Los cambios en la adolescencia tardía y sus efectos

La adolescencia tardía

La mayoría de nosotros suponemos que dejamos atrás la adolescencia una vez que nos graduamos de la escuela secundaria, sin embargo, en ese momento todavía nos encontramos a un paso de llegar a la edad adulta. Una nueva etapa de desarrollo ocurre entre los 18 y los 21 años, ya que nuestro cerebro no termina de madurar hasta los 25 años.

Pero este periodo de cambio sucede justamente cuando comenzamos a tomar nuestras primeras decisiones importantes en la vida, como ir a la universidad. Debido a que nuestras mentes siguen creciendo, la forma en que lidiamos con nuestras emociones y la presión de aventurarnos por nuestra cuenta puede tener un impacto duradero en nuestro futuro éxito y bienestar. Esto hace que la adolescencia tardía sea un buen momento para aprender estrategias de afrontamiento saludables que pueden apoyarte durante toda tu vida.

Etapas de los cambios en la adolescencia

Los cambios que experimentamos durante la adolescencia se pueden dividir en tres partes separadas:

  • La adolescencia temprana ocurre desde los 11 a los 14 años.
  • La adolescencia media que es de los 15 a los 17 años.
  • La edad de la adolescencia tardía varía de los 18 a 21 años, y algunos expertos señalan un rango de los 18 a los 24.

Para cuando llegamos a la adolescencia tardía, hemos sobrevivido a la fase hormonal de nuestra experiencia adolescente. Pero mientras que la montaña rusa emocional ocasionada por todo el drama escolar ha terminado, todavía hay algunos cambios que nuestra mente y nuestro cuerpo han dejado suspendidos, los cuales discutiremos más adelante.

Estos cambios significativos también ocurren justo cuando comenzamos a asumir las responsabilidades de ser un adulto que llegan cuando cumplimos la edad de 20 años. Esto hace que la adolescencia tardía sea un momento potencialmente vulnerable para nuestra salud mental, ya que hay un 75% de trastornos que comienzan antes de los 24 años.

Según la Organización Mundial de la Salud, del 10 al 20% de los adolescentes experimentan afecciones de salud mental que a menudo no se diagnostican ni se tratan adecuadamente. Saber qué esperar de esta fase de nuestras vidas y prepararnos para ella, puede ayudarnos a identificar el momento en que podríamos necesitar ayuda.

Encontrar tu identidad como adulto

Ser un adolescente se trata de formar nuestra identidad a medida que nuestras mentes y cuerpos experimentan grandes cambios durante el desarrollo. La adolescencia tardía es cuando las cosas comienzan a estabilizarse, y empezamos a navegar por la vida en nuestros propios términos por primera vez. Nos graduamos de la escuela secundaria y exploramos quiénes somos en el mundo cuando salimos de casa, nos mudamos a nuevas ciudades, decidimos si vamos a la universidad y comenzamos a aprender a vivir solos.

Para bien o para mal, la sociedad moderna ya no nos da un camino claro hacia la edad adulta. Depende de nosotros descubrir nuestros nuevos roles sociales a medida que las normas de trabajo y nuestras relaciones continúan cambiando. Muchos de nuestros principios morales provienen de cosas que están fuera de nuestro control, como las tradiciones familiares, la aprobación de nuestras parejas y las expectativas escolares. Durante la adolescencia tardía, tenemos la oportunidad de probar nuevas ideas para nosotros mismos y formar verdaderas creencias.

Cambios durante la adolescencia tardía

La adolescencia tardía puede sentirse como un extraño lugar a la mitad del camino. Ya no eres un adolescente, pero aún no eres un adulto. También es cuando nuestros cuerpos y mentes finalmente están completamente equipados para enfrentarse al mundo.

Cambios físicos

Al final de la adolescencia, ya hemos experimentado la mayor aceleración de nuestro crecimiento y ahora estamos en una condición física que debería ser óptima para el trabajo duro y la reproducción. Si bien la capacidad de recuperación de nuestro cuerpo ahora es más rápida, a veces podemos llegar al extremo sin darnos cuenta del estrés que estamos ejerciendo sobre nosotros mismos.

Realizamos sesiones de estudio durante toda la noche, entrenamos hasta que nos duela y festejamos como alguien que aún no ha descubierto el verdadero significado de la palabra «resaca». Pero los hábitos que practiquemos durante esta fase de nuestras vidas pueden tener un efecto duradero en nuestra salud a futuro.

A medida que envejecemos, nuestros cuerpos tardan más en recuperar el equilibrio después de superar nuestros límites. Dormir poco o saltarse las comidas, no hacer suficiente ejercicio y pasar por largos períodos de estrés pueden tensar los ciclos naturales de nuestro cuerpo, y eventualmente causar desgaste. Muchos estudios, que observan cosas como la salud del corazón, han encontrado que los buenos hábitos en la adolescencia tardía (como el ejercicio regular y comer bien) pueden reducir el riesgo de enfermedad cardíaca en la mediana edad.

