La relación de los neurotransmisores, que actúan como mensajeros químicos, con el sistema nervioso central permite la ejecución de las actividades cotidianas
La relación de los neurotransmisores con los sentimientos, positivos y negativos, ha sido objeto de estudio científico por muchos años. El Sistema Nervioso Central (SNC), es el responsable de todas nuestras acciones rutinarias. Y estas moléculas, que como su nombre lo indica, son mensajeros químicos generados por el cuerpo, permiten que podamos responder.
Las neuronas intervienen en la transmisión de impulsos nerviosos, los que, a su vez, estimulan los sentidos. El proceso se conoce como sinapsis, y es durante el mismo que actúan los neurotransmisores. Estas sustancias químicas viajan entonces hasta las dendritas, que son ramificaciones microscópicas del sistema nervioso. Ellas son las receptoras, encargadas de recibir la información enviada, completando el proceso de la comunicación neuronal.
Estudios científicos han determinado que cada segundo el ser humano elimina una neurona. Esto significa que, se pierden 3.600 neuronas en 60 minutos. Y todo este proceso de mantenimiento del organismo, influye poderosamente sobre la salud mental y el comportamiento. Además, durante la sinapsis se generan cambios, emociones, percepciones de peligro, etc. Y las células receptoras pueden ser entonces, excitadas, inhibidas o moduladas; porque, también hay neurotransmisores encargados de bloquear la señal enviada.
Clasificación de los neurotransmisores
Los neurotransmisores se hallan en todo el cuerpo: cerebro, médula espinal, ganglios, órganos internos, músculos y otros. Y se clasifican en tres grandes grupos:
- Excitatorios. Se caracterizan por poseer efectos neuro-excitadores sobre las neuronas, lo que ayuda a activar un potencial de acción. Entre algunos de los principales neurotransmisores, de este tipo, se encuentra la adrenalina.
- Inhibitorios. Estos neurotransmisores, por el contrario, detienen o disminuyen un potencial de respuesta o acción. Entre los principales inhibitorios, se encuentran la serotonina y el ácido gamma aminobutírico (GABA).
- Moduladores. Su función es regular la síntesis, o en ocasiones, la liberación de un neurotransmisor. A menudo, son capaces de afectar a un gran número de neuronas, de manera simultánea.
De los millones de neurotransmisores que posee el cuerpo humano, podemos empezar hablando de la acetilcolina, uno de los primeros identificados por la ciencia. Puede actuar como excitatorio o inhibitorio. Su tiempo de vida es muy corto, pero su papel es clave para las funciones neuromusculares. Es decir, aquellas donde los nervios actúan sobre los músculos y hacen que se contraigan. También inhibe al corazón, disminuyendo la frecuencia cardíaca. Y su ausencia está relacionada con patologías, como el mal de Alzheimer.
Relación de los neurotransmisores con las emociones humanas
Veamos de qué manera otros neurotransmisores actúan sobre el cuerpo humano para generar emociones como la depresión y la ansiedad:
Epinefrina
La epinefrina, que también es considerada como una hormona (noradrenalina), se produce en las glándulas suprarrenales. Desempeña un papel importante en los estados de alerta, involucrados en la lucha o la huida. Y, es en esos momentos que, para incrementar la energía, aumenta la presión sanguínea y los niveles de glucosa en la sangre. Así, su concentración es baja durante el sueño y alta en los momentos de estrés.
Por tanto, este neurotransmisor obliga a poner el cuerpo en movimiento si se enfrenta a una amenaza. Pero, a veces la situación no obliga a la actividad, porque en realidad la vida no se encuentra en riesgo; apenas hay que entregar un reporte a tiempo. Entonces es cuando, en esta confusión, se estabiliza la presencia de la epinefrina y hace que el individuo sea, innecesariamente, agresivo.
Glutamato
Este es uno de los neurotransmisores, excitadores, más importantes. Actúa sobre el sistema nervioso central, y es un mediador de la información sensorial y motora. Además, su presencia es vital en todo lo referido a la memoria y el aprendizaje. Pero, en realidad se trata de un compuesto tóxico y, cuando está presente en exceso, destruye las neuronas. Así, pueden aparecer la fibromialgia, la enfermedad de Lou Gehrig y la depresión.
Ácido GABA
Estos son neurotransmisores inhibitorios que frenan a los excitatorios, aunque, por norma general se obtienen a partir del glutamato, aportado por la alimentación. El GABA afecta, directamente, al SNC reduciendo la actividad cerebral. Por lo cual, interviene en la conciliación del sueño, la relajación y la percepción del dolor.
Es decir, que el organismo genera GABA para combatir los efectos del estrés y el insomnio; en su ausencia se manifiesta la epilepsia. No obstante, favorece al sistema inmunitario, la producción de somatropina u hormona del crecimiento y, el desarrollo muscular. Cuando su concentración es muy baja, la persona padece de trastornos generalizados de la ansiedad.
Dopamina
La comunidad científica señala que la dopamina se involucra en la actuación del sistema cognitivo. Se asocia a los procesos de recompensa cerebral, estimula la motivación y crea adicciones. Las drogas (cocaína, opio, heroína, alcohol, nicotina) estimulan su liberación. Y su presencia influye sobre la personalidad; interviniendo en el hecho de que una persona sea introvertida o extrovertida.
Así, sus niveles podrían ser un indicador de si un individuo es calmado, depresivo, agresivo o expresa confianza en sí mismo. La esquizofrenia se asocia a excesos de este neurotransmisor. El mal de Parkinson, por su parte, una enfermedad de tipo degenerativo, que produce temblores y alteraciones del movimiento motor grueso, es causado por la disminución de dopamina.
Por último, la serotonina juega un papel muy importante en la regulación y modulación de los estados de ánimo. E influye sobre la depresión, ansiedad, agresión, sueño, sexualidad, adicción, apetito, suicidio, impulsividad, cooperatividad, timidez y dominación social. En definitiva, si podemos decir que existe una relación de los neurotransmisores con las emociones. Pero, con una buena alimentación y digestión, microflora intestinal equilibrada y paz interior, se logra establecer una clara armonía entre cuerpo y espíritu. Lo que, genera estabilidad emocional y salud mental.
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