Es normal sentirse incómodo hablando con tu hijo adolescente sobre temas como el sexo o las drogas. Pero las conversaciones difíciles pueden darte la oportunidad de guiar a tu hijo hacia decisiones sensatas y responsables y hablar sobre los valores de la familia.
Conversaciones difíciles: lo básico
Las conversaciones difíciles cubren cualquier tema que pueda ser vergonzoso, molesto o controvertido para ti o tu hijo. También podría ser algo que podría causar una discusión o un conflicto entre ustedes dos.
El sexo, la orientación sexual, la masturbación, el alcohol u otras drogas, las dificultades académicas, las autolesiones, los secretos, el trabajo y el dinero son temas de los que las familias pueden tener dificultades para hablar.
Es normal sentirse incómodo discutiendo estas cosas. Pero estar preparado puede ayudarte a sentirte más seguro y cómodo para abordar conversaciones difíciles.
¿Cómo manejar las conversaciones difíciles?
No hay guiones ni instructivos para las conversaciones y temas difíciles.
Pero es una buena idea que pienses en estos temas antes de que tu hijo pregunte sobre ellos. Si resuelves algunos puntos clave sobre sexo, alcohol, fiestas, etc. de antemano, tendrás la oportunidad de brindarles más confianza.
Y cuando hayas tenido la oportunidad de pensar en estos temas, también es una buena idea que los plantees antes de que tu hijo pregunte. Por ejemplo, las conversaciones tempranas sobre cosas como el sexting o sexteo, pueden ayudar a mantener a tu hijo seguro.
Estos son algunos consejos que te ayudarán a manejar las conversaciones difíciles.
Primeras reacciones
- Intenta mantener la calma. Sé honesto si estás sorprendido por el tema, pero asegúrale a tu hijo que estás dispuesto a hablar sobre él. Esto puede ayudar a tu hijo a sentir que puede hablar contigo sobre cualquier cosa que le preocupe, aumentando la confianza en la relación.
- Asegúrate de que lo primero que le digas a tu hijo sea algo que le haga saber que estás contento que quiera hablar contigo. Por ejemplo, «Estoy tan feliz de que confíes en mí para ayudarte con esto».
- Escucha a tu hijo. Esto significa que le des a tu hijo la oportunidad de hablar sobre lo que está sucediendo, sin que tú intentes solucionar la situación. A menudo, los adolescentes no esperan que arregles las cosas, solo quieren que escuches.
- Evita ser crítico o juzgar, o ponerte emocional. Si necesitas desahogarte, elije hacerlo con otro adulto con quien puedas hablar cuando tu hijo no esté presente.
- Agradezca a tu hijo por venir hacia ti.
Próximos pasos
- Si necesitas un poco de tiempo para calmarte u organizar tus pensamientos antes de hablar, establece un tiempo para hablar más tarde. Asegúrate de que sea pronto, no esperes hasta el día siguiente. Cuanto más esperes, más difícil será.
- Si tu hijo tiene algunos problemas específicos con los que necesita tu ayuda y no está seguro de cómo ayudarle, díselo. Ofrece a tu hijo trabajar juntos para averiguar lo que necesita saber, por ejemplo, sobre anticoncepción, sexualidad, alcohol, etc.
- Si tu hijo quiere tu opinión, hazle saber cómo ves la situación en lugar de decirle qué hacer. Por ejemplo, ‘Preferiría que no tengas relaciones sexuales hasta que seas mayor. Pero si vas a hacerlo, hablemos de asegurarnos de que sea seguro’.
Cuando tu hijo no te habla
Es muy común que los adolescentes eviten hablar sobre temas vergonzosos o molestos, especialmente si los planteas primero. A veces puede que ni siquiera te des cuenta de que un tema es molesto o vergonzoso hasta que lo planteas.
Si tu hijo no quiere tener conversaciones difíciles contigo, puedes intentar lo siguiente:
- Trata de reservar algo de tiempo cada día para hablar con tu hijo. Hazle preguntas abiertas y hazle saber que si quiere hablar, te complacerá escucharlo. Esto te ayudará a mantenerte conectado con tu hijo y podría ayudarle a sentirse más cómodo para hablar contigo.
- Mantente al día con los intereses de tu hijo. Esto te dará cosas para hablar y demostrará que estás interesado en el bienestar de tu hijo.
- Si tu hijo no quiere hablar contigo, podría ser útil encontrar otro adulto con el que pueda hablar. Podrías sugerir un pariente, maestro, consejero o alguien de tu confianza. Pero dile a tu hijo que estarás contento de escucharlo cada vez que quiera hablar contigo.
Beneficios de las conversaciones difíciles
Abordar conversaciones difíciles junto con tu hijo es una señal de que tienen una relación saludable.
Ayuda a mantener una relación cercana y confiable con tu hijo. Si eres amable, tolerante, no juzgas ni criticas, y también eres abierto a negociar y establecer límites, es probable que tu hijo se sienta más conectado contigo. También es más probable que tu hijo discuta problemas contigo en el futuro.
Y si sabes lo que está sucediendo en la vida de tu hijo, estás en mejores condiciones para ayudarlo a manejar situaciones difíciles. Discutir temas difíciles contigo le da a tu hijo la oportunidad de explorar sus opciones y determinar si son las adecuadas para él.
Trata de no evitar conversaciones difíciles con tu hijo. Si lo haces, él podría terminar tomando decisiones que tienen consecuencias negativas. Por ejemplo, un adolescente sexualmente activo que no pide consejos sobre anticoncepción puede terminar con un embarazo no deseado o una infección de transmisión sexual.
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