Cambios en las relaciones

Nuestras relaciones, tanto de amistad como románticas, amplían nuestra comprensión del mundo a través de nuevas experiencias y nos permiten aprender lo que se necesita para cuidar a los demás. A medida que envejecemos, nuestras razones para hacer amistades son diferentes a las que teníamos durante nuestra vida social adolescente. Comenzamos a formar conexiones basadas en ideas y valores en común en lugar de actividades y pasatiempos. También comenzamos a disfrutar de la estabilidad, la intimidad y el apoyo entre nuestros amigos cercanos sobre los grupos.

Aunque muchos adolescentes comienzan a tener parejas en la escuela secundaria, durante la adolescencia tardía, nuestras relaciones románticas ya no son tanto para explorar la sexualidad, sino para aprender sobre el amor y el intercambio de experiencias personales.

Cambios intelectuales

Las diferentes partes del cuerpo crecen a ritmos diferentes durante nuestra adolescencia, y esto también se aplica a nuestros cerebros. A principios y mediados de la adolescencia, las áreas que controlan las emociones e impulsos intensos se desarrollan antes que las partes que nos ayudan a resolver problemas y pensar con anticipación (también llamada corteza prefrontal). Esto es la causa principal de las clásicas travesuras en la escuela secundaria como. Pero cuando llegamos a la adolescencia tardía, la parte racional del cerebro está cerca de estar completamente formada.

Esto nos permite pensar de formas más complejas. Se vuelve más fácil perseguir nuestros objetivos una vez que aprendemos cómo planificar las cosas, probar ideas y considerar diferentes puntos de vista. Podemos ponernos fácilmente en los zapatos de los demás para desafiar nuestras creencias infantiles y formar nuestros propios pensamientos y valores. A medida que reconsideramos las ideas que hemos dado por sentado, comenzamos a darnos cuenta de que generalmente hay más de una respuesta a la mayoría de los problemas de la vida y que pensar críticamente es la manera en que podemos hacer nuestro propio significado del mundo.

Pero también es un momento en que la frase «úsalo o piérdelo» es cierta. Durante la adolescencia tardía, nuestras mentes son lo suficientemente maduras para adquirir nuevos conocimientos y habilidades, pero eventualmente, nuestro cerebro comienza a omitir las cosas que no practicamos regularmente. Es por eso que es importante comenzar a practicar hábitos saludables y estrategias de afrontamiento de manera frecuente, para que se conviertan en una parte normal del conjunto de herramientas que nos ayudarán a afrontar los desafíos de la vida.

Aprendiendo a cuidarte

Nuestra primera prueba de libertad también viene con una gran curva de aprendizaje. Para muchos de nosotros, esta es la primera vez que somos responsables de cada parte de nuestras vidas, desde la limpieza hasta la salud personal, y la de nuestro horario y rutina. Estar lejos de casa a veces puede tentarnos a hacer lo que queramos, como desayunar una pizza.

Comenzar buenos hábitos de autocuidado es algo que puedes elegir hacer por ti mismo y por las cosas que quieres lograr en la vida. Cuanto más tiempo practiquemos estas cosas, más naturalmente sucederán sin tener que pensar en ellas. Esto no significa que nunca podamos divertirnos. De hecho, tener una vida social saludable y hacer las cosas que amamos son excelentes maneras de lidiar con el estrés.

Descubre lo que necesitas para seguir adelante

Es importante, durante la adolescencia tardía, aprender a reconocer y satisfacer nuestras propias necesidades, esto nos permite ser más resilientes cuando las cosas se ponen difíciles. Claro que trabajar duro para alcanzar nuestros objetivos es algo maravilloso, pero una de las habilidades más útiles que hay en la vida es poder equilibrar la productividad con las cosas que necesitas para mantenerte feliz y saludable, tanto emocional como físicamente.

Ejercítate

Haz al menos 30 minutos de ejercicio al día, incluso si es algo sencillo como caminar al aire libre para tomarse un respiro, hacer ejercicios con escaleras o ir a una clase de yoga. Hacer que tus actividades físicas sean sociales te ayudará a mantener este hábito.

Duerme bien

Siempre trata de tener tiempo suficiente para dormir, preferiblemente 8 horas, o al menos descansa cuando lo necesites entre los momentos de trabajo, los estudios y las salidas con amigos. Mantén buenos hábitos del sueño y evita usar cualquier aparato electrónico justo antes de acostarte. En su lugar, intenta hacer otra cosa que disfrutes, como leer tu libro favorito.

Atención plena y autocuidado

Dedica un poco de tiempo a la atención plena en tu día a día. Esto no quiere decir solamente que prestes atención a tus pensamientos, emociones y cuerpo sin ningún juicio. Considéralo más bien como una pequeña revisión de ti mismo que incluso puedes hacer mientras te duchas o te lavas los dientes.

Centrarnos en cómo nos sentimos en el momento puede mantener el estrés bajo control y permitirnos enfrentar sentimientos difíciles sin alejarnos de la realidad. La atención plena es muy útil si te has estado sintiendo deprimido o ansioso. Además, también puede hacerte saber cuándo podrías necesitar ayuda extra si hay algo con lo que has estado luchando.