal cosa

La palabra deber fue inventada por la sociedad para generar el sentimiento de culpa cuando no queremos hacer algo, cuando nuestros impulsos y deseos van en la dirección opuesta.

El sentido del deber nos hace comportarnos como autómatas y nos empuja a hacer algo que no queremos. La solución es precisamente transformar la palabra deber en voluntad.

4. Esto es imposible

Ser realista es muy importante, sin embargo, la palabra imposible no debería usarse, en su lugar podemos usar «improbable». Para nuestra mente, este cambio es importante, ya que desencadena un mecanismo psicológico que nos empuja a intentarlo de todos modos.

En resumen, es mejor pensar en términos de probabilidad que asumir palabras lapidarias como imposible.

5. Odio

El odio es una de las emociones más perversas que existe porque termina causando un daño enorme. El odio existe, no podemos eliminarlo, pero debemos asegurarnos de que es una emoción que realmente estamos sintiendo. Es probable que lo que denominamos odio sea en realidad resentimiento, frustración o enojo, pero etiquetarlo como odio lo hará crecer y realmente se convertirá en esa emoción que roba nuestra paz y nos impide ser felices.

6. Siempre

La palabra ‘siempre’ es sinónimo de inmovilidad, por lo que es una palabra que no se adapta a la realidad, simplemente porque las cosas cambian constantemente. Generalmente oculta la resistencia al cambio, el deseo de aferrarse al pasado y la negación de la evolución.

Esta palabra es el reflejo de una visión rígida que nos cierra a las oportunidades o nuevos caminos que se pueden abrir ante nosotros. Estar abierto al cambio es fundamental porque nos permite adaptarnos, por el contrario, pensar que algo nunca sucederá puede llevarnos a una gran decepción.

7. Hay un problema

La palabra «problema» tiene implicaciones muy negativas porque la asociamos con obstáculos y dificultades. Cuando lo pronunciamos, nuestro cerebro reacciona de inmediato al explotar todas las alarmas y generar un estado de estrés y ansiedad. Pensemos en ello en su lugar: todos los problemas, después de todo, son desafíos que implican un cambio, y si el problema tiene solución, ya de por sí deja de ser un problema.

8. Algún día lo haré

Si eres una de esas personas que siempre dice «algún día lo haré», es probable que hayas detenido tus planes de vida en base a esa postergación. Estas palabras generalmente ocultan el miedo al fracaso, miedo a dejar la zona de comodidad o la falta de confianza en nuestras propias habilidades. Si realmente queremos algo, debemos comprometernos y formular un plan de acción. De lo contrario, ese día nunca llegará.

Por último, podemos recordar la frase de Mahatma Gandhi:

Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.