Hay muchos temas que son de interés general para la psicología, y por lo tanto, podríamos encontrar numerosos estudios y enfoques sobre cada uno de ellos. Por el contrario, existen temáticas que rara vez son abordadas por profesionales en psicología. Vamos a profundizar en una de ellas: Las lágrimas y sus efectos terapéuticos.
El poder curativo de las lágrimas
Llorar calma, libera y sana el corazón. Aquellas personas que se han sentido afligidas en algún momento de sus vidas, saben algo al respecto. Vamos a mostrarte lo que se conoce sobre un fenómeno natural, saludable y algunas veces despreciado: el llanto. Para ello, vamos a basarnos en los escritos del psicólogo estadounidense Arthur Janov, quien desarrolló la terapia primaria a partir del llanto.
Llorar: ¿un tema tabú?
El Dr. Arthur Janov sentenció: «[…] por razones inexplicables, esta función natural (llanto) estaba en la lista negra». A principios de la década de 1990, se realizaron investigaciones de la mano de profesionales, en la búsqueda de estudios y análisis sobre el llanto. Sorprendentemente, eran casi nulas las publicaciones que evocaban los efectos terapéuticos de las lágrimas. Podríamos establecer que, en ese momento, a la medicina le faltaba un fenómeno conocido por todos los mortales: el poder curativo de las lágrimas.
¿Alivio y curación?
Frente a una persona que llora, algunos se muestran preocupados; otros se sienten molestos. Los médicos, por ejemplo, pueden ser propensos a prescribir rápidamente antidepresivos con la intención de aliviar el sufrimiento de su paciente. Uno puede preguntarse si la prescripción de antidepresivos a veces llega demasiado rápido, si es necesario. Cabe destacar un punto: llorar es un mecanismo natural. Como dice Janov, el llanto es: «[…] una necesidad biológica, un intento de curación, un esfuerzo por estabilizar el cuerpo […]».
Todos lo hemos experimentado antes: llorar proporciona alivio. Las lágrimas contienen hormonas del estrés y claramente, llorar promueve la eliminación de su componente biológico. El llanto no solo puede aliviar y calmar, sino que también puede ser curativo. Son muchos los pacientes que han logrado liberarse, no solo de trastornos psíquicos, sino también de ciertos síntomas físicos gracias a las lágrimas relacionadas con los viejos sufrimientos reprimidos. Nada es más potente terapéuticamente que derramar lágrimas como si fuéramos niños. Desafortunadamente, los adultos a menudo tenemos una actitud reticente para llorar.
Una reacción incomprendida
¿Qué actitud tuvieron tus padres con tus lágrimas? El Dr. Janov lamenta una actitud que algunos padres podrían adoptar para con sus niños: «Silenciamos a nuestros hijos, muchos hasta los llaman llorones o expresan cierta burla, consideramos que es un adulto pequeño, que no debe llorar; y el llanto, verdaderamente, es una señal.” Afortunadamente, esta actitud de los padres parece que es cada vez menos frecuente.
¿Por qué algunos padres a veces reprimen el llanto de sus hijos? En opinión de Janov, un adulto que, en su infancia, no tenía realmente el derecho de llorar, más tarde podría tener dificultades para permitir que su propio hijo llore. Otros padres no toleran el llanto de sus hijos porque «(…) no quieren estar expuestos a cualquier cosa que pueda recordarles su propio sufrimiento oculto». Esto merece ser conocido para promover un correcto y equilibrado comportamiento de los padres. Situaciones que para nosotros pueden parecer de mínima importancia, pueden tener consecuencias significativas en la vida de los más pequeños, y generar trastornos hasta la vida adulta.
Dejar de llorar: el precio a pagar
¿Puede traer consecuencias el hecho de contenernos el llanto, aun cuando es inminente e inevitable su llegada? Janov descubrió que algunos pacientes que no podían expresar su tristeza durante su infancia tenían los labios bajos, una expresión facial melancólica o triste.
El hallazgo fue descubrir que en su mayoría, los pacientes que habían conseguido expresar su llanto en la terapia primaria, estuvieron posteriormente sin presentar síntomas físicos. Así, a posteriori, podemos deducir que hay un precio a pagar por contenernos y evitar las lágrimas.
Janov es inequívoco sobre el posible riesgo de una represión masiva del castigo: «… si no se nos permite manifestar este sentimiento de tristeza, si no podemos expresar abiertamente su dolor, los sentimientos solo quedan entumecidos, y la depresión se calma, pero por un momento. ¿Esto tiene sentido para ti?
Un vehículo para sanar nuestras viejas heridas
He estado llorando mientras veía una escena de una película. Lo llamativo es que la escena no pretendía causar ninguna emoción como la que sentí en ese momento, fue espontáneo. No entendí por qué me conmovió tanto.
Decidí volver a verla otras veces, cada vez que la escena comenzaba, tenía sentimientos más profundos, sin hacer ningún ejercicio de autoanálisis. Luego, terminé sintiendo una vieja necesidad que no estuvo satisfecha en mi primera infancia, y de la que no era consiente; Así entendí por qué la escena me estaba buscando. A través de esas imágenes pude viajar hacia el pasado y encontrar esa necesidad que no pude llenar desde niño Hoy, puedo verla nuevamente y ya no me dispara.
Esto sucede porque probablemente me liberé de la vieja herida que despertó la escena de la película. Nos permite llegar a lo más profundo de nuestros sentimientos, examinar nuestros dolores ocultos, y liberarnos de la tristeza insoportable. El poder curativo de las lágrimas es indispensable para superar obstáculos y situaciones límites.
El Dr. Janov concluye: «El llanto no solo sirve para expresar un sentimiento de dolor en una situación puntual; llorar es también un vehículo que nos lleva al pasado, hacia un trauma específico, enterrado en nosotros por los mecanismos de represión (…)” Las lágrimas nos quitan el sufrimiento y desenmascaran el inconsciente. ¡No las evites!
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