Escucha activa para una comunicación empática con los demás

Aprendiendo a tener una escucha activa con la otra persona

La escucha activa significa una actitud abierta, activa, respetuosa y empática hacia el interlocutor y el contenido de la conversación. Esto significa que la persona escucha atentamente a su interlocutor, está de acuerdo con él y, si es necesario, hace preguntas sobre lo que se ha dicho, pero sin interrumpir a la otra persona.

¿Qué es la escucha activa?

La escucha activa es una técnica de comunicación central para mejorar la conversación desde el lado del receptor.

El psicólogo y psicoterapeuta estadounidense Carl Rogers mencionó por primera vez el contenido básico de la escucha activa en 1942 como una herramienta para la psicoterapia centrada en el paciente.

Sin embargo, esta forma de comunicación empática puede beneficiar a cualquier persona que quiere mejorar su forma de comprender a los demás y tener conversaciones más fluidas y reconfortante, ayudando también a resolver mejor los conflictos, dando lugar a la otra persona para expresar sus emociones y sentimientos, sin intervenir.

A través de la aceptación y la empatía del oyente, la otra persona puede verbalizar los sentimientos y las necesidades, y de esta manera se siente comprendida.

Beneficios de la escucha activa

La escucha activa puede ser beneficiosa en los siguientes niveles:

En el nivel interpersonal, ayuda a construir confianza mutua y fomentar la interacción respetuosa.

En el nivel semántico, la escucha activa puede conseguir que se eliminen directamente las ambigüedades que ocurren durante el curso de la conversación.

Otras razones para escuchar activamente:

  • Reducción de malentendidos.
  • Mejora de las relaciones interpersonales.
  • Promover la empatía
  • Mejora de la solución de problemas.
  • Corrección de comportamiento más fácil
  • Aprendizaje a través de la retroalimentación.

Para escuchar activamente, debes ayudar a la otra persona a comunicarse, utilizando un lenguaje corporal atento y palabras de aliento (especialmente cuando la otra persona demuestra que no está segura). Apoyarlos con asentimientos, como la palabra ‘sí’ o «comprendo» y las cejas levantadas en anticipación pueden ser formas muy efectivas de motivar el diálogo.

A veces, el aliento es mejor con atención silenciosa, dándoles espacio para encontrar la palabra que necesitan, quedándonos en silencio durante las pausas. Si son emocionales, acepta su estado emocional sin críticas y sin decir «por favor, no llores«, por ejemplo. Si alguien se conmueve hasta las lágrimas, una de las cosas más poderosas que puedes hacer es permitir que lloren.

Cómo realizar la escucha activa

Afortunadamente, hay atajos en el camino rocoso para convertirse en un buen oyente. Algunas de estas técnicas para la escucha activa son muy simples, aunque requieren práctica y comprensión del trasfondo.

1. Presta atención al lenguaje corporal del que habla

Presta atención al lenguaje corporal del interlocutor. Cuando escuchamos, nuestro cerebro solo necesita alrededor del 25 por ciento de su capacidad; el 75 por ciento restante es libre de planificar la cena, formular una respuesta o, de lo contrario, distraernos de escuchar. Un ejercicio entretenido y una forma de escuchar es enfocar esta atención en el lenguaje corporal del hablante. Porque alrededor del 60 por ciento de la comunicación es no verbal.

2. Presta atención a tu propio lenguaje corporal

Prestar atención al propio lenguaje corporal es especialmente importante para los oyentes más impacientes. Porque tu cerebro solo quiere una cosa: hablar, y enviará las señales apropiadas para que quede claro, lo que incomoda a la persona que está hablando. Al principio, será difícil evitar este comportamiento. Pero con un poco de práctica es fácil renunciar a este tipo de lenguaje corporal.

3. Evita las distracciones

Esto incluye poner el teléfono a un lado, evitar anotaciones en las reuniones (en la mayoría de los casos, puedes recordar más si escuchas con atención), mirar hacia otro lado como si estuviéramos pensando en algo, comenzar a realizar movimientos con las manos, algún objeto o distraernos con el medio ambiente. Para una comunicación asertiva se requiere el contacto visual, comprendiendo y siguiendo el hilo de la conversación con gestos de acuerdo.

4. Haz preguntas

Las preguntas no solo sirven ara comprobar que realmente entendiste todo correctamente. Hacer preguntas también ayuda al orador a formular pensamientos adicionales como respuestas. Por lo tanto, vale la pena hacer preguntas como: «Esto es muy interesante, ¿puedes decirme más al respecto?«.

5. Evita justificarte

Incluso los mejores oyentes entre nosotros corren el riesgo de cerrarse tan pronto como sus propias ideas y creencias son cuestionadas o criticadas. Si te cruzas de brazos en esta situación y formulas respuestas justificativas en lugar de escuchar, se pierde la información, el conocimiento y la oportunidad de desactivar conflictos emergentes. La escucha activa debe provenir de una actitud neutral para que podamos escuchar sin sentirnos aludidos.

6. Resume lo que oíste

Si estás escuchando algo sobre planes a futuro o un proyecto para elaborar en equipo, es efectivo mencionar, a modo de resumen, lo que se ha dialogado. Calcule lo que la otra persona piensa o siente y resuma brevemente lo que ya se ha dicho.

7. Tomar descansos

Cualquier persona que logre tomarse un breve descanso antes de responder le da al interlocutor la oportunidad de agregar algo a su declaración. Los expertos aconsejan contar mentalmente hasta cuatro antes de cada respuesta, hasta que las pausas se cumplan automáticamente.

La escucha activa no significa seguir pacientemente las explicaciones interminables sin siquiera tener que hablar. Más bien, la escucha activa ayuda a mejorar la comunicación en general y a fortalecer nuestras propias ideas. Escuchar bien es la mejor manera de ganar confianza y simpatía, y en última instancia, construir relaciones más sólidas con los colegas, el jefe o nuestra familia y pareja.