¿Qué es la microbiota intestinal y cómo se relaciona con el autismo?

Microbiota intestinal relacionado con autismo y otros padecimientos a nivel mental

La microbiota intestinal es el conjunto de microorganismos que habitan en el intestino. Estos microorganismos cumplen funciones importantes para la salud, como ayudar a la digestión, producir vitaminas, regular el sistema inmunitario y comunicarse con el cerebro.

El eje microbiota-intestino-cerebro

El eje microbiota-intestino-cerebro es la vía de comunicación bidireccional entre el intestino y el cerebro, que involucra diferentes mecanismos hormonales, inmunes, neuronales y metabólicos.

Los microorganismos intestinales pueden influir en la producción de neurotransmisores, hormonas, citoquinas y metabolitos que afectan al funcionamiento cerebral y al comportamiento.

La disbiosis intestinal en el autismo

La disbiosis intestinal es el desequilibrio entre los microorganismos beneficiosos y perjudiciales que habitan en el intestino.

Se ha observado que las personas con autismo presentan una disbiosis intestinal, con una menor diversidad y abundancia de bacterias beneficiosas y un aumento de bacterias patogénicas.

Esta alteración podría tener consecuencias negativas para la salud intestinal, el sistema inmunitario, el proceso de desintoxicación y el cerebro, contribuyendo al desarrollo o agravamiento de los síntomas del autismo.

¿Qué se puede hacer para mejorar la microbiota intestinal en el autismo?

Existen diferentes estrategias para mejorar la microbiota intestinal en el autismo, que pueden tener efectos positivos sobre la salud física y mental de las personas con este trastorno. Algunas de estas estrategias son:

Los probióticos

Los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren beneficios para la salud del huésped. Los probióticos pueden ayudar a restaurar el equilibrio de la microbiota intestinal, modulando el sistema inmunitario, mejorando la barrera intestinal y produciendo sustancias beneficiosas para el cerebro.

Algunos estudios han mostrado que los probióticos pueden mejorar algunos síntomas del autismo, como las alteraciones gastrointestinales, el comportamiento repetitivo, la ansiedad y la irritabilidad.

La dieta

La dieta es un factor clave para la salud de la microbiota intestinal, ya que proporciona los nutrientes necesarios para su crecimiento y supervivencia. Una dieta variada y equilibrada, rica en fibra, frutas, verduras y alimentos fermentados puede favorecer la diversidad y abundancia de bacterias beneficiosas en el intestino.

Por el contrario, una dieta pobre en fibra y rica en azúcares, grasas saturadas y alimentos procesados puede promover el crecimiento de bacterias perjudiciales y causar inflamación e irritación intestinal.

Se recomienda evitar o reducir el consumo de alimentos que puedan causar alergias o intolerancias alimentarias, como el gluten o la caseína, ya que pueden afectar negativamente a la microbiota intestinal y al cerebro.

Otros factores

Además de los probióticos y la dieta, existen otros factores que pueden influir en la salud de la microbiota intestinal en el autismo. Algunos de estos factores son:

El uso de antibióticos

Los antibióticos son medicamentos que se usan para tratar las infecciones bacterianas. Sin embargo, también pueden alterar la composición y función de la microbiota intestinal, eliminando tanto las bacterias perjudiciales como las beneficiosas.

Se ha sugerido que el uso temprano o frecuente de antibióticos podría estar relacionado con un mayor riesgo de desarrollar autismo. Por lo tanto, se recomienda usar los antibióticos solo cuando sea necesario y bajo prescripción médica, y acompañarlos de probióticos para minimizar su impacto en la microbiota intestinal.

El estrés

El estrés es una respuesta adaptativa del organismo ante situaciones que percibe como amenazantes o desafiantes. Sin embargo, cuando el estrés es crónico o excesivo, puede tener efectos negativos para la salud, tanto física como mental.

El estrés puede alterar la comunicación entre el intestino y el cerebro, afectando a la microbiota intestinal, la barrera intestinal, el sistema inmunitario y el sistema nervioso. Se ha demostrado que las personas con autismo tienen niveles más altos de estrés que las personas sin autismo, lo que podría contribuir a la disbiosis intestinal y a los síntomas del trastorno.

Por lo tanto, se recomienda practicar técnicas de relajación, como la respiración profunda, la meditación o el yoga, para reducir el estrés y mejorar la salud intestinal y cerebral.