3 razones de por qué es tan difícil empezar nuevos hábitos

Empezar nuevos hábitos

Es muy difícil perseverar en nuestras resoluciones en general, y ser capaces de empezar nuevos hábitos sin dejarlos en el futuro. ¿Por qué sucede esto y qué podemos hacer para lograr nuestros objetivos?

Ya sea que queramos perder algunos kilos, dejar de fumar, seguir una dieta saludable o hacer ejercicio con regularidad, a menudo nos enfrentamos a los mismos obstáculos psicológicos. ¿Por qué es tan difícil apegarse a nuestros objetivos? A continuación presentamos tres causas básicas:

1. Nos proponemos grandes cambios en lugar de empezar con cosas pequeñas

La mente humana funciona de una manera fascinante. Por un lado, es capaz de captar conceptos muy complejos y prever las consecuencias de planes de largo alcance. Por otro lado, le resulta mucho más fácil centrarse en «microobjetivos«.

Y muy a menudo pasamos por alto esta propiedad. La mayoría de la gente tiende a ponerse el listón muy alto, sin establecer metas intermedias. Por ejemplo, ante una nueva proposición personal, decidimos con mucha ilusión hacer ejercicio todos los días durante 45 minutos. 

Si hasta ahora nuestra actividad se limitaba principalmente a sentarnos en el sofá y conducir a todos lados, este puede ser un desafío bastante vertiginoso. Requiere cambios repentinos, muy drásticos en la vida, en lugar de cambios tranquilos y graduales. Si planeamos dejar de comer azúcar, eliminar este ingrediente de nuestras vidas por completo de la noche a la mañana también puede no salir como esperamos.

En cambio, lo mejor que puedes hacer es un método de pequeños pasos. Si queremos hacer ejercicio con regularidad, empecemos con 2-3 entrenamientos a la semana. Si queremos dejar de lado el azúcar, fijemos los pasos para reducirlo: primero, dejar de endulzar el café y el té, luego dejar de lado las bebidas endulzadas, luego los pasteles, los helados, etc.

La forma de cambiar los hábitos negativos es a través de la evolución, no de la revolución.

2. Perdemos la paciencia con nuestros nuevos hábitos

¿No sería genial que solo una semana de perseverancia en nuestros nuevos hábitos trajera cambios espectaculares (¡y duraderos!)? Probablemente sí, pero en realidad casi nunca sucede así. Cambiar hábitos requiere paciencia, regularidad y disciplina. A menudo nos olvidamos de ello centrándonos solo en la voluntad de lograr el objetivo. 

Cuando nos sentimos frustrados, vale la pena repetirnos que cada vez que introducimos un nuevo hábito (levantarse media hora antes, renunciar a los postres, no comprar un paquete de cigarrillos, etc.) se fija un nuevo patrón de comportamiento en nuestro cerebro. Cuantas más veces lo repitamos, más permanente se vuelve el cambio. 

Un ejemplo simple es cepillarse los dientes: para la mayoría de nosotros, el cepillado por la mañana y por la noche es una actividad natural para la que siempre encontramos tiempo.

Una buena manera de aumentar tu motivación es recompensarte cada vez que perseveras en tu determinación. No tiene que ser algo grande, es importante desarrollar una asociación positiva entre un hábito y el bienestar.

3. Nos comparamos con los demás con demasiada frecuencia

Cuando tratamos de implementar un nuevo hábito, parece que olvidamos que cada uno de nosotros es diferente. El hecho de que nuestras amigas han llevado una dieta vegetariana durante años, una conocida logró perder 10 kilos en 3 meses después de su embarazo (nuestro peso parece no cambiar…), y un amigo va al gimnasio tres veces a la semana (nosotros solo una), no quiere decir que tengamos que renunciar a nuestras decisiones. 

Quizás necesitemos una motivación diferente, ayuda para establecer una dieta, un entrenador personal, cambiar de ejercicio. Quizás nuestro metabolismo funciona diferente, hemos establecido diferentes patrones de comportamiento y por eso nos cuesta más “cambiar”.

La única forma efectiva es establecer metas que requieran nuestro esfuerzo pero que sean alcanzables por nosotros. Si, por el contrario, ajustamos nuestros objetivos a las capacidades y expectativas de los demás, corremos el riesgo de frustrarnos, desanimarnos y, en última instancia, abandonar los nuevos hábitos.

Nuevos hábitos: enfócate en el cambio, no en los resultados

Puede ser abrumador concentrarse solo en lo que quieres lograr. Marcar un objetivo es muy importante, pero es mucho más sano y efectivo centrarse en logros y pequeños cambios para conseguirlo. De esta manera, es más fácil seguir tu progreso y sentirte en constante desarrollo.