El humano es un ser social, y esto se ve reflejado en su cerebro. Investigadores han descubierto que nuestra vida social es capaz de ocasionar cambios estructurales en el órgano del pensamiento. Sin embargo, el entorno social parece tener diferentes efectos para hombres y mujeres, como sugiere un estudio.
Por lo tanto, la frecuencia, intensidad y tipo de contacto social tienen un efecto diferente en el volumen de ciertas regiones cerebrales en el sexo masculino que en el sexo femenino. Hombre típico, mujer típica: nuestra biología y comportamiento están en gran medida determinados por el género.
Cada vez es más claro que los cerebros de ambos sexos «funcionan de manera diferente» en muchos aspectos. Por ejemplo, los hombres parecen ser más olvidadizos, pero las mujeres sienten más estrés y sentimientos negativos.
Estas diferencias también se reflejan en las estructuras anatómicas de este órgano, aunque son menos pronunciadas de lo que comúnmente se supone. En este contexto, estudios recientes sugieren que el entorno social afecta la forma de los cerebros masculinos de manera diferente a la de los femeninos.
¿Qué papel juega el género?
Según la llamada “hipótesis del cerebro social”, las exigencias y requerimientos dentro de grupos sociales moldean el cerebro de manera visible. Para muchos primates, incluidos nosotros los humanos, el volumen de la corteza cerebral está relacionado con factores como el tamaño promedio de la red social. También parece haber un componente específico en cuanto al género.
¿Pero de qué se trata esta diferencia clave? Para averiguarlo, investigadores examinaron tomografías por resonancia magnética para analizar datos estructurales de 10,000 cerebros adultos. [¹]
Se concentraron particularmente en el volumen de 36 regiones cerebrales diferentes, y cómo esto se correlacionaba con el entorno social de los sujetos de prueba. Específicamente, examinaron su estado financiero, el número de relaciones cercanas y la frecuencia de los contactos sociales.
El resultado fue este: como se esperaba, había una conexión entre la vida social de los participantes y el volumen de su materia gris. Esto fue particularmente cierto para las regiones del sistema límbico, como la amígdala y la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC), pero también para otras redes cerebrales, como informa el equipo.
El sistema límbico desempeña un papel clave en el procesamiento de las emociones; la corteza prefrontal está específicamente involucrada en el control emocional, pero también en las decisiones y la respuesta a los estímulos sociales. Las evaluaciones revelaron claras diferencias de sexo en estas regiones del cerebro.
En consecuencia, la frecuencia, la intensidad y también el tipo de contactos sociales parecían afectar el cerebro de las mujeres de manera diferente al de los hombres.
Mismo ambiente, efecto diferente sobre el cerebro
Por ejemplo, en las mujeres que viven en un hogar más grande, hubo un aumento significativo en el volumen de la amígdala asociada con las emociones; este no fue el caso en los hombres. La satisfacción con sus propias amistades y la frecuente oportunidad de confiar en otros también tuvieron efectos anatómicos más sustanciales en las mujeres en la amígdala y en el vmPFC que en los hombres, como descubrieron los científicos.
Por otro lado, en el caso de los hombres, principalmente el bajo apoyo social parecía reflejarse en centros de recompensa como el núcleo accumbens. Otra gran diferencia: en los hombres, el número de parejas sexuales tenía un impacto en el vmPFC, mientras que en las mujeres, sus relaciones familiares satisfactorias.
Además, el volumen de esta zona del cerebro responsable del procesamiento emocional difería más en las mujeres solitarias que en los hombres socialmente aislados. «Esto podría sugerir que las mujeres se ven aún más afectadas por su situación social que los hombres», especulan los investigadores.
En general, esto deja en claro que el mismo entorno social puede tener efectos diferentes, y a veces opuestos, en el cerebro de los hombres y las mujeres. Las interacciones sociales cotidianas con la familia, los amigos y los compañeros parecen afectar los circuitos cerebrales dependiendo del género.
Pero ¿cómo se puede explicar esto? Los científicos creen que el fenómeno es una expresión de los diferentes roles y comportamientos que se han desarrollado en los sexos a lo largo de la evolución.
«El comportamiento social de hombres y mujeres probablemente fue moldeado por diferentes necesidades y objetivos que resultaron en ciertos ajustes neurocognitivos», explican. Por ejemplo, algunas de las correlaciones observadas pueden derivar del hecho de que las mujeres suelen tener vínculos sociales más estrechos y son más capaces de adoptar diferentes perspectivas mentales.
«En general, nuestro análisis cuantitativo apoya la idea de generar estrategias específicas de género para desarrollarse con éxito dentro del mundo social», concluyó el equipo.
- Kiesow, H., Dunbar, R., Kable, J. W., Kalenscher, T., Vogeley, K., Schilbach, L., Marquand, A. F., Wiecki, T. V., & Bzdok, D. (2020). 10,000 social brains: Sex differentiation in human brain anatomy. Science advances, 6(12), eaaz1170. https://doi.org/10.1126/sciadv.aaz1170 [Enlace]
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