Cómo aprender a gestionar la culpa y evitar sentirnos siempre culpables

Aprender a gestionar la culpa

Aprender a gestionar la culpa, y nuestro sentimiento negativo respecto a nuestros errores, puede ser de gran alivio y una estrategia psicológica para crecer, sin sabotearnos a nosotros mismos.

El sentimiento de culpa es una consecuencia del remordimiento que podemos llegar a sentir, cuando herimos a una persona ya sea por medio de alguna ofensa o sin que ésta haya sido nuestra intención.

En las personas con conciencia, este sentimiento opera indistintamente de que la ofensa se haya hecho de manera intencionada o no.

La culpa opera en lo que denominamos la parte de la conciencia humana, confrontándonos y condenándonos por las acciones, omisiones o, inclusive, por pensamientos que en alguna forma vayan en contra de cierto código de valores que tenemos en nuestras mentes ya inculcadas.

Esta se convierte en el mejor indicador que nos señala la realidad de que hay maneras correctas de  hacer las cosas y maneras incorrectas, ya que nos evidencia que hemos hecho algo inapropiado y adicionalmente nos lleva a valorar lo que sienten las demás personas y el alcance de nuestras acciones.

La culpa y el remordimiento

En nuestras relaciones interpersonales, dejando a un lado todo lo referente a creencias y cuestiones de fe de cada quien, luchamos internamente contra ambos sentimientos; tratando en alguna manera de reparar el daño hecho, ya sea pidiendo disculpas o reconociendo nuestra equivocación.

Ambos sentimientos obedecen al llamado que nos hace nuestra conciencia, cuando hemos provocado en nosotros mismos una colisión entre el deber ser de la conducta que interiorizamos y lo que en efecto, hemos hecho y nos mortifica.

Tengamos conciencia de ello o no, en nuestras mentes existen una serie de pautas o leyes que rigen nuestro comportamiento, que podríamos muy bien llamar “código ético”, el cual podría   coincidir o no con el código moral de la sociedad donde vivimos.

Es indispensable para nuestro bienestar personal y el de las personas de nuestro entorno, que superaremos ese sentimiento de culpa y el remordimiento que esta conlleva, aceptando nuestros errores y manteniendo la firme intención de no volver a repetirlos.

¿Por qué tenemos sentimientos de culpa?

En todo nosotros existe un tipo de culpa que podríamos llamar “natural”, que se pone de manifiesto cuando incumplimos alguna ley moral o social. Sentirnos mal por este tipo de hecho implica que nuestros patrones morales de comportamiento están funcionando bien.

De igual manera, hay un tipo de culpa o remordimiento un tanto irracional, el cual no obedece a las razones que dicta la lógica sino a ciertas creencias erradas; que han sido inculcadas a través de una educación de carácter represivo y culpabilizador.

Existen personas en las cuales este sentimiento ha sido llevado a tales extremos, que sienten remordimiento y culpabilidad por casi todo; y les sigue a todos lados como si fuese su sombra.

Los sentimientos de culpa y el remordimiento que le acompaña, como casi todo comportamiento humano, en el fondo reflejan un hábito adquirido por medio de la educación que recibimos desde los primeros años de infancia.

¿Por qué es perjudicial el remordimiento?

Este sentimiento implica una serie de sensaciones negativas, que se manifiesta a través de una profunda inquietud y un intenso dolor interior cuando este se hace presente.

Es una de las consecuencias derivadas de la culpa y surge desde nuestra conciencia, causándonos angustia y desasosiego que van creciendo lentamente dentro de nosotros.

Cómo gestionar la culpa

Existen algunos mecanismos que puedes poner en práctica para ayudarte a gestionar la culpa y evitar sus consecuencias.

  • Tanto la culpa como el remordimiento son emociones que debemos darle su justo valor, esa es la mejor manera de sentirlas lo menos posibles.
  • Liberarnos de creencias absurdas y obligaciones morales inútiles también sería de gran ayuda.
  • De lo que si deberíamos de sentirnos culpables, es por no ser felices.
  • Es bueno aceptar los errores cometidos, pero esto no implica que debamos torturarnos por ellos ni permitir que se lleguen a convertir en una carga emocional que nos limite.
  • El remordimiento es una emoción que probablemente sea imposible de evitar, ya que forma parte de lo que denominamos “naturaleza humana”. Pero lo que realmente  importa es no vivir con el remordimiento sino llegar a superarlo.

Lo mejor que podemos hacer cuando obramos de  mala manera es tratar de enmendar el error.

De nada vale sentarnos a llorar por la leche derramada, ya que no la hará regresar al vaso. Admitir la culpa y hacernos el propósito de enmendarnos debe ser más que suficiente.