7 razones para visitar a un psicólogo

En la consulta con un psicólogo

No solamente existen siete razones para que una persona siena la necesidad de asistir a una terapia psicológica, sin embargo, en estas razones expresadas a continuación trataremos de resumir los aspectos principales que pueden requerir la intervención de un profesional.

1. Si algo te resulta difícil durante mucho tiempo

Todos estamos plagados en nuestra vida diaria de problemas, de mayor o menor importancia. Ya sea que se refieran a nuestra vida diaria, nuestras relaciones con los que nos rodean o nuestra relación con nosotros mismos, estos problemas pueden tomar el carácter de importantes e irresolubles cuando luchamos con ellos durante mucho tiempo, sin avanzar en su resolución.

El tiempo que se considera largo suele ser subjetivo. Tiene que ver con cuando empiezan a cansarnos, a desgastarnos y a darnos la sensación de que nos movemos en un círculo vicioso.

Darnos cuenta de que no podemos encontrar una ventaja por nosotros mismos puede llevarnos a buscar la ayuda de un especialista.

2. Si el estrés nos sobrepasa

Uno de los problemas más habituales que nos puede llevar a visitar a un psicólogo es el estrés. Aunque es una reacción psicosomática normal, el estrés puede, si se vuelve agudo y prolongado, abrumarnos, hasta el punto de hacer que nuestra vida diaria sea extremadamente disfuncional y psicológicamente dañina.

Los síntomas indicativos de ansiedad que pueden perturbarnos hasta el punto de buscar la ayuda de un psicólogo son:

  1. Malestar físico (taquicardia, disnea, malestar psicosomático, problemas cutáneos)
  2. Deficiencias cognitivas (dificultad para concentrarse, pensamientos negativos, confusión, dificultad para tomar decisiones, análisis excesivo de las cosas)
  3. Dificultades emocionales (irritabilidad, impaciencia, ira o tristeza intensa, nerviosismo)
  4. Dificultades de comportamiento (llanto intenso, movimientos repetitivos, temblores, tendencias al aislamiento)

3. Si tienes una experiencia traumática

Un evento extremo y doloroso en nuestras vidas puede volverse traumático. Esto significa que la sensación de seguridad se ha disuelto y constantemente nos sentimos impotentes en un mundo que es peligroso a nuestro juicio.

Las experiencias que han amenazado nuestras vidas o nuestra seguridad hasta ahora generalmente se denominan traumáticas. El trauma se refiere principalmente a cómo una persona experimentó una situación y no a la situación en sí.

Cuanto más asustado e impotente se sienta uno en una situación, más probable es que se haya vuelto un evento traumático. Los eventos extremos, como ser asaltado, abusado o haber experimentado una guerra, pueden ser traumáticos.

Nunca es demasiado tarde para trabajar terapéuticamente en una experiencia traumática. La psicoterapia cuenta con métodos y técnicas con las que se puede abordar experiencias traumáticas y ayudar a los pacientes a sanar, en la medida de lo posible, traumas del pasado, para tener una mejor calidad de vida.

4. Cuando atraviesas una etapa de transición

Los períodos de transición de nuestras vidas pueden aumentar nuestro estrés e inseguridad a medida que dejamos una situación familiar para pasar a un área nueva y en gran parte desconocida. Pasar de los estudios al mercado laboral, unirse al ejército, mudarse a un nuevo país, un divorcio o un despido pueden ser tiempos difíciles para algunas personas.

Para muchas personas, estas transiciones van acompañadas de mucha inseguridad y estrés, ya que su rutina diaria se ve interrumpida y necesitan adaptarse a nuevos escenarios, a menudo exigentes. Muchas personas se benefician en estas fases de trabajar con un psicólogo, ya que se les anima a descubrir habilidades que les ayudarán a superar las dificultades, pero también a aprender a manejar el estrés emergente.

5. Cuando la tristeza forma parte de tu día a día

La dificultad o incapacidad para experimentar emociones positivas puede ser tan desagradable como la dificultad para eliminar las emociones negativas. Si nos sentimos tristes por mucho tiempo y no podemos sentir emociones positivas o cuando las sentimos durar muy poco, definitivamente nos preocupa. Especialmente si nos dan pensamientos negativos sobre nosotros mismos, nuestro futuro y nuestra vida en general.

El estado de ánimo deprimido puede no ser una condición coyuntural sino un presagio de un curso depresivo que definitivamente es útil para ser evaluado por un especialista. Si descubrimos que a menudo optamos por apartarnos de las actividades y que nada nos agrada, puede ser útil pedir ayuda y visitar a un psicólogo.

6. Si te falta confianza en ti mismo

La falta de confianza en nosotros mismos y en nuestras capacidades es una actitud que ciertamente puede privarnos de oportunidades en nuestra vida. La dificultad de afrontar la vida con confianza es un rasgo que se ha ido construyendo con el tiempo y necesitas un esfuerzo para cambiarlo.

Las experiencias traumáticas del pasado, la falta de confianza de las personas cercanas a nosotros, el entorno familiar sobreprotector pueden ser algunas de las razones que pueden contribuir a la falta de confianza en nosotros mismos y en nuestro potencial.

Las personas que carecen de confianza en sí mismas saben lo incómoda que puede llegar a ser su vida diaria, ya que esta actitud impregna cada momento de sus vidas.

7. Cuando existen problemas con las relaciones personales

Es cierto que la calidad de nuestras relaciones interpersonales tiene un gran impacto en nuestra felicidad. Nos sentimos bien cuando las relaciones con las personas importantes en nuestras vidas están equilibradas.

Por otra parte, las relaciones disfuncionales o problemáticas en nuestras vidas a menudo conducen a un mayor estrés o depresión y reproducen un círculo vicioso.

Mejorar nuestras relaciones interpersonales puede relacionarse con nuestra relación con una pareja, hijos, padres, amigos o colegas. Es importante y, a menudo, necesario buscar el tipo de tratamiento adecuado, según la naturaleza del problema al que nos enfrentamos. Además de la terapia individual, podemos considerar la terapia de pareja o la terapia familiar .