Los miedos más frecuentes en los niños y cómo gestionarlos

Los miedos más frecuentes en los niños

Cuando hablamos de miedo nos referimos a una emoción primaria que como tal nos pertenece a todos, pequeños y mayores.

Pero, ¿cuáles son los miedos más frecuentes en los niños? ¿Y cómo podemos gestionarlos? Veámoslo a continuación, antes que nada tratando de entender qué es el miedo.

El miedo como emoción primaria

Como se mencionó, el miedo es una emoción primaria que nos señala cuando nos enfrentamos a un peligro, para garantizar que nuestro cuerpo pueda activarse y protegerse.

Esto aumenta nuestro ritmo cardíaco, acelera la presión arterial, dilata nuestras pupilas, comenzamos a sudar, etc.

Sin embargo, cuando este mecanismo de alarma se activa con frecuencia, corre el riesgo de volverse disfuncional, creando así problemas relacionados con el manejo de estas reacciones involuntarias, que la persona debe manejar.

Esto se debe a que, a menudo, detrás del miedo no hay un conocimiento real o un desconocimiento de cuál es el estímulo que induce la ansiedad .

Los miedos en los niños

Al igual que en el adulto, los miedos se manifiestan también y especialmente en los niños.

Hay tres categorías de miedos: los innatos, los relacionados con el crecimiento y los que aparecen después de eventos traumáticos.

Entre los relacionados con el crecimiento tenemos el miedo a perder el contacto con la madre, por ejemplo.

A los 9 meses, sin embargo, se experimenta el miedo a los extraños.

Esta es una emoción que está ligada a una nueva habilidad: la de reconocer a un extraño que instintivamente lleva al niño a no confiar en él.

Entre los 12-18 años se vive el miedo a la separación: vemos como este miedo también acompaña a los niños en su desarrollo.

Justo alrededor del año de vida, el niño comienza a gatear, luego a caminar para despegarse y volverse cada vez más independiente y autónomo.

A medida que el niño crece, experimenta otros miedos relacionados con la separación, especialmente en las etapas definidas de transición.

Entre los 3-5 años de vida vemos como nace el miedo a la oscuridad, el miedo a los monstruos y todo eso asusta.

En preescolar tenemos el miedo al desapego de los padres y al abandono, pero entre los 6 y los 12 años el niño logra dominar algunos de sus miedos, pero al mismo tiempo experimenta otros, entre ellos el de la muerte y la enfermedad.

Miedos en la adolescencia

En la adolescencia se suelen superar los miedos de años anteriores, pero esto no quiere decir que los adolescentes no tengan miedo, es más, los miedos típicos de esta edad son los relacionados con el cuerpo, como el miedo a sonrojarse o los relacionados con el ámbito sexual.

No olvidemos, sin embargo, que también existen temores que derivan de la sobreprotección de los padres y por tanto de los estilos educativos vividos.

Demasiadas recomendaciones pueden llevar al niño a tener miedo por todo y, por lo tanto, a no creer en sí mismo.

En este sentido los miedos aumentan y pueden manifestarse posteriormente a través de diversos síntomas.

Algunos miedos también se pueden aprender por imitación: algunos padres que, por ejemplo, tienen miedo al dentista o el miedo a conducir, sin ser conscientes de ello, pueden transmitir este miedo a su hijo que así por imitación aprenderá a tener el mismo miedo.

¿Cómo manejar los miedos en los niños?

Como hemos visto, algunos miedos están relacionados con la edad y otros con los estilos educativos que recibimos.

  • La actitud de los padres es fundamental para gestionar los miedos de sus hijos.
  • Respetar los miedos, evitando banalizarlos, para evitar que el niño se sienta comprendido.
  • Enseñarle cuáles pueden ser las consecuencias de sus actos sin asustarle.
  • Valorando la confianza en uno mismo.
  • No esperes más de ellos de lo que pueden hacer o dar.

5 cosas que hacer para ayudar a los niños a superar sus miedos

En concreto, entre las cosas que hacer como padres podemos:

  1. Enséñales a expresar sus emociones. En este sentido es importante que los niños nos cuenten sus emociones y que se sientan acogidos. Por eso debemos ofrecerles hospitalidad, empatía, escucha y evitamos enviarles el mensaje de que los miedos deben ser sofocados o reprimidos.
  2. Educarlos en comportamientos amables, pero sobre todo evitar compararlos con los demás, ya que cada uno tiene sus propios tiempos.
  3. Adaptarse a sus tiempos. Un niño se enfrentará a su miedo cuando él mismo decida hacerlo: como padres podemos intentar ayudarlo en este camino, con paciencia y respeto.
  4. Normalizar sus miedos. Es fundamental que los niños tomen conciencia de que el miedo es parte de la vida y que los adultos también tienen miedo. Así que normalicemos esta emoción y al mismo tiempo evitemos tranquilizarlos demasiado, porque de lo contrario los convenceremos de que realmente hay algo que merece ser temido. No olvidemos que los niños aprenden a dar sentido al mundo a través de nuestros ojos.
  5. Considera que la noche aumenta los miedos. Presta atención al pasaje de vigilia-sueño: el niño en este pasaje pierde su sentido de orientación, se confunde, porque tiene que separarse de sus padres. Así que mantente cerca de ellos física y emocionalmente: cuéntales, por ejemplo, cuentos de hadas donde hablemos de miedos que se pueden superar.