Las personas narcisistas pueden ser muy difíciles de tratar: están absortos en sí mismos, se enfocan en sí mismos, pueden ser hiperarrogantes, exigentes y no hay forma de que puedas convencerlos de que asuman la responsabilidad de sus acciones.
Ninguno de nosotros sueña con criar hijos narcisistas que luego nos explotarán cuando crezcan. Desafortunadamente, esto sucede con muchos.
En su artículo: ¿Cómo los niños se vuelven narcisistas? Jesse Singal, basado en un nuevo estudio, tiende a aceptar que la sobrevaloración de los padres es más el caso que la falta de calidez de los padres.
¿Qué componentes se suman para desarrollar una personalidad narcisista?
Desde el hogar, desde el cobijo de los padres y desde el entorno más directo, es desde donde se crean los futuros adultos, sin embargo, siempre habrá grises y zonas un poco más complejas de explicar.
1. Genética
Se ha demostrado que el narcisismo tiene un fuerte trasfondo genético. Esto es en lo que no podemos influir, aparte de no elegir una pareja que muestre signos de narcisismo, y es mejor vigilar también a los miembros de la familia. Un dicho húngaro aconseja: “¡Mira a la madre, cásate con la hija!”.
2. Influencias intrauterinas
Durante el desarrollo embrionario se van formando cierto tipo de neuronas en un tiempo determinado, bañándose en una mezcla especial de hormonas y neurotransmisores que básicamente regulan su funcionamiento posterior. Lo que sucede es un proceso increíblemente sofisticado y orquestado, moldeado por millones de años de evolución.
No conocemos exactamente todos sus componentes, ni podemos influir en ellos. La mejor apuesta que podemos conseguir es proporcionar el entorno menos estresante y más saludable para que se desarrolle el embrión/feto.
3: Primera Infancia
Los psicoanalistas afirman que existe un estado en el desarrollo infantil alrededor de los 2-4 años que ellos llaman el narcisismo primario. En esta etapa el niño ya desarrolló una especie de independencia de la madre o cuidadora, y comienza a formar su propio ego.
Reconoces esta fase: está llena de: “¡Mírame!” «¡Mírame!» ¡Mira lo fuerte que soy!” «¡Soy más inteligente que tu! “Mi padre puede golpear a tu padre”. Y así.
Kohut y Kernberg suponen que la empatía de los padres en general es necesaria para criar niños mentalmente fuertes y sanos.
La empatía de los padres es importante para darse cuenta de que el niño se encuentra en la fase normal y natural del narcisismo primario saludable, por lo que necesita una retroalimentación positiva en el doble nivel:
Emocionalmente:
- Los padres necesitan satisfacer la necesidad natural del niño de ser vistos, apreciados y valorados.
- El niño necesita sentir que es el centro del universo del cuidador.
- Necesita sentirse amado – entonces sabrá que es adorable.
- Necesita ser visto – entonces se sentirá reconocido.
- Necesita sentirse apreciado, para que se sienta valioso.
Cognitivamente:
Los padres deben proporcionar la retroalimentación positiva adecuada que el niño pueda «incorporar» (construir) y que sirva como núcleo de la autoestima. Tiene que ser genuino y verdadero: reforzar los logros positivos reales del niño, ya sea cualquier cosa, desde guardar los juguetes, cooperar o hacer nuevos amigos.
Dondequiera que esté la necesidad insatisfecha: allí está la herida. Si los padres no satisfacen las necesidades del primer narcisismo, el desarrollo de la personalidad se estanca. Es posible que persigan en toda su vida lo que no consiguieron en la etapa adecuada: estar en medio de la atención, obtener reconocimiento y aprecio.
4. Infancia tardía: expectativas y aprendizaje social
La satisfacción de necesidades no tiene por qué ir en contra de la realidad.
Todos los niños realizan una enorme cantidad de acciones positivas si los observas con la mente abierta.
El que no es el mejor en contar se preocupa por sus juguetes. Quien no tiene cuidado con los juguetes puede ser un excelente trepador de árboles. Algunos pueden no ser ninguno de ellos, pero pueden ser tranquilos y bien educados. Es el trabajo de los padres encontrar los rasgos positivos de su hijo y reforzarlos tan a menudo como puedan.
Si bien podemos buscar comportamientos o logros positivos, no tenemos que elogiar en exceso las acciones ordinarias ni exagerarlas.
Si tu hijo te trae un cuadro, es más constructivo prestar atención, preguntar sobre los detalles, la elección del color, el significado y por qué eligió pintar exactamente lo que hizo, en vez de atribuirle características de artista o genio si no es el caso
Además, al salir de la infancia, tenemos que establecer expectativas y, lenta, pacientemente, pero consecuentemente, hacer que se cumplan.
Muchas de esas expectativas son expectativas sociales: no hacer avances a expensas de los demás. No alardear. No exigir más atención que los demás. No interrumpir a los demás. No ponernos antes o por encima de los demás, y similares.
Establecer reglas y expectativas también son asignaciones de los padres que van en paralelo con la satisfacción de necesidades.
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