Emociones destructivas- Qué son y cómo desecharlas

Hombre que experimenta emociones destructivas

Las emociones destructivas pueden ser difíciles de identificar e incapacitantes. Descubramos cómo deshacerse efectivamente de ellas.

Las emociones destructivas, desde el ámbito de la psicología, inciden de manera negativa en el desarrollo de las personas. Aunque estos estados adversos suelen cumplir un propósito en ciertas circunstancias.

Por ejemplo, el miedo puede hacer que un individuo haga cosas que en su sano juicio no haría. Es una forma de supervivencia innata que genera acciones que pocos pueden reconocer. Sin embargo, cuando estas sobrepasan los límites normales se convierten en un problema.

Las emociones destructivas afectan las acciones y palabras

Existe una filosofía basada en el budismo que indica que la infelicidad y el sufrimiento están rodeados de una serie de emociones adversas que hunden a las personas en el escepticismo. Según el Dalai Lama “son estado mentales” que pueden distorsionar el comportamiento, la comunicación y el dialogo interno del individuo.

¿Cuáles son las emociones destructivas?

Aunque no se puedan lograr identificar las emociones destructivas suelen aparecer cuando las personas se encuentran en situaciones complejas. Es en ese momento donde el odio, frustración, ira, ansiedad, celos, enfado, orgullo, envidia y  el deseo como apego, que son las más destacadas de estas, se hacen presentes.

De todas ellas, la ira y la ansiedad suelen ser las que tienen mayor repercusión, tanto física como mentalmente en quienes las padecen. De hecho, los resultados de los estudios llevados a cabo en la Universidad de Sydney arrojaron que es más probable sufrir un ataque al corazón dos horas después de tener un episodio de ira desmedida.

¿Cómo aprender a identificar las emociones destructivas?

Generalmente, reconocerlas es tener la capacidad de distinguir y ser conscientes de lo que ocurre en la mente. Aunque suele ser un poco difícil, se puede lograr para fortalecer la inteligencia emocional.

Es como aprender a hablar un idioma adicional, en el que al principio puede ser muy confuso, pero que a medida que de maneja el lenguaje se vuelve entendible y se desarrolla de manera fluida. Lo primero por hacer es no dejarse llevar por los sentimientos.

Cuando la mente se enfrenta a un escenario crítico lanza las alertas al cerebro segregando sustancias que hacen que los individuos actúen  de manera impulsiva. Es necesario frenar las emociones para evitar herir a los demás o a sí mismo. En tal sentido, se debe ser consiente que hay cosas que no se pueden controlar y que es mejor echar a un lado.

Por ejemplo, si se tiene una discusión en la que ambas partes creen tener la razón, es preciso abandonar la lucha, puesto que pudiesen pasar horas, e incluso irse a los golpes y ninguna sedería al criterio ajeno. Es por ello por lo que es recomendable dar un paso atrás y ser tolerante

La toxicidad de las emociones tiene antídoto

Identificar y deshacerse de las emociones destructivas en la espesa selva que es la mente puede ser algo perturbador. Es preciso observar y analizar los comportamientos y con honestidad e inteligencia discriminar los sentimientos.

Ante la presencia de las emociones destructivas es necesario:

Presencia y atención mental consciente

Si es posible estar atentos cuando emerjan las emociones en la mente se pueden controlar y trabajar con cada una de ellas de forma efectiva. Es ideal para no dejar que se acrecienten y que alteren la psiquis del individuo.

Simplemente dejarlas ir

Mediante la práctica de la meditación es posible adquirir la calma necesaria para dejar de lado aquellas cosas que perturbaran la armonía psicológica de las personas. Es la oportunidad de  reaccionar calmadamente ante cualquier hecho.

Recordar la naturaleza de la mente

Al recordar que la mente es clara y no-física, que es una corriente continua de eventos mentales, tales como: los pensamientos, emociones. Además, que son impermanentes es probable mantener el control de cualquier reacción.

Evitar juzgar

Los pensamientos pueden ser agradables o desagradables, por lo que la mente se atrapa en un apego con el que se pierde la paz. Para evitarlo se debe cultivar la ecuanimidad para no emitir juicios a priori de las situaciones.

Hay que analizar la realidad

Es preciso preguntarse si el objeto hacia el cual sentimos esa emoción, ¿realmente existe en la forma en la que aparece ante nosotros?, ¿o es posible que lo estemos percibiendo de una forma errónea y distorsionada? Esto puede ayudar a reconocer si es necesario que se le dé o no algo de atención.

Pensar en otros con problemas similares

Cuando las personas tienen un problema actúan como si nadie más pudiese padecer una situación similar y se encierran en él como una realidad absoluta. Pero es mejor pensar que existen muchos que sufren situaciones similares.

Con ello se puede comparar y determinar que en realidad no es tan complicado como parece ser. Esto también ayuda a ser compasivos y a tener una mejor actitud ante los demás.

En resumen, las emociones destructivas tienen la capacidad que se les da. Es decir, que ninguna puede ser tan grande como para no poder controlarla. Es recomendable que en situaciones complejas se tenga la ayuda profesional psicológica.