Así es como la angustia termina causando síntomas físicos

La conexión entre la angustia emocional y los síntomas físicos es un fenómeno ampliamente documentado en la investigación médica y psicológica.

Numerosos estudios han demostrado que el estrés emocional, la ansiedad y la angustia pueden manifestarse en el cuerpo de diversas formas, desde dolores de cabeza hasta trastornos gastrointestinales.

Así la angustia puede manifestarse en tu cuerpo

Aquí exploramos cómo la angustia puede causar síntomas físicos y cómo gestionar este vínculo entre la mente y el cuerpo.

Respuesta de lucha o huida

Cuando una persona experimenta angustia o estrés, el cuerpo entra en lo que se conoce como respuesta de lucha o huida. Durante este proceso, se liberan hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, que preparan al cuerpo para hacer frente a la situación estresante.

Sin embargo, si esta respuesta se activa con demasiada frecuencia o de manera crónica debido a la angustia constante, puede tener efectos negativos en la salud física.

Impacto en el sistema inmunológico

La angustia crónica puede suprimir el sistema inmunológico, lo que hace que una persona sea más susceptible a enfermedades e infecciones. Investigaciones han demostrado que el estrés prolongado puede disminuir la actividad de los glóbulos blancos, que son importantes para combatir infecciones, lo que aumenta el riesgo de enfermedades.

Trastornos gastrointestinales

La angustia emocional puede afectar directamente al sistema digestivo, causando una variedad de problemas gastrointestinales, como dolor abdominal, diarrea, estreñimiento, náuseas y acidez estomacal. Esto se debe a que el sistema nervioso entérico, a menudo llamado «segundo cerebro», está conectado al sistema nervioso central y es sensible al estrés emocional.

Dolores musculares y tensiones

El estrés crónico puede provocar tensión muscular y dolores corporales, especialmente en el cuello, los hombros y la espalda. La tensión muscular puede ser una respuesta física a la ansiedad y la preocupación constantes, lo que lleva a la rigidez y la incomodidad física.

Trastornos del sueño

La angustia emocional puede interferir con el sueño, lo que resulta en dificultades para conciliar el sueño, despertares frecuentes durante la noche o un sueño no reparador. Esta falta de sueño adecuado puede exacerbar otros síntomas físicos y contribuir a un ciclo de angustia y problemas de salud.

Aumento de la presión arterial y del ritmo cardíaco

El estrés crónico puede elevar la presión arterial y aumentar el ritmo cardíaco, lo que puede aumentar el riesgo de enfermedades cardiovasculares a largo plazo. La activación repetida del sistema nervioso autónomo en respuesta al estrés puede tener efectos adversos en el corazón y los vasos sanguíneos.

Es importante tener en cuenta que la angustia emocional y los síntomas físicos pueden formar un ciclo de retroalimentación, donde el estrés emocional puede desencadenar síntomas físicos, y a su vez, los síntomas físicos pueden aumentar el estrés y la angustia.

Gestionar el estrés y encontrar formas de afrontar la angustia emocional son pasos importantes para promover tanto la salud mental como la física.

Esto puede incluir técnicas de relajación, ejercicio regular, terapia cognitivo-conductual y apoyo social. Si los síntomas físicos persisten o interfieren significativamente con la calidad de vida, es importante buscar ayuda profesional de un médico o terapeuta